La decisión de Uruguay de importar carne, uno de sus principales rubros de exportación, plantea una vez más la dependencia de este país de la situación económica argentina.
De concretarse la operación sería la primera vez en 25 años que Uruguay compra carne en el exterior. El Frigorífico Tacuarembó, uno de los más importantes del Uruguay, decidió iniciar los trámites para importar carne de Nueva Zelandia.
La medida disparó un fuerte debate en distintos niveles de la sociedad uruguaya. Parlamentarios de oposición, fundamentalmente de izquierda, vieron en la medida un efecto de la política neoliberal del gobierno de Julio María Sanguinetti, que ha abierto las fronteras a cualquier importación.
Los industriales del sector, en cambio, se defienden aduciendo que la carne uruguaya ha dejado de ser competitiva.
"Cuando a Argentina le sale un grano, Uruguay se rasca", asevera un dicho popular.
Desde hace varios años la producción pecuaria argentina experimenta una caída. Según un estudio de la Asociación de Industriales de la Carne de Argentina, entre 1994 y 1997 "el stock de hacienda vacuna disminuyó de 53 a 50 millones de cabezas", alcanzando el nivel de 20 años atrás.
Además de esa merma, "unas 700.000 cabezas se desplazaron de la pampa húmeda a otras zonas menos favorables para la ganadería" como consecuencia del alto precio internacional de los granos cuyo cultivo sustituyó a la cría de ganado, afirma el estudio.
El informe indica que los consumidores argentinos han sustituido en parte el tradicional "churrasco" por el pescado y el pollo, y que Asia, que representaba 40 por ciento del mercado internacional del producto, importa menos carne como consecuencia de su crisis económica.
Las exportaciones argentinas vienen cayendo en picada. Los productores señalan que en 1998 se exportarán 250.000 toneladas, la mitad que en 1995.
Esos datos permitirían suponer que el mercado interno argentino – que representa unos 4.000 millones de dólares anuales- se vería beneficiado por una rebaja en los precios, pero en realidad sucede todo lo contrario, ya que la carne es cada día más cara, razonaron analistas económicos de Buenos Aires.
El gobierno argentino decretó este mes una rebaja del Impuesto al Valor Agregado para ese producto de 21 a 10,5 por ciento, pero su efecto tarda en hacerse sentir.
Las consecuencias en Uruguay de este cuadro de situación en Argentina son grandes y determinaron, según fuentes del Insituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de Uruguay, decisiones como la importación de carne.
Según el gubernamental Instituto Nacional de Carnes uruguayo, el precio del novillo en pie subió más de 18 por ciento en los últimos meses, alcanzando casi el dólar por kilogramo cuando los frigoríficos nacionales venían pagando un promedio de 0,75 dólares.
El propio consumidor uruguayo asiste a un aumento constante del precio de la carne, que en algunos cortes alcanza los niveles argentinos, y desde los grandes supermercados hasta las pequeñas carnicerías de barrio constatan una apreciable merma en sus ventas.
El Frigorífico Tacuarembó decidió lanzarse al agua y cerró un negocio de importación de unas 100 toneladas de carne de Nueva Zelanda, que llegaría a Uruguay en régimen de "admisión temporaria" (libre de impuestos) para ser exportada a Argentina.
Los productores nacionales pusieron el grito en el cielo, pero los industriales de la carne se defienden.
"Todo esto ha generado una polémica seguramente por la tradición uruguaya de no importar carne, pero la economía del país hace muchos años que se viene abriendo", comentó Fernando Secco, director del Frigorífico Tacuarembó.
En 1997, Uruguay importó lana, otro de sus rubros tradicionales de exportación, "y no hubo ninguna polémica", dijo Secco.
"En los supermercados se puede adquirir productos importados como lácteos, de los que el país tiene una alta producción. Estamos en un régimen diferente de economía en Uruguay y en el mundo", agregó.
El diputado José Mujica, del izquierdista Frente Amplio, dijo que "Europa ha recogido criterios del código alimentario de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, por los cuales prohibe la entrada de carne de Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda y Australia".
mujica atribuyó esa prohibición a la presencia excesiva de anabólicos en las carnes de esa procedencia, sustancias que en Europa se aduce que pueden ser cancerígenas.
"El hecho es que la carne de esos orígenes por el momento no entra en Europa a pesar de acusaciones y reclamos en la Organización Mundial del Comercio", afirmó.
"Ante el anuncio de partidas de carne que vendrían precisamente de esos países, nos preguntamos si Uruguay, en cuyo proceso productivo está prohibido usar anabólicos, tiene absoluta certeza de que la carne que ingrese fundamentalmente para el consumo no cae en esa categoría", expresó Mujica.
Secco, por su parte, aseguró que su empresa no tiene intención de importar ese tipo de carne, pero no descartó que se pueda hacer aduciendo ignorar la reglamentación uruguaya al respecto.
Daniel Beleratti, presidente de la Cámara de la Industria Frigorífica, anunció sin embargo que los industriales y exportadores agrupados en esa institución están analizando "importar carne procesada de esos orígenes para el abasto interno".
Es paradójico que Uruguay haya hecho tantos esfuerzos para ser considerado un país productor de "carne natural" (sin hormonas y libre de aftosa) "y poder acceder a nuevos mercados, y que ahora los mejores clientes se encuentren en la región", destacó.
El diputado Alem García, del Partido Nacional, integrante de la coalición de gobierno, se alarmó por un posible "rompimiento en la cadena productiva de la ganadería uruguaya".
"La exportación de vientres hacia Argentina, que busca reponer su propio ganado, pone en peligro un eslabón de nuestra producción. Sabemos por experiencia propia que una vez que esa cadena se rompe es muy difícil y lleva muchos años restañar las pérdidas", alertó el legislador. (FIN/IPS/dg/ag/if/98