Una reforma política permitió a la minoría china de Indonesia organizarse en partidos políticos, un primer paso en la lucha contra la discriminación racial que se arraigó en este país durante los 32 años del gobierno de Alí Suharto.
"Quiero ser muy claro: soy un chino-indonesio, y estoy dispuesto a luchar por mis ideas", advirtió el fundador del Partido Chino de Indonesia (PARTI), Ponijan.
Suharto renunció a la presidencia el 21 de mayo, pero dejó como legado una situación de discriminación en la cual los chinos tenían prohibido participar en política, formar parte del gobierno y enrolarse en el ejército.
Cuando la crisis económica se manifestó con todo su rigor, los indonesios salieron a la calle a protestar y el blanco de los saqueos y disturbios fue la minoría china, que controla el sector comercial. Miles de familias chinas se fueron del país en busca de tierras más seguros.
Los chinos representan cerca de cuatro por ciento de los 202 millones de habitantes de Indonesia, la mayor nación musulmana del mundo.
El presidente que sucedió a Suharto, Jusuf Habibie, cedió a las demandas populares y aceptó eliminar el régimen de restricciones políticas que limitaba a tres el número de partidos existentes en Indonesia.
La medida detonó la aparición de una treintena de agrupaciones, entre ellas PARTI y el Partido de Asimilación Indonesio (Parpindo), fundado por el chino musulmán Jusuf Hamka.
Los nuevos partidos deberían permitir a los chinos enarbolar sus posiciones frente a una opinión pública ante la cual han aparecido solapadamente, en las secciones de cartas de los diarios o en Internet, para no provocar una reacción de los "pribumi", como se denomina a los nativos de Indonesia.
"Si desafiamos a los pribumi para una discusión cara a cara, nos golpearán y luego atacarán nuestras casas", aseguró a IPS un chino indonesio que prefirió mantener su nombre en reserva.
Ponijan reveló que, en sus primeros días de existencia, PARTI recibió centenares de llamados telefónicos de apoyo procedentes de toda Indonesia, y aseguró que cuenta con el reconocimiento de los dirigentes de la oposición.
Pero hay quienes cuestionan la creación de fuerzas como PARTI o Parpindo, argumentando que la creación de partidos basados en la raza aumenta el peligro de segregación en la sociedad.
"Justo cuando se hacen intentos desesperados para lograr la armonía eliminando barreras religiosas y raciales, hay personas que fundan partidos basados en la raza", lamentó la comunidad china indonesia de Bandung en una declaración.
Uno de los analistas más conocidos del país, Nurcholish Majid, dijo que "si bien apreciamos el interés de nuestros hermanos chinos por participar en política, consideramos como un retroceso el establecimiento de partidos étnicos".
Otros comentaristas descartaron que los chinos hayan sido marginados de la política y acusaron a la minoría de haber estado siempre al lado de los poderosos, de los holandeses en la colonia y luego de Sukarno o del entonces poderoso Partido Comunista de Indonesia.
La reforma que permitió a los chinos fundar sus propios partidos también fue interpretada como una maniobra del nuevo gobierno para atraer a los ricos comerciantes que huyeron de Indonesia en medio de la situación caótica de mayo.
Los comerciantes chinos controlan los sistemas de distribución de mercadería, incluidos los alimentos, y su éxodo provocó un agravamiento del abastecimiento alimentario del país, agravado por los desmanes climáticos atribuidos al fenómeno de El Niño.
Durante una visita a la zona de Godok, que fue escenario de fuertes disturbios, Habibie pidió detener los ataques contra los chinos y anunció que serían tratados igualitariamente.
Las divergencias entre chinos e indonesios se remontan a estrategias de "dividir para gobernar" aplicadas por los colonizadores holandeses.
La reacción de los indonesios también tiene que ver con la habilidad para el comercio y los negocios propias de los chinos, que ha determinado la existencia de algunos multimillonarios forjados al amparo de conexiones de alto nivel.
Comentaristas locales advierten que la participación de los chinos en política nunca será comparable a su influencia económica. Algunos de ellos calculan que esta minoría controla 70 por ciento de los capitales del país. (FIN/IPS/tra-en/ky/ral/lc/ip-pr/98