Una cantidad anormal de defectos congénitos continúa registrándose en zonas industriales de la frontera entre México y Estados Unidos, aunque Washington aseguró que el Tratado de Libre Comercio (TLC) de América del Norte solucionaría el problema.
"Aunque los casos fluctúan cada año, los defectos congénitos siguen siendo estadísticamente elevados en la frontera", informó a IPS Russell Larson, médico del Departamento de Salud Pública de Texas. "No hay duda de que es una zona de alto riesgo debido a la pobreza y el crecimiento de las fábricas".
Desde 1986, en la zona fronteriza del estado de Texas se registró una cantidad entre dos y cuatro veces mayor de bebés nacidos con defectos del canal neuronal que en otros lugares. Entre los defectos se incluyen la anencefalía, que impide la formación del cerebro o el cráneo, y el mal de la columna vertebral conocido como espina bífida.
Durante las discusiones sobre el TLC de 1993, los detractores del acuerdo arguyeron que el problema era un ejemplo de los efectos sobre los humanos de una industrialización sin las garantías ambientales indispensables.
Los partidarios del TLC sostenían que el problema sólo se podía resolver mediante una mejor cooperación de las instituciones ambientales regionales creadas por el tratado.
"El TLC nos brinda la capacidad de asegurar que los problemas de defectos congénitos serán resueltos", declaró el entonces secretario del Tesoro de Estados Unidos, Lloyd Bentsen. El funcionario se refería a las instituciones ambientales creadas por un acuerdo paralelo.
A pesar del interés popular y de los medios de comunicación, la incidencia de algunos defectos congénitos no mejoró desde que el TLC entró en vigor el 1 de enero de 1994, sostienen funcionarios de salud pública.
Entre 1993 y 1996, unos 46 niños nacieron con defectos del canal neuronal en el condado estadounidense de Cameron, donde se encuentra la localidad de Brownsville, señaló Larson.
En este lapso y en los cuatro condados fronterizos con México, incluso el de Cameron, estudiados por el Departamento de Salud Pública, hubo unos 15 casos con este tipo de defectos por cada 10.000 nacimientos. En 1995, la cantidad promedio en Estados Unidos era 6,2 cada 10.000 nacimientos.
La salud pública en Texas comenzó a estudiar los defectos de canal neuronal luego del nacimiento en 1991 de varios niños con anencefalía en Brownsville.
Sólo en un lapso de 36 horas, tres mujeres dieron luz a niños anencefálicos. Hasta mayo de 1991, hubo 30 casos en Texas y 42 en Matamoros, en el estado mexicano de Tamaulipas.
En Tamaulipas se encuentran cientos de maquilas (zonas de procesamiento de exportaciones) de propiedad extranjera, y el estado tuvo 386 casos registrados de anencefalía entre 1987 y 1992.
Aunque los casos de defectos de canal neuronal siguen siendo elevados en la región fronteriza, desde entonces no se experimentó una situación tan drástica como la de 1991, explicó Larson.
A pesar de una investigación del Centro de Control de Enfermedades, en Estados Unidos, y el Departamento de Salud Pública de Texas, la causa específica de la epidemia nunca se determinó.
El estudio identificó cuatro posibles causas de anencefalía: consumo de maíz contaminado, deficiencia vitamínica de ácido fólico, exposición a químicos tóxicos e ingestión de fármacos.
El estudio oficial se concentró más que nada en la hipótesis del ácido fólico y halló que altas dosis de esta vitamina durante el embarazo pueden reducir significativamente la posibilidad de concebir hijos afectados por defectos del canal neuronal.
En la actualidad, el Departamento de Salud Pública de Texas recomienda tomar suplementos de ácido fólico a las madres que tuvieron hijos con este tipo de defectos.
Pero Carmen Rocco, médica del Centro Comunitario de Salud de Brownsville, no concuerda con el énfasis puesto por el departmento en el ácido fólico.
"Aunque las madres de niños anencefálicos se benefician con los suplementos de ácido fólico, ninguna tuvo deficiencias de la vitamina", aseguró.
"El Departamento de Salud Pública de Texas tenía que dar la imagen de que estaba haciendo algo, así que promovió el consumo de las vitaminas. Pero los casos de anencefalía disminuyeron antes de que se fomentara el uso del ácido fólico, no por su causa", afirmó Rocco a IPS.
Rocco cree que el departamento de salud pública y la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos no analizaron en forma suficiente la contaminación como causa posible de los defectos.
"Un estudio de cinco años de la región fronteriza, publicado por la EPA, omitió en forma descarada un análisis ambiental de la contaminación en Matamoros. Se debe hacer más para que las comunidades de ambos lados de la frontera participen en la búsqueda de respuestas", dijo.
Rocco mencionó estudios que vinculan los defectos congénitos con la exposición a productos químicos, como uno publicado en 1990 por la publicación American Journal of Epidemiology. El trabajo halló que los hombres trabajadores de ciertas industrias tenían 2,5 más probabilidades de engendrar hijos con anencefalía.
Las familias de los niños deformes y muertos en Brownsville entablaron una demanda en la que culpan a un cóctel aéreo de solventes, ácidos y metales pesados, originario de las fábricas de propiedad estadounidense en la altamente industrializada ciudad de Matamoros.
Las compañías, entre ellas General Motors, Kemet Electronics y Trico, niegan haber causado los defectos congénitos.
Antes de que el caso llegara a juicio, las firmas llegaron a un acuerdo con los demandantes en 1995 y pagaron 17 millones de dólares a las familias.
Más de 40 mujeres que trabajaron en Matamoros en la estadounidense Mallory Capacitor Company entre 1968 y 1977 y tuvieron hijos con defectos similares, también entablaron una demanda contra la compañía.
En 1995, 80 familias mexicanas llegaron a un acuerdo extrajudicial por el que recibieron 15 millones de dólares. A cambio, las compañías no reconocieron haber cometido un delito. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/aq-lp/he en/98