El gobierno militar de Birmania rechazó hoy una solicitud de varias potencias mundiales para que el embajador japonés y el encargado de negocios de Estados Unidos se reúnan con la líder opositora Aung San Suu Kyi.
El ministro de Relaciones Exteriores birmano, U. Ohn Gyaw, se negó a la propuesta de los cancilleres de Estados Unidos, Japón, Canadá, la Unión Europea, Nueva Zelanda y Australia, al cierre este miércoles de reuniones relacionadas a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).
Birmania es miembro de ASEAN desde el año pasado.
Suu Kyi, premio Nobel de la Paz en 1991, realiza desde el viernes una protesta en su automóvil. La semana pasada, las autoridades detuvieron su vehículo e impidieron que se reuniera en las afueras de la capital con simpatizantes del partido que dirige, la Liga Nacional para la Democracia.
Gobiernos extranjeros siguen de cerca los hechos entre la junta militar y Suu Kyi, mientras muchos advirtieron sobre una escalada del descontento popular durante sus reuniones con ASEAN esta semana en Manila.
El 24 de julio el vehículo de Suu Kyi fue detenido mientras ella intentaba viajar al oeste de Rangún para reunirse con simpatizantes a unos 130 kilómetros de la capital birmana.
Se trató de la tercera vez en este mes que la líder opositora se ve impedida por los militares de dejar la capital. En una ocasión, fuerzas de seguridad detuvieron su automóvil y lo situaron en dirección opuesta a la que llevaba.
La secretaria de Estado de Estados Unidos, Madeleine Albright, preocupada por las crecientes amenazas contra Suu Kyi, dijo durante las reuniones de ASEAN que la junta birmana será responsable por su "salud y bienestar".
Este miércoles Ohn Gyaw dijo que la situación política está "mejorando", y agregó que el personal de la embajada de Estados Unidos se reunió con Suu Kyi 104 veces en los últimos tres meses, y funcionarios británicos 80 veces en el mismo período.
El canciller birmano aseguró que la libertad de Suu Kyi es restringida "por su propia seguridad", y agregó que la líder opositora prometió tras su liberación del arresto domiciliario en 1995 (en el cual estaba desde 1989), que evitaría "actividades subversivas".
"La respuesta no es satisfactoria. No es una solución", dijo el canciller de Austria, Wolfgang Schussel, en representación de la Unión Europea. "Esperamos que el régimen deje ir a Suu Kyi. Debería haber libertad de movimiento de ciudadanos en su país".
Las crecientes tensiones se registran en Birmania tras la demanda de Suu Kyi, hecha en junio durante el octavo aniversario de la victoria electoral de la Liga Nacional para la Democracia en 1990, de que el régimen militar forme un parlamento antes del 21 de agosto.
El ultimátum fue visto por algunos como una señal para que la gente se movilice contra el gobierno de la junta, y por otros como una estrategia para que los militares se sienten a la mesa de negociaciones.
Muchos creen que esas negociaciones no tendrán lugar, ya que no ocurren desde hace ocho años, a menos que haya una presión sostenida de ASEAN y donantes como Japón, junto al agotamiento de grandes sumas de dinero que comenzaron a llegar al país con el nuevo gasoducto Yadana.
La situación económica en Birmania es mucho peor que después del alzamiento popular de 1988 contra los militares. Pero los extremos controles y restricciones impuestos desde entonces vuelven más difícil la movilización popular.
Además, la detención en los últimos meses de 70 representantes electos de la Liga Nacional debilitaron al partido de Suu Kyi. El miedo está presente aún en Birmania, tras la brutal represión del movimiento de 1988, en el que fueron asesinadas miles de personas.
A la vez, las continuas restricciones de los movimientos de Suu Kyi, en especial fuera de Rangún, son considerados una señal de que la junta teme que la líder opositora entre en contacto con la gente. (FIN/IPS/tra-en/tag/js/lp/ip hd/98