ARGELIA: Lucha diaria de la prensa para vivir e informar

La prensa de Argelia lucha a diario contra la muerte, atrapada entre el gobierno represor, adepto a silenciar las críticas, y grupos armados de fundamentalistas islámicos que consideran traidores a los periodistas independientes.

En los últimos cinco años, 70 reporteros, fotógrafos y otros trabajadores de la prensa fueron asesinados en los últimos cinco años por la guerrilla islámica que ganó las elecciones generales de 1991, pero no accedió al poder porque el gobierno, con el apoyo de las fuerzas armadas, anuló los comicios.

Con frecuencia, las críticas de los periodistas contra ambos bandos del conflicto civil, que costó la vida a más de 80.000 personas en los últimos seis años, generan resultados mortales para los trabajadores de la prensa.

Los asesinos atacan a sus víctimas y las matan de un tiro a la cabeza o las degüellan, a menudo frente a sus amigos o familiares. Incluso hubo casos de parejas de novios, ambos periodistas, asesinados mientras caminaban juntos. El "hijab" o velo tradicional de las mujeres no las protege de la violencia.

Muchos de los muertos ni siquiera se dedicaban al periodismo político, pero su profesión los convirtió en víctimas. Por esta razón, Argelia es uno de los lugares más difíciles del planeta para la labor de la prensa.

"Trabajar aquí es muy, muy difícil", comentó Jared, de 36 años, fotógrafo cuya obra apareció en la mayoría de las revistas internacionales. "No puedo usar mi nombre verdadero y no puedo vivir en casa. Tuve que enviar a mi esposa y mi hijo a Francia, debido al peligro".

Los periodistas como Jared siguen publicando lo que consideran es la verdad, pero deben residir en domicilios clandestinos y no se atreven a proporcionar fotos de sus rostros por temor a los ataques.

Cientos de ellos huyeron a otros países o mienten sobre su profesión. Una periodista le dijo a sus amigos y familiares que trabaja como peluquera.

Durante el día, los periodistas se reúnen para trabajar en la Casa de la Prensa, un viejo cuartel fortificado, rodeado de guardias armados y torres de vigilancia, donde operan una veintena de diarios independientes.

Sin embargo, aun en estas condiciones, cuatro periodistas del diario Le Matin murieron en 1996 por heridas recibidas tras la explosión de una bomba.

Quienes trabajan para medios de comunicación internacionales reciben ingresos respetables, pero la mayoría de los periodistas deben subsistir con menos de 100 dólares mensuales, apenas suficiente para sus necesidades diarias.

Los trabajadores de la prensa viven en habitaciones minúsculas en El Manor, un deteriorado ex hotel, convertido en un conjunto habitacional fortificado, 30 kilómetros al oeste de Argel.

Un aire triste y deprimente embarga el lugar. Los fines de semana, pequeños grupos se encuentran en el único bar del ex hotel, fuman sin parar, toman café y rara vez salen a la calle. Muchos recurren al alcohol para sobrellevar la situación.

"Aquí tenemos un dicho. Hace falta un poco de cautela, un poco de valor y mucho de fatalismo", relató Alí, un personaje melancólico que trabaja en la sección policial del diario arábigo Al Khabar.

Grupos islámicos le brindaron a Alí una fuerte golpiza. Una sonrisa cansada se dibujó en sus labios mientras reconocía que él también depende del alcohol para superar el trance.

La situación también es difícil para Jared. Al comienzo de los problemas, recibió una caja con una mortaja y amenazas de muerte en versículos del Corán.

"¡Me explotó la mente! Uno piensa que al salir a la calle lo pueden matar, como le ocurrió a muchos. Después de eso, toda tu vida cambia. Te mudas de casa, miras para todos lados, cambias tus costumbres, todo", explicó.

Haber presenciado tantas masacres tiene su precio. Jared recordó cuando una mujer le mostró un bebé cuyos padres habían sido asesinados. "¿Quién lo va a cuidar?, me preguntó. Fue muy difícil para mí porque mi hijo tenía la misma edad entonces".

"Viajaba constantemente y no podía ver a mi familia debido al peligro. Fue la única vez que me derrumbé", aseguró Jared, emocionado. "Fue muy difícil", repitió una y otra vez.

No sólo los grupos islámicos causan problemas. El régimen argelino se caracteriza por su autoritarismo, según Jared. "Las autoridades siempre preguntan por qué tomamos fotos, y nos exigen autorización. Nos tratan como espías", dijo.

Hay quienes consideran que los medios gozan de mayor libertad en Argelia que en los países vecinos, y defienden con uñas y dientes su derecho a publicar artículos críticos sobre la corrupción o cuestiones de seguridad.

Pero el gobierno controla todas las imprentas, luego de haber clausurado la única independiente el año pasado, y la mayor parte de la publicidad, lo que le otorga gran poder sobre la prensa.

Hasta la fecha, 24 imprentas fueron suspendidas por informar de asuntos "relacionados con la seguridad", una categoría amplia que, según el gobierno, incluye ataques guerrilleros, violación de derechos humanos y opiniones de fundamentalistas islámicos.

Hasta diciembre, el gobierno empleó a "comités de lectura" para garantizar que los artículos periodísticos reflejaran la versión oficial. El régimen también entabló numerosas demandas contra sendas publicaciones.

No obstante, la presión del gobierno está cediendo, con lentitud, y ningún periodista fue asesinado este año. Pero la prensa mantiene su cautela.

"La independencia significa una lucha diaria", afirmó Omar Belhouchet, director de El Watan, el diario en francés más respetado del país.

Belhouchet fue encarcelado por su trabajo y atacado en dos ocasiones por activistas islámicos que ametrallaron su automóvil, pero se mantiene optimista, aunque realista, sobre el futuro.

"El primer obstáculo es la lucha diaria contra la muerte. La realidad de la prensa argelina no es conocida en el resto del mundo, y es triste porque esta es una lucha muy simbólica. Es la lucha de los periodistas y de la sociedad para construir una democracia y una prensa libre", opinó. (FIN/IPS/tra-en/nr/rj/aq-lp/hd-ip/98

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