PERU: Glaciares amenazan con matar de sed a ciudades

El extraordinario calor que provocó el fenómeno de El Niño aceleró el progresivo deshielo de los glaciares en los Andes de Perú, un proceso natural que inquieta hace años a la comunidad científica mundial.

La desglaciación es un proceso mundial, pero en la zona del océano Pacífico la tendencia es mayor, en especial en la cordillera de los Andes.

Mientras las autoridades declaran concluido a El Niño y los políticos discuten los presupuestos y programas de reconstrucción de las zonas afectadas por sus catastróficos efectos, los científicos se siguen preguntando sus consecuencias en el delicado y complejo equilibrio del ambiente regional y mundial.

Entre los asuntos que preocupan a los científicos vinculados con el ambiente figura la situación de los glaciares andinos, afectados hace algunos años por el llamado "efecto invernadero" y que en el reciente verano meridional debieron soportar la anormal elevación de la temperatura que generó El Niño.

Lo más grave es que la desglaciación contribuye a elevar la temperatura ambiental, lo que a su vez acelera el proceso de reducción de las masas de hielo, como lo demuestran las observaciones científicas en las últimas dos décadas.

¿Qué ocurrirá en este país si sus glaciares andinos se derriten? Entre las respuestas surgen espeluznantes posibilidades.

En la sierra, las masas de hielo desprendidas crearían nuevas lagunas y embalses, cuyos desbordes sepultarían algunas ciudades. Los valles de la costa, donde se concentra la mayor parte de la población peruana, se convertirían en desiertos inhabitables porque los glaciares andinos son su reserva hídrica.

Es obvio que lo que ocurra en Perú repercutiría más allá de sus fronteras, porque los glaciares ubicados en las regiones montañosas no solo son modeladores del paisaje y reservas sólidas de agua sino que actúan también como reguladores del clima.

En Perú se encuentran 70 por ciento de los glaciares ubicados en todas las regiones tropicales del mundo y, como consecuencia del recalentamiento global originado por el efecto invernadero, sus extensiones y volúmenes se han reducido casi 50 por ciento en los últimos 27 años.

El proceso de desglaciación en Perú se aceleró entre 1997 y 1998 como consecuencia de la anormal elevación de la temperatura originada por El Niño, según Benjamin Morales, presidente del Instituto Andino de Glaciología y Geoambiente.

Morales dijo que Perú fue uno de los países pioneros de la región en la investigación sistemática de glaciares, pero se ha limitado a estudiarlas solo en dos de las 18 cordilleras que existen en su territorio.

Por otro lado, la privatización de la empresa eléctrica estatal peruana desactivó los centros de control de glaciares y no se previó en los contratos que las compañías privadas que la compraron prosigan el control de las masas de hielo, a pesar de que constituyen sus reservas hídricas.

"Ahora es más urgente que nunca investigar la situación de los glaciares. Su estudio debe encabezar la prioridad de los planes de previsión frente a la probable repetición del fenómeno de El Niño, que por su naturaleza cíclica ocurrirá dentro de cinco a siete años", comentó Morales.

La desglaciación, fuente de vulnerabilidad física en la sierra peruana, provocó varios desastres, como los ocurridos en Huaraz, en 1941, Urubamba, en 1942, Chavin en 1945 y en Ranrahirca, en 1962. El más grave ocurrió en 1970, cuando desaparecieron la ciudad de Yungay y sus 20.000 habitantes.

Yungay fue literalmente borrada del mapa por un alud que cubrió hasta la torre de su iglesia mayor. Vista desde la carretera, la desaparecida ciudad es ahora un campo sembrado de flores, en el que sobresale solo el penacho de una palmera.

Los deshielos provocados por el aumento de la temperatura durante el último despertar de El Niño crearon un alud de lodo y agua que sepultó la central hidroeléctrica de Machu Picchu, cuya reconstrucción demorará dos años y costará unos 400 millones de dólares.

Fuentes del Consejo Nacional del Medio Ambiente confirmaron a IPS la reciente presencia en Perú del glaciólogo francés Bernard Francou, que tuvo la finalidad de motivar al gobierno de Alberto Fujimori a iniciar un programa de control de las masas andinas de hielo en este país.

Francou pertenece al Instituto Estatal de Investigación Científica en Cooperación de Francia (ORS-TOM) que asesora a investigaciones similares en Bolivia y Ecuador.

Antes de conversar con autoridades peruanas, Francou visitó pequeños glaciares situados entre 4.800 y 5.400 metros sobre el nivel del mar, y aseguró que tres de ellos, el Broggi, Uruasharu y el Pastoruri (este último es escenario de una tradicional procesión religiosa) podrían desaparecer dentro de 15 a 20 años.

El experto vaticinó un destino semejante a Chacaltaya, uno de los parajes turísticos más conocidos de Bolivia, donde el invierno pasado fue imposible practicar esquí como se suele hacer desde hace medio siglo.

"Chacaltaya, entre 5.050 y 5.340 metros de altitud, es la estación de esquí más alta del mundo y su capa de hielo ha perdido en los dos últimos años 1,50 metros, dejando un espesor de 20", señaló Francou. (FIN/IPS/al/mj/en/98

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