El jefe de los inpectores de armas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que operan en Iraq, Richard Butler, efectúa desde esta semana nuevos estudios en este país, pero ahora más que nunca se le exigirá resultados.
Luego de meses de negociaciones entre la ONU, el Consejo de Seguridad del foro mundial y el gobierno iraquí, todos presionan al equipo de Butler para que termine de verificar si el arsenal nuclear, biológico y químico y los misiles de largo alcance fueron, en efecto, destruidos.
El funcionario, de nacionalidad estadounidense, mantuvo con firmeza su exigencia a Iraq de toda la información sobre sus programas armamentistas, mientras el gobierno de Saddam Hussein continúa afirmando que destruyó sus arsenales.
Como consecuencia de la lentitud con la que Iraq provee la información que requieren los inspectores, las sanciones que impuso la ONU hace ocho años continuarán, a pesar de que la larga espera lleva a muchos gobiernos a ponerse del lado de Bagdad.
"¿Qué hemos logrado en ocho años? Politizar este asunto es distorsionarlo", dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Iraq, Mohammed Saeed al-Sahaf después del último debate del Consejo de Seguridad sobre el asunto, la semana pasada.
Funcionarios iraquíes se han quejado durante estos años de una supuesta animadversión contra Bagdad de la Comisión Especial de la ONU para inspeccionar armas (UNSCOM) que encabeza Butler y de la mayoría de los 15 países del Consejo de Seguridad, liderados por Estados Unidos y Gran Bretaña.
Pero ahora es la UNSCOM y el Consejo de Seguridad, y no Bagdad, los que reciben presión para exhibir resultados. "El Consejo ahora pregunta a la UNSCOM sobre hechos reales", dijo Al-Sahaf.
Los representantes en el Consejo de países que han acercado sus posiciones a la de Iráq, como Francia y Rusia, exigieron la semana pasada a Butler un instructivo, al que se ha denominado "mapa de rutas", que contenga los pasos que Bagdad debe dar para librarse de las sanciones.
Algunos representantes, como Celso Amorim, de Brasil, querían detalles que van mucho más allá de la vaga lista de metas amplias que al final presentó el jefe de la UNSCOM.
Butler recordó que aun la idea de establecer un "mapa de rutas" fue considerada "inaceptable durante años" por el propio Consejo de Seguridad.
No se prevén grandes cambios en la suerte de Iraq ni en el trabajo de la UNSCOM hasta que se produzca la próxima revisión de las sanciones en octubre.
Mientras tanto, la UNSCOM suministra al Consejo más información que antes, en parte para demostrar que no es responsable de los retrasos.
Bagdad se arriesgó en febrero a sufrir un ataque de Estados Unidos cuando cerró el paso de los inspectores a varios sitios pertenecientes a la presidencia iraquí, posibilidad que impidió el secretario general de la ONU, Kofi Annan, cuando viajó para negociar en persona con Saddam Hussein el 22 de ese mes.
El gobierno iraquí logró así el involucramiento directo del secretario general y del Consejo de Seguridad en los asuntos de la UNSCOM, que a la postre logró inspeccionar todos los sitios sin condiciones.
Hasta febrero, Butler era el principal funcionario de la ONU frente a Iraq. Ahora, se le unió el representante especial Prakash Sah y el subsecretario general Jayantha Dhanapala, quien encabeza un equipo especial de diplomáticos que acompaña a la UNSCOM a las inspecciones de sitios presidenciales.
Antes, la única posibilidad de queja de Iraq ante la ONU era a través de Butler. Ahora, funcionarios como Al-Sahaf comparecen con regularidad ante el Consejo de Seguridad, y en algunas disputas logran a veces el respaldo de Shah y del mismo Kofi Annan.
El tono de las declaraciones públicas de Butler respecto de Iraq cuando fue nombrado el año pasado era de crítica. Pero eso cambió ahora, y en los últimos días se mostró cooperativo hacia Bagdad.
La pregunta que se mantiene es si Iraq hizo lo que corresponde para lograr el levantamiento de las sanciones.
Los programas iraquíes, en particular los de producción de agentes biológicos como el antrax, continúan sumidos en las tinieblas. En otras áreas, como las de tecnología de misiles, Iraq sólo debe cumplir con unas pocas metas que, como el propio Butler admitió, "pueden completarse en un día".
La cooperación de Iraq cambió poco desde el año pasado, pero la situación política sí cambió. La incapacidad de la Casa Blanca de llevar al gobierno de Israel a la senda del proceso de paz de Medio Oriente quitó oxígeno a la línea dura de Estados Unidos.
Más importante aun fue la amenaza de ataques aéreos de Estados Unidos y el acuerdo alcanzado en 11 horas por Annan y Saddam Hussein para impedirlos. Ese episodio llevó a algunos países a pensar que ya era el tiempo de ofrecer zanahorias y no garrotes a Bagdad.
Pero Washington continúa resistiéndose a cualquier compromiso en ese sentido, pues entiende que, como sostuvo el embajador ante la ONU, Bill Richardson, "las sanciones no están cerca de ser levantadas". (FIN/IPS/tra-en/fah/mk/mj/ip/98