La industria nuclear de Canadá y organizaciones antinucleares están trabadas en un debate sobre la participación de este país en la construcción de reactores en Turquía, a pesar que aún no se toma una decisión al respecto.
Partidarios y oponentes del proyecto centran el debate en la estabilidad geológica y económica de Turquía, que planea construir una central en la bahía Akkuyu, a orillas del mar Mediterráneo.
Canadá ofreció a Turquía un préstamo por 1.000 millones de dólares para financiar la central de dos reactores, pero los críticos del proyecto aseguran que Ankara pretende un arreglo financiero que le permita generar esa infraestructura sin desembolsar sus recursos para el capital inicial.
La compañía canadiense interesada en la construcción del reactor no ha respondido a estas críticas.
Entre tanto, las dos partes enfrentadas contrataron expertos sísmicos para probar sus argumentos. El movimiento antinuclear de Canadá contrató al especialista Carl Buckthought, quien considera que Turquía tiene demasiada actividad sísmica como para albergar una planta nuclear.
"Turquía es conocida como uno de los lugares del planeta donde se producen más terremotos. Sólo en el siglo XX hubo 23 movimientos sísmicos de gran magnitud, uno cada cuatro años", destacó el especialista. Añadió que se trata de sismos particularmente dañinos, pues se originan a mucha profundidad.
Por otra parte, la empresa estatal Atomic Energy Canada Limited (AECL), que aspira a venderle los reactores a Turquía, asegura que el área destinada a la planta no registra gran actividad sísmica.
El portavoz de AECL, Larry Shewchuk, afirmó que los reactores son capaces de absorber temblores de hasta ocho grados en la escala de Richter. "Turquía tiene zonas de actividad sísmica, pero el área de la central proyectada no es una de ellas", dijo.
Un terremoto de ocho grados puede ser verdaderamente devastador. En 1985, 8.000 personas fallecieron en Ciudad de México debido a un movimiento de 8,1 grados, y la provincia china de Hopeh fue devastada en 1976 por uno de 8,3 grados que causó la muerte de 655.000 personas.
Buckthought asegura que los informes geológicos de la AECL están equivocados. Un estudio de 1988-89 en la costa mediterránea de Turquía demostró que en esa región hay gran riesgo sísmico y en 1993 un sismólogo turco advirtió que en el área de la central puede haber movimientos de más de ocho grados.
"En esa zona hay movimientos sísmicos, aunque la AECL lo niegue", aseguró Buckthought.
Pero el portavoz de la compañía acusó a los oponentes del proyecto de recurrir a la desinformación para tratar de detenerlo. Shewchuk también calificó como erróneas la afirmación de que la central sería construida según las normas turcas en vez de las canadienses.
Además aseguró que los críticos exageran los subsidios estatales comprometidos en el proyecto y acusan a AECL de sobornar a funcionarios de gobiernos extranjeros, pese a que nunca se ha demostrado nada en su contra.
"La AECL nunca estuvo involucrada en sobornos en ningún lugar del mundo", sostuvo Shewchuk, y explicó que un sonado caso de soborno en Corea del Sur fue protagonizado por un agente de ese país sin conocimiento de la empresa canadiense.
Sin embargo, la líder del opositor y antinuclear Partido Nueva Democracia, Alexa McDunough, sostuvo que la propuesta de AECL para vender reactores a Turquía está mal concebida y es imprudente, y pidió un estudio de impacto ambiental en caso de que sea aprobada por Ankara.
"El primer ministro de Canadá no se atrevería a aprobar un reactor nuclear en una comunidad canadiense sin realizar antes un estudio de impacto ambiental… Este es un ejemplo de imprudencia y omisión deliberada que afectará solamente al pueblo de Turquía y naciones vecinas", dijo.
McDunough agregó que el gobierno y la AECL consideran los beneficios para la industria nuclear canadiense, pero no otros factores que también son importantes.
"Turquía tiene un historial de fuertes violaciones a los derechos humanos, tortura sistemática, muerte de prisioneros bajo custodia policial, restricciones a la libertad de expresión y detenciones irregulares", señaló.
"Además, hay un estado de guerra contra el pueblo kurdo que habita en ese país, lo cual ha causado la muerte de 20.000 personas desde 1984 y el desplazamiento forzado de dos millones de kurdos", recordó la dirigente política. (FIN/IPS/tra-en/mb/kb/lc-ml/en/98