Los subsidios, que obstruyen los anhelos de libre comercio dominantes en el mundo, amenazan con impedir que el Mercosur concluya su integración comercial y establezca acuerdos con otros bloques, como la Unión Europea.
Su presencia, como falseador de la competencia o como pretexto, es un obstáculo al acuerdo para que el Mercosur sea un mercado sin fronteras para vehículos y azúcar, sus dos grandes diferencias en ese tratando de bienes materiales, que no pudieron resolverse el viernes en la Cumbre de Ushuaia, Argentina.
Argentina acusa a Brasil de subsidiar el azúcar a través de su programa de alcohol carburante que sustituye la gasolina y de conceder incentivos fiscales para atraer industrias del sector automotor, en desmedro de los socios.
"Ya no hay subsidios" en la industria azucarera, aseguran el canciller Luis Felipe Lampreia y productores brasileños como Sergio Ometto, presidente de la Unión del Agroindustria Cañera (UNICA) de Sao Paulo.
El programa del alcohol fue puesto en marcha en Brasil en 1975, como respuesta a la explosión de los precios internacionales del petróleo a partir de 1973. El objetivo era sustituir la gasolina y reducir las importaciones, de las que el país dependía totalmente.
Los subsidios eran elevados, pero fueron reducidos gradualmente en esta década. Desaparecieron las ventajas del automóvil a alcohol y su producción cayó a casi cero.
El gobierno trata ahora de salvar el programa, imponiendo al sector público que adquiera sólo vehículos que utilizan el combustible alternativo.
Con la aprobación de una ley que impide reducir el arancel de 20 por ciento sobre el azúcar brasileño mientras haya subsidios, el parlamento argentino congeló el asunto, trabando la propuesta brasileña de incluir el producto en un régimen de adecuación especial, con desgravación gradual que vaya más allá del 2000.
Sin eso, la alternativa es "la muerte súbita", advirtió el canciller brasileño, ya que el 1 de enero del 2001, sin un acuerdo específico, el libre comercio se impone a todos los productos por Tratado del Mercosur.
El problema consiste en que, con costos de producción más bajos, el azúcar brasileño invadirá el mercado argentino, agravando el desempleo en la zona azucarera del norte de Argentina, ya muy afectado por problemas sociales.
En el caso de la industria automovilística, los incentivos fiscales y financieros fueron ofrecidos por gobiernos estaduales y municipales de Brasil.
Los estados brasileños no comparten el compromiso del gobierno central con el Mercosur, constató el ministro de Economía argentino, Roque Fernández, temiendo la fuga de industrias instaladas en su país hacia el socio mayor del Mercosur.
El gobierno brasileño aceptó que se aplique el arancel externo común de 35 por ciento sobre los vehículos producidos en plantas que reciben incentivos fiscales, considerándolos así como productos de fuera del Mercosur.
Eso puede solucionar el problema comercial, pero no el de inversiones y desarrollo industrial. Argentina se resiste a una división del trabajo en el Mercosur, en que sea provedora de productos primarios, mientras Brasil se industrializa.
Los principales productos argentinos de exportación a Brasil son el petróleo y el trigo. En cambio, el Mercosur es un gran impulsor de las exportaciones industriales brasileñas.
Los subsidios afectan también las relaciones externas del Mercosur.
La principal barrera para una negociación con la Unión Europea (UE), buscando establecer el libre comercio y una amplia cooperación entre los dos bloques, son los subsidios agrícolas, cuya eliminación es indispensable para cualquier acuerdo, según los miembros del Mercosur y sus asociados, Chile y Bolivia.
La ratificación de esta posición en la Cumbre de Ushuaia respondió a resistencias europeas ante el costo de un acuerdo con el bloque sudamericano. La UE gastará entre 5.600 y 15.600 millones de dólares anuales, para compensar a sus agricultores por los cambios en la política agrícola.
Con excepción del fútbol, en que se equipara a la UE en copas del mundo conquistadas (ocho), el Mercosur sólo es una potencia mundial en agricultura. Su produccin de granos se acerca a 150 millones de toneladas este año.
La apertura del mercado europeo a esta producción es indispensable para que el Mercosur reequilibre el intercambio bilateral. De 1990 a 1996, sus exportaciones a la UE sólo crecieron nueve por ciento, mientras las importaciones aumentaron 75 por ciento, según datos de la propia UE.
En consecuencia, el superávit que el Mercosur obtuvo en 1990, de 8.400 millones de dólares, se convirtió en déficit de 3.628 millones en 1996. (FIN/IPS/mo/ag/if/98