La guerra fronteriza entre Etiopía y Eritrea desató el patriotismo en ambos países y entre ciudadanos exiliados de ambos países, quienes superaron diferencias con sus gobernantes a favor de los sentimientos nacionalistas.
Exiliados etíopes en la capital de Kenia prometieron respaldar al gobierno de su país, mientras eritreos en Sudán comenzaron a reunir fondos para la guerra en su nación de origen.
El conflicto de cuatro semanas entre ambos países se había calmado durante el fin de semana, pero escaló a partir del lunes cerca del poblado fronterizo de Zalambessa. Los dos gobiernos se acusaron mutuamente de los ataques cerca del poblado, capturado la semana pasada por soldados eritreos.
Este martes volvieron a registrarse intensos combates cerca de Zalambessa. Etiopía advirtió el lunes que no tendría más opción que renovar los ataques si Eritrea no retiraba sus tropas.
Mientras jefes de gobierno de la Organización de la Unidad Africana (OUA) reunidos en Ouagadougou, Burkina Faso, entre el lunes y este miércoles, agregaron la disputa a la lista de conflictos que necesitan su atención como mediadores, ciudadanos de ambos países se prepararon a contribuir con la guerra.
En Nairobi, imágenes de TV y prensa de etíopes llorando sobre los cuerpos de familiares asesinados en un bombardeo de las fuerzas eritreas del 5 de este mes aumentó el respaldo de los etíopes exiliados al primer ministro de Etiopía, Meles Zenawi.
Unas 50 personas murieron en el ataque lanzado contra Makele, capital de la provincia de Tigray, al norte de Etiopía.
"Es una escena que ya no podemos aceptar", dijo el periodista Sintayehu Birro. "Debemos respaldar a Meles para que derrote la agresión eritrea".
Biro, ex editor responsable de un semanario, huyó de Etiopía en junio de 1997, tras haber escapado de una segunda detención sin juicio tras publicar informaciones sobre supuestas violaciones de derechos humanos.
"Estoy preparado para regresar a mi hogar y defender a mi país", dijo Biro a IPS en Nairobi, y agregó que algunos etíopes en la diáspora dicen estar dispuestos a retornar si su servicio es requerido por el gobierno etíope.
Miles de etíopes se reasentaron en Estados Unidos, Canadá, Europa y Australia durante la guerra civil de 30 años finalizada en 1991 en su país. Otros, en general simpatizantes del ex líder marxista Mengistu Haile Mariam, huyeron después que el gobierno de Zenawi asumiera el poder ese año.
"Nuestros compatriotas en la diáspora nos llaman todos los días para expresar su disgusto ante la agresión de Eritrea", dijo Fekadu Ibrahim, ex militar del régimen de Mengistu, derrotado por los rebeldes de Zenawi en 1991.
En Jartúm, refugiados eritreos decidieron el fin de semana reunir fondos para respaldar al gobierno del presidente Issaias Afewerki contra la "agresión etíope", dijo a IPS Maria Haile, una de las refugiadas.
La confrontación con Etiopía enterró las discrepancias entre las fuerzas políticas eritreas, explicó Haile, y sostuvo que la disputa no es sobre fronteras, sino otro intento de Etiopía por "anexar a nuestro país".
Parte de la actual Eritrea perteneció al imperio etíope hasta 1889, cuando Italia colonizó el área.
El dominio italiano fue seguido por el gobierno militar británico entre 1941 y 1952, y luego por una federación entre Eritrea y Etiopía.
Sin embargo, el emperador etíope Haile Selassie redujo gradualmente la autonomía de Eritrea, desatando una guerra de guerrillas que comenzó en 1961, un año antes de que redujera a Eritrea a una provincia etíope.
La guerra finalizó en 1991, con la liberación de Eritrea, mientras la independencia formal de Etiopía se produjo en 1993.
Desde entonces, las relaciones entre ambos vecinos parecieron tranquilas hasta que el conflicto hizo erupción el 13 de mayo, cuando cada parte acusó a la otra de ocupar parte de su territorio.
El territorio disputado, el Triángulo Yigra, cubre 400 kilómetros cuadrados a lo largo de la frontera común.
Paradójicamente, los partidos de gobierno en ambos países, el el Frente de Liberación Popular de Eritrea (EFPL) y el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF), fueron grupos guerrilleros que pelearon contra el régimen de Mengistu.
Mientras, la cancillería etíope acusó a Eritrea de expulsar a 3.000 etíopes, muchos de los cuales, afirmó, fueron "expulsados con las manos vacías", y de detener a otros 530 el lunes.
Este martes una declaración de esa cancillería sostuvo que "las atrocidades eritreas contra la población civil contrastan con el cuidado meticuloso tomado por Etiopía para proteger a los civiles en este tiempo de crisis". (FIN/IPS/tra-en/mn/nb/lmd/kb/lp/ip/98