La Iglesia Católica de Cuba aseguró que todavía no han comenzado los cambios en sus relaciones con el Estado aguardados tras la visita del papa Juan Pablo II a este país, cumplida del 21 al 25 de enero.
"Prácticamente todo está igual", dijo el prefecto de la Congregación para la educación Católica, cardenal Pio Lagui, primer enviado del Vaticano a Cuba después del viaje pastoral del Papa.
La Iglesia mantiene sus "peticiones de mayor espacio, sobre todo, en lo referente a su misión pastoral, que es nuestra principal misión", explicó Lagui en un breve encuentro con la prensa antes de regresar a Roma.
El enviado del Papa visitó la isla desde el viernes hasta el martes para cumplir un programa de contactos con religiosos, laicos y autoridades enfocado en la educación, uno de los temas más sensibles en las relaciones Iglesia-Estado en Cuba.
Laghi se reunió con los ministros de Educación y de Educación Superior, Luis Ignacio Gómez y Fernando Vecino Alegret, y con Caridad Diego, miembro del Consejo de Estado y jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del gobernante Partido Comunista.
El presidente Fidel Castro asistió la noche del martes a una recepción ofrecida por el nuncio apostólico, Beniamino Stella, a escasas horas de la partida de Lagui.
Al menos públicamente no quedó constancia que Castro y Lagui se encontraran ni de que hubiera algún gesto favorable del gobierno a la petición de la Iglesia en materia de educación y, mucho menos, que insinúe autorización a la apertura de escuelas católicas.
Lagui confirmó que había intercedido por la liberación de cuatro miembros del Grupo de Trabajo de la Disidencia Interna, que se encuentran retenidos hace alrededor de un año.
"Hemos pedido por ellos, pero no recibimos ninguna respuesta concreta", informó.
El gobierno de Castro puso en libertad en febrero a 200 presos, entre sociales y políticos, en respuesta a un pedido del Papa. Fuentes de la oposición interna comentaron que decisión no entrañaba cambio de política.
La demanda de la Iglesia de apertura de escuelas católicas puede ser altamente conflictiva en un país en que a principios de los años 60 fueron cerrados todos centros privados de enseñanza.
Juan Pablo II dijo en su primera homilía en la isla que las familias cristianas tienen el deber de exigir ante el Estado su derecho a escoger para sus hijos el estilo pedagógico, los contenidos éticos y cívicos y la inspiración religiosa en la que desean formarlos.
"La formación religiosa, en las escuelas y en otros ambientes de la sociedad civil, de ningún modo entra en contradicción con el carácter laico del Estado moderno", afirmó Lagui durante la misa del lunes 29 por la festividad de San Pedro y San Pablo.
El prefecto consideró que "es precisamente la propia secularidad del Estado la garantía para no intervenir, ni privilegiar, ni limitar la educación religiosa que escoja libremente la comunidad educativa, formada por la familia, la escuela y la Iglesia".
El gobierno cree que la educación católica se convertiría en un sistema privilegiado alternativo a un esquema de educación que parte del derecho de igualdad ante el estudio de todos los ciudadanos.
Además de su demanda en el área de la educación, la Iglesia Católica solicita acceso a los medios de comunicación, permiso para un mayor ingreso en el país de religiosos extranjeros y espacios para ampliar su misión en la sociedad.
Lagui dijo que de momento no hay progreso en ese sentido, aunque la Conferencia de Obispos Católicos y las autoridades se mantiene en contacto para evitar nuevas tensiones.
Juan Pablo II instó el 9 de este mes a los obispos cubanos que lo visitaron en Roma a difundir su mensaje en Cuba para que éste pueda "producir abundantes frutos". (FIN/IPS/da/ff/cr/98