Empresarios turísticos palestinos confiaban en que su negocio se vería beneficiado por el proceso de paz entre israelíes y palestinos, pero el turismo sigue sin crecer debido a la persistente imagen de inseguridad de la zona.
Una fotografía tomada en la casa del empresario palestino Tareh Saliba lo muestra cortando un pastel durante la inauguración de su nuevo hotel, La Natividad. A su lado se encuentra el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat, quien visitó el pueblo para festejar la ocasión.
Tomada en abril de 1996, ahora la fotografía se encuentra cerca de una gran cruz de madera, en una sala de conferencias vacía del hotel utilizada por peregrinos cristianos como lugar de oración.
La imagen recuerda las grandes esperanzas que tenían los palestinos sobre el crecimiento del turismo tras un primer acuerdo firmado con Israel en 1993. En la actualidad, contrasta con la soledad existente fuera de la sala de conferencias.
La temporada turística llega a su pico en marzo, con Pascuas, y en noviembre, con la fiesta de los Tabernáculos. Actualmente, las tasas de ocupación están por debajo del promedio, aun considerando que es baja temporada. Sólo 20 de las 90 habitaciones de Saliba están ocupadas.
"Después de que Israel y la ANP firmaron el tratado de paz, pensamos que las cosas serían mejores en el futuro", dijo Saliba, quien construyó un hotel, en lugar del centro comercial que había proyectado en un principio, previendo un gran influjo de turistas tras el acuerdo de 1993.
"Pensamos que las cosas mejorarían por la paz. Pero no fue así", señaló.
Belén debería estar desbordada de peregrinos cristianos y turistas en general, ya que es el lugar del nacimiento de Jesús y se encuentra a sólo 20 minutos por automóvil de otros sitios religiosos en Jerusalén y el Valle del Jordán.
Pero no es así, y esta quizá sea la mayor señal de que el mundo percibe a la región como un lugar peligroso, algo difícil de superar para empresarios como Saliba.
En 1996, una serie de ataques suicidas perpetrados por guerrilleros palestinos mató a 59 israelíes. La industria turística nunca se recuperó.
Pero con el ingreso constante de turistas judíos, sobre todo de Estados Unidos y Europa, y mejores instalaciones, el turismo de Israel puede mantenerse a flote, a diferencia de la naciente industria palestina.
"La infraestructura palestina del turismo se encuentra en mal estado", dijo Mohammed Shtayyeh, director del Consejo Económico Palestino para el Desarrollo y la Reconstrucción, un organismo no gubernamental creado tras el acuerdo de paz para supervisar la ayuda extranjera.
"Belén es la Meca del mundo cristiano, y sin embargo no tiene hoteles cinco estrellas", explicó.
La comunidad palestina responsabiliza por el estado de sus ciudades al abandono israelí tras 30 años de gobierno militar. Las calles céntricas de Belén están en construcción o en reparación.
Pero los palestinos también ven las imágenes televisivas de los disturbios que ocurren en su territorio y los turistas tienen la vaga percepción de que las zonas bajo su control no son seguras, reforzada por las compañías israelíes de alquiler de automóviles que no aseguran vehículos en zonas palestinas.
Hasta hace poco, Israel fijó carteles a la entrada de los pueblos gobernados por la ANP que advertían a los turistas que no ingresaran.
"Están asustando a la gente. Les dicen a los turistas en el aeropuerto que aquí no hay seguridad. Eso no es bueno y no es verdad", dijo Saliba.
La parálisis política que ya lleva 17 meses no ayudó a mejorar esta percepción. En 1995, cuando avanzaba el proceso de paz, 2,5 millones de turistas visitaron Israel, el mayor número en años. Muchos se trasladaron a Belén y Jericó.
"Ahora dicen: 'Este año no; podremos ir a Belén y Jerusalén cuando mejore la situación' ", dijo Nabil Bandak, representante de la agencia turística Near East Tours, una de las mayores del territorio palestino, con sede en Jerusalén oriental.
"Lo que ocurre en el ámbito político no es cómodo para los turistas de Estados Unidos o Europa. Saben que los israelíes amenazan, que los palestinos amenazan. No es una situación cómoda para los peregrinos y no es buena para el turismo", dijo.
La situación refleja el enlentecimiento económico de Israel y las zonas palestinas. Desde que la ANP fue creada en 1994, surgieron 8.500 compañías palestinas, una cantidad fenomenal en una economía con menos de tres millones de habitantes.
Pero muchas sólo están "en el papel", sostuvo Shtayyeh. "Las posibilidades de inversión son enormes, pero la inversión no existe aún".
La razón se debe en gran medida, según Shtayyeh, a la política de Israel en vigor desde 1993 que exige a los palestinos obtener permisos de viaje entre Cisjordania y Gaza. Así mismo, el producto interno bruto descendió 24 por ciento entre 1993 y 1997.
La economía israelí también se redujo desde 1996 y algunos economistas lo atribuyen en parte al estancamiento del proceso de paz. El desempleo en Israel asciende a 11 por ciento y la economía se encuentra en recesión.
Saliba, como la mayoría de los palestinos en la industria turística, espera que ésta se recupere con las celebraciones previstas para el año 2000.
Israel espera que cuatro millones de turistas lleguen a la zona en ese año, más del doble de la cifra habitual. Italia, Jordania y Turquía también están promocionando sus sitios religiosos para atraer al turismo en el 2000.
"Muchas personas están pensando en construir hoteles. Algunos ya comenzaron. Viven de la esperanza", opinó Saliba. (FIN/IPS/tra-en/dho/rj/aq-ml/if/98