El rostro de Bolivia cambió mucho desde el último censo del año 1992. Si entonces era un país rural, hoy es mayoritariamente urbano, porque la acentuada pobreza ha movilizado a la población del campo a las ciudades.
En 1992, la población boliviana de 6,3 millones de habitantes estaba dividida a la mitad entre rural y urbana. Ahora de sus casi ocho millones de personas, el 61 por ciento vive en las ciudades y sólo el 39 por ciento en el campo.
Ese dato es uno de los más reveladores que dejó el informe nacional "Seguimiento del Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo" elaborado este año por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y el Instituto Nacional de Estadística de Bolivia (INE).
El informe, divulgado este mes, actualiza la principal información demográfica de Bolivia en base a proyecciones, revelando escasas mejoras en las condiciones de vida de sus habitantes, y continúa calificando al país en los niveles más bajos de América del Sur.
El producto interno bruto por habitante de Bolivia es de sólo 764 dólares, muy inferior al promedio latinoamericano, de 2.389 dólares. Esos datos colocan a Bolivia en el puesto 113 entre los países más pobres del mundo.
Como consecuencia del acelerado crecimiento de las áreas urbanas -de 3,87 por ciento anual, en tanto las áreas rurales crecen a 0,11 por ciento-, las ciudades se desarrollan en forma desordenada y con una tendencia a ensanchar la brecha entre ricos y pobres.
La migración en Bolivia, ha hecho que las ciudades intermedias conserven rasgos rurales, asegura el sociólogo José Mirtenbaum.
El desmedido crecimiento de las ciudades grandes e intermedias provoca desorientación en el manejo de los espacios urbanos; pero además, la capacidad de respuesta de los municipios urbanos ha sido sobrepasada y, por tanto, se provoca la falta de servicios básicos y la saturación del espacio, dice Mirtenbaum.
La próspera ciudad de Santa Cruz, en el este del país, rica en actividad agroindustrial, es la principal receptora de los movimientos migratorios, al punto que su municipio es ahora el más grande de Bolivia, con 953.293 habitantes, y dejó atrás al municipio de La Paz, con 894.591 personas.
La densidad de población es aún baja (7,2 habitantes por kilómetro cuadrado), porque está mal distribuida, aunque se concentra en las tres grandes ciudades del eje del país: Santa Cruz, La Paz y Cochabamba.
Según la demógrafa Melvy Vargas, las ciudades no ofrecen condiciones de habitabilidad. "Bolivia puede aumentar una población mayor, pero ello supone mejorar sus niveles de desarrollo humano y no necesariamente redundará en un mayor crecimiento económico", afirma.
Según las proyecciones estadísticas, Bolivia deberá llegar a a ocho millones de habitantes en octubre próximo.
Las mujeres, y sobre todo las del campo, enfrentan la probabilidad de una muerte temprana, antes del primer o quinto año de vida, o cuando sea madre, porque en Bolivia mueren 390 madres por cada 100.000 niños nacidos vivos. Y además, 49 de cada 100 mujeres del área rural son analfabetas.
En general, la población del área rural sufre muchas carencias: sólo 19 de cada 100 habitantes del campo tienen acceso al agua potable, y 17 de cada 100 al saneamiento básico. En contraste, en las ciudades 81 de cada 100 habitantes tienen agua potable y 62 de cada 100 acceden al saneamiento básico.
Las estadísticas reservan la peor parte para las mujeres: el informe del UNFPA y el INE revelaron que en Bolivia abortan 115 de ellas cada día, en tanto que 23 de cada 100 mujeres en edad de procreación han abortado alguna vez en su vida.
El desafío boliviano es impulsar el crecimiento económico con equidad, asegura René Pereira, experto en temas de población que trabaja en una institución privada de salud reproductiva. (FIN/IPS/jcr/ag/pr/98