El Congreso de Estados Unidos se prepara para una nueva pelea con Bill Clinton a causa del veto presidencial a una ley que contiene sanciones unilaterales a empresas de Rusia que vendieron tecnología misilística a Irán.
La ley, propuesta el año pasado, fue impulsada por el poderoso Comité Estadounidense-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC), pero rechazada por grandes asociaciones empresariales que lanzaron una intensa campaña contra las sanciones comerciales unilaterales.
El AIPAC y sus aliados argumentaron que compañías rusas colaboraban con Irán en la fabricación del misil Shahab 3, con un alcance de 1.200 kilómetros, suficiente para golpear cualquier punto de territorio de Israel.
Fue la primera gran gestión del AIPAC ante el Congreso, que tiene mayoría del Partido Republicano, en oposición al Poder Ejecutivo desde 1981, cuando el entonces presidente Ronald Reagan logró por 52 votos a 48 la aprobación de una venta de armas por 8.500 millones de dólares a Arabia Saudita.
El Senado aprobó las sanciones contra Rusia por 90 votos contra cuatro el mes pasado y la Cámara de Representantes por 392 contra 22 hace dos semanas. Pero Clinton las vetó esta semana.
Pero el Congreso podría dejar sin efecto el veto el próximo mes con el voto de dos tercios de los legisladores en las dos cámaras.
Clinton concentrará sus esfuerzos en el Senado, donde el líder de la mayoría republicana, Trent Lott, quien apoya la ley, anunció que el levantamiento del veto se considerará en plenario en la última quincena de julio. Eso le da tres semanas para lograr que 29 senadores cambien sus votos.
El presidente perdió solo un veto en seis años, y su gobierno, apoyado por grandes grupos de presión empresariales, ataca ahora al Congreso por su tendencia a imponer sanciones unilaterales cada vez que se topa con un problema internacional.
Los empresarios afirman que el centenar de sanciones hoy vigentes contra 75 socios comerciales de Estados Unidos costaba a las compañías del país 20.000 millones de dólares al año.
La ley habría obligado al presidente a imponer sanciones contra empresas rusas, como el corte de cualquier asistencia o insumo durante dos años, cuando existiera "información fiable" de que suministraron a Irán partes de misiles o tecnología desde el 22 de enero de 1998.
Pero el gobierno de Clinton consideró que algunas de las compañías que sufrirían los efectos de la norma vetada son aliadas importantes en el abatimiento de la proliferación de armas.
La norma fue calificada también de bofetada al presidente de Rusia, Boris Yeltsin, en momentos de crisis económica en este país y cuando la Duma (congreso) se rehúsa a ratificar un acuerdo de armas considerado clave por Washington.
El proyecto había sufrido modificaciones para asegurar el máximo número de votos a favor.
El efecto retroactivo, por ejemplo, se pasó desde el 8 de agosto de 1995, cuando Rusia se unió al Régimen de Control de Tecnología Misilística, al 22 de enero de este año, cuando el ex primer ministro Viktor Chernomyirdin reafirmó la adhesión del país al acuerdo.
La inteligencia de Estados Unidos detectó numerosas transferencias de tecnología misilística de empresas rusas a Irán entre esas dos fechas.
La iniciativa también fue enmendada para otorgar a Clinton la potestad de suspender las sanciones si él creía que podrían comprometer la "seguridad nacional". Pero el presidente vetó la ley de todos modos, y se quejó en su mensaje al Congreso por su carácter potencialmente contraproducente e inflexible en exceso.
"No da suficiente flexibilidad para reflejar el progreso del gobierno ruso en la formulación de políticas cuya meta es cortar los vínculos con el programa de misiles balísticos iraní", dijo. La ley "dificultaría" el trabajo conjunto con Moscú en materia de armas, agregó en su mensaje.
Un elemento que complica la discusión es la inclusión del proyecto en la legislación relativa a la convención sobre armas químicas (CWC) de 1993, una prioridad de Clinton. El Senado ratificó el tratado el año pasado, pero el Congreso debe aprobar los medios para implementar este instrumento internacional.
Si Clinton mantiene el veto, el debate sobre la legislación relativa al CWC se postergaría al menos hasta el año próximo, pues los legisladores del Partido Republicano se resistirían a aprobarlas para presionar por su promulgación, de acuerdo con fuentes del Congreso.
Esta discusión se produce cuando, luego de un largo período de animadversión lisa y llana, Estados Unidos e Irán han emitido algunas señales de acercamiento durante un año.
Clinton declaró la semana pasada que confiaba en encaminarse hacia la normalización de las relaciones con el gobierno de Mohamed Jatami, quien hoy sufre fuertes ataques de las fuerzas conservadoras religiosas iraníes.
Una nueva serie de sanciones pergeñadas para negar a Irán los medios para armarse debilitarían la posición de este presidente reformista, el primer alto funcionario iraní que se pronunció a favor de mejorar el vínculo con el pueblo de Estados Unidos, si no con el gobierno, a través del intercambio y el diálogo.
El Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos reiteró el miércoles su oposición a las exportaciones tecnología misilística a Irán y su compromiso de impedirlas.
El portavoz del Departamento de Estado, James Rubin, dijo que el veto no tiene relación alguna con los intentos de Washington de mejorar las relaciones con Teherán.
Los patrocinantes de la ley de sanciones a Rusia en la Cámara de Representantes pretenden anular el veto esta semana, mientras Clinton visita China, pero la batalla decisiva será en el Senado el mes próximo. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/mj/ip en/98