Millones de personas transitan angustiadas las calles de Argentina, Brasil y Uruguay en busca de trabajo, a pesar de que los indicadores muestran un crecimiento de la economía de estos tres países del Mercosur.
El director (ministro) de Planeamiento de Uruguay, Ariel Davrieux, y el ministro de Trabajo de Brasil, Edward Amadeo, reconocieron esta semana la contradictoria situación que ha generado incertidumbre en los trabajadores, pese a la satisfacción de los gobernantes.
Al disertar ante un grupo de militantes del Partido Colorado, gobernante en Uruguay, Davrieux destacó el resultado de la política económica. Durante el primer trimestre de 1998 el producto interno bruto (PIB) aumentó 6,8 respecto de igual período del año anterior.
En el mismo trimestre, las exportaciones del país más pequeño del Mercosur (Mercado Común del Sur) aumentaron 9,2 por ciento y en la primera mitad del año se registró "una significativa" baja de la inflación, que anualizada fue de 9,4 por ciento, dijo.
Sin embargo, Davrieux admitió que "mucha gente sufre", y lo atribuyó a sectores de la economía que no se han reconvertido y a que muchos pierden el trabajo ante especializaciones que desaparecen.
Un estudio del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) indicó que, durante 1997, 37 por ciento de quienes estaban en condiciones de trabajar, unas 492.000 personas, sufrió ese año algún tipo de problema laboral.
Según el INE, al 11,4 por ciento de desempleo debe sumarse una número importante de subocupados o empleados precarios que no están reflejados en esas cifras.
Los indicadores sobre empleo del INE consideran ocupado a aquella persona que trabajó al menos una hora en la semana anterior. Así, si realizó algún trabajo, aun informal, no integra las filas de los desempleados, según las estadísticas.
Del total de los que declararon estar ocupados, 15,6 por ciento tenían un empleo precario, 5,9 por ciento eran subempleados y 7,5 por ciento eran trabajadores (en su inmensa manoría mujeres) del servicio doméstico, dijeron fuentes del organismo.
Pablo, de 27 años, casado y con un hijo, dejó en mayo su empleo anterior en una empresa vendedora de electrodomésticos. El salario que recibía apenas le permitía pagar el alquiler de su vivienda y mantener el seguro médico privado.
Ahora realiza trabajos esporádicos como vendedor ambulante. "Dupliqué mi ingreso mensual pero no tengo seguro médico ni hago aportes a la seguridad social. Si algo malo pasa con mi salud o algún día tengo que jubilarme, ya veremos", dijo a IPS.
Marta tiene 47 años, dos hijos y una nieta. Hasta hace dos años trabajaba como empleada administrativa en una multinacional.
"Fui despedida y en mi lugar tomaron a una joven de 20 años a la que le pagan la mitad de lo que era mi salario. Después de buscar infructuosamente un empleo similar no tuve más remedio que trabajar por hora como empleada doméstica. Saco casi lo mismo que antes pero trabajo 15 horas por día", comentó.
El ex viceministro de Economía de Uruguay, Javier de Haedo, opinó que "antes, con más inflación, economías más cerradas y protegidas el desempleo y subempleo estaban disfrazados".
"Existía, pero estaba subsidiado por el exceso de empleados del estado y sectores manufatureros ineficientes. Cuando la economía se sincera y el estado vende algunas de sus empresas, se cae el velo y se genera un sentimiento de incertidumbre, una sensación térmica negativa", dijo a IPS.
De Haedo señaló que "hasta hace unos años la mayoría de los trabajadores tenía el empleo asegurado; empezaba y terminaba su vida laboral en la misma empresa. Hoy ni los más calificados están seguros".
En Brasil, principal socio del Mercosur, con un crecimiento del PIB en 1997 de 3,2 por ciento, se registró en mayo un desempleo sin precedentes de 8,2 por ciento.
Según el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), entre noviembre de 1997 y febrero de 1998 se perdieron 560.000 puestos de trabajo sólo en las seis regiones metropolitanas más importantes del país.
El desempleo alcanzó a 9,5 por ciento de la población económicamente activa de la capital de San Pablo, el principal centro industrial de Brasil, mientras el empleo informal continúa creciendo.
"Las nuevas tecnologías aplicadas están teniendo un fuerte impacto social por la falta de educación que caracteriza a Brasil", una situación que "será un peligro en los próximos cinco años", vatició Amadeo en una rueda de prensa.
Hace dos meses, el ministro de Trabajo de Argentina, Erman González, recomendó a Brasil no utilizar contratos temporarios de trabajo para aumentar la ocupación. "Agradecemos el consejo del ministro", respondió Amadeo con una cortés ironía, según los periodistas presentes.
El Ministerio de Economía de Argentina, el segundo país del Mercosur, informó el 17 de este mes que en mayo el desempleo se ubicó en 13,2 por ciento y la de la subocupación en 13,3 por ciento, lo que afecta a 3.450.000 personas.
De Haedo remarcó que esos datos contrastan notoriamente con el "muy fuerte" crecimiento de la actividad económica de Argentina, que entre octubre y marzo pasado aumentó por encima de siete por ciento.
Los datos oficiales indican que en Buenos Aires, la capital del Argentina, el desempleo bajó del 11,1 al 9,5 por ciento, mientras allí mismo la subocupación creció de nueve a 10,8 por ciento.
Así, la mayoría de los desocupados capitalinos que consiguió un empleo logró una ocupación de tiempo parcial.
Los expertos estiman que como el ritmo de actividad se está desacelerando, cabe esperar una agravamiento de esta situación, ya que algunas plantas automotrices y siderúrgicas anunciaron detención de su producción ante una caída de la demanda y por el mayor ingreso de insumos importados. (FIN/IPS/rr/mj/lb if/98