La primera sesión de la Asamblea autónoma de Irlanda del Norte tendrá lugar este miércoles con la participación de representantes a favor y en contra del proceso de paz.
Casi tres cuartos de los 108 representantes elegidos el jueves 25 adhieren al acuerdo de paz del Viernes Santo con el gobierno británico, alcanzado el 10 de abril, sus planes para el cuerpo legislativo, los lazos con la República de Irlanda y un amplio programa de liberación de presos y reforma policial.
El acuerdo para compartir el poder otorga cargos ministeriales a los líderes de los principales partidos de la provincia, divididos por 30 años de conflicto entre "unionistas" y "nacionalistas".
Los unionistas son en su mayoría protestantes y partidarios de proseguir la unión con Gran Bretaña, mientras los nacionalistas son mayoritariamente católicos y están a favor de la reunificación con la República de Irlanda.
La tarea comenzará este miércoles cuando un unionista protestante asuma el cargo de primer ministro y un nacionalista católico se convierta en viceprimer ministro.
Pero si alguien pensaba que los cargos se convertirían en un incentivo para la reconciliación de la sociedad profundamente dividida, se asombraría con la forma que está tomando la nueva Asamblea.
Lejos de ser un contrato para trabajar juntos en aras de la comunidad, el órgano legislativo parece ser tan peligroso como una guarida de osos.
La clave para comprender a Irlanda del Norte no se encuentra en las grandes divisiones entre nacionalistas y unionistas, o católicos y protestantes, sino en las subdivisiones de cada bando.
El moderado Partido Social Democrático y Laborista (SDLP) y el radical Sinn Féin (Nosotros Mismos, en lengua gaélica) son los dos grandes partidos del nacionalismo.
El SDLP se describe a sí mismo como partido "posnacionalista" y no tiene problemas en compartir el poder con los unionistas ni en aplazar la consideración de la incorporación de la provincia a una Irlanda unida.
El Sinn Féin es el brazo político del Ejército Republicano Irlandés (IRA), grupo armado que libra una campaña de violencia desde hace 30 años y en la actualidad mantiene un cese de fuego.
El Sinn Féin pretendía conseguir el control al superar al SDLP en las elecciones y obtener el veto en la Asamblea constituida en torno a la idea de la distribución del poder.
Según este arreglo, cada comunidad tiene poder de veto sobre la otra, pero en la práctica sólo el partido más grande lo puede aplicar.
Pero tras las elecciones, el SDLP sigue siendo el principal partido nacionalista -obtuvo 25 por ciento frente a 13 por ciento del Sinn Féin- aunque ambos grupos están creciendo, ya que la población católica aumenta más rápidamente que la protestante.
En el bando unionista se da una lucha similar entre el moderado Partido Unionista de Ulster, dirigido por David Trimble, y el radical Partido Unionista Democrático (DUP), encabezado por el reverendo Ian Paisley.
El Partido Unionista de Ulster sufrió una gran pérdida de su respaldo al obtener 20 por ciento de los votos, pero sigue al frente del unionismo.
El DUP, que recibió 19 por ciento de los votos, se opone al acuerdo de paz que dio origen a la Asamblea. El partido no participó en las negociaciones que posibilitaron los comicios del jueves y pretende poner fin al órgano legislativo.
Paisley tiene el respaldo suficiente como para ser un obstáculo, pero no tanto como para ser destructivo.
Si el Sinn Féin y el DUP hubieran recibido cinco por ciento más de los votos, la Asamblea no podría funcionar porque no se concibe la cooperación entre los representantes más radicales de la comunidad dividida.
Pero para obtener el apoyo necesario en futuras elecciones, ambos partidos deberán intentar que la Asamblea funcione. Si lo logran, habrán anulado sus propias aspiraciones declaradas de acabar con el cuerpo legislativo.
El DUP quiere destruir la Asamblea y provocar la profundización de la unión con Gran Bretaña. El Sinn Féin asegura que no desea la eliminación del legislativo, pero lo considera una vía hacia una Irlanda unida, lo que significa que pretende apoderarse del organismo.
Pero al haber aceptado la vía política, tanto el DUP como el Sinn Féin están limitados por las demandas del electorado. No podrán obtener el poder para apoderarse de la Asamblea a menos que primero convenzan a los votantes de su compromiso para preservarla.
La política le hizo el jaque mate al radicalismo en Irlanda del Norte mediante el ingenioso artificio de la Asamblea.
Este miércoles, la Asamblea sesionará por primera vez para elegir a un primer ministro unionista y a un viceprimer ministro del SDLP. No se discutirán más asuntos hasta después del verano boreal.
La incorporación del Sinn Féin al gobierno es considerada como una manera de quitarle el aguijón al IRA. Cuando el partido participó en los concejos locales por primera vez hace 10 años, sus representantes recibieron escupitajos, gritos, fueron rociados con pintura e insecticida, y algunos, asesinados.
Teniendo en cuenta esos antecedentes, la sesión de este miércoles promete ser animada. (FIN/IPS/tra-en/mod/rj/aq-ml/ip/98