El gobierno de Argentina celebra que la economía local crezca y baje el desempleo, pese a la crisis financiera internacional. Sin embargo, se observa una profundización de la pobreza que los expertos atribuyen a planes de empleo del Estado, creados para disimular la desocupación.
"Hay un nuevo empleado público de fin de siglo en Argentina" que es el trabajador precario. Se sostiene con un ingreso promedio de 176 dólares mensuales del Estado -frente a un salario mínimo de 500- y su tarea se parece más a un entretenimiento que a un empleo, dijo a IPS el sociólogo Artemio López.
Así como en los años 80, el Estado cargaba con una enorme masa de empleados, tanto en la administración pública como en las empresas estatales hoy privatizadas, ahora el Estado reducido en su estructura diseña planes de empleo público con financiamiento de organismos internacionales de crédito.
Y estos planes de empleo público, al igual que en los 80, ocultan su intención clientelar.
Para atender a 9.000 desocupados en La Rioja, la provincia natal del presidente Carlos Menem, se distribuyeron 5.100 empleos precarios de 200 dólares mensuales, mientras que en la capital, para 170.000 desocupados se repartieron 303 puestos.
Mediante esta modalidad de empleo público, que se expandió en 1997 a través de cuatro programas, el Estado logró bajar la desocupación de 17,3 a 13,7 por ciento en el año último, y se estima que aún descenderá hasta 12 por ciento cuando se conozca la medición de mayo de este año.
Uno de los planes señala que su objetivo es "brindar ocupación transitoria a trabajadores en condiciones de pobreza o vulnerabilidad social, reducir el impacto de la caída del nivel de ingreso de los hogares por la pérdida de empleo, y mejorar la empleabilidad de dichos trabajadores".
La caída de la desocupación coincide con altas tasas de crecimiento del producto interno bruto. En 1997, la economía argentina creció ocho por ciento y la tendencia se mantuvo en el primer trimestre de este año por el desarrollo de algunos sectores que no son fuertes demandantes de trabajadores.
El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos señala que en los últimos meses se registra un incremento de la pobreza y de la indigencia -familias con ingresos menores a 280 dólares la mes-, que paradójicamente convive con la caída de la desocupación.
López cree que la pobreza se está profundizando en sectores tradicionalmente de bajos recursos, un fenómeno que estaría directamente relacionado con el empleo precario. Sin planes de empleo, la desocupación sería mucho mayor, con los planes se disimula el desempleo pero no la pobreza, aclaró el sociólogo.
El gobierno puso en marcha en 1997, con fondos del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo, una serie de planes para realizar "tareas comunitarias" en un período de dos a seis meses, sin aportes previsionales ni prestaciones de salud.
Según un informe elaborado por López, del total de nuevos puestos creados en 1997, el 41,5 por ciento corresponde a planes del Estado: Plan Trabajar I, Plan Trabajar II, Plan Forestar y Plan de Servicios Comunitarios.
Otro 30 por ciento corresponde a contratos promovidos, que son empleos precarios en el sector privado con parte de subsidios y sin los beneficios sociales propios del empleo tradicional.
Del total de nuevos puestos, sólo 28,5 por ciento corresponde a empleo genuino en el sector productivo.
Para este año el gobierno prepara un nuevo plan -Pro Empleo- diseñado para el sector privado y destinado a combatir el núcleo duro de la desocupación: jefes de familia con 38 años o más.
El programa consiste en que el Estado otorgue 100 dólares al mes adicionales al salario que pague la empresa y, a su vez, que exima al empleador del pago de prestaciones previsionales. Así podrá seguir bajando el desempleo durante este año.
La economista Mercedes Marcó del Pont, directora de la consultora FIDE, observó también que de acuerdo a los datos oficiales, en los últimos meses aumentó la pobreza y la indigencia, pese a que la economía continúa creciendo a buen ritmo.
"Una interpretación adecuada de este fenómeno señala que por debajo del crecimiento económico hay un proceso de degradación de las condiciones del mercado de trabajo", señala la economista, que identificó a los nuevos empleos como de "baja calidad".
Así como en 1993, el aumento de la pobreza estuvo asociado al aumento de la desocupación, la actual "precarización" de las condiciones de trabajo es un factor determinante para empeorar la desigualdad social, señaló Marcó del Pont.
Para López y Marcó del Pont, la euforia oficial por la caída del desempleo no se justifica.
"Si no fuera por la intervención del Estado, la economía argentina de fin de siglo no lograría generar puestos de trabajo genuino ni siquiera para satisfacer el crecimiento de la población activa", remarcó López. (FIN/IPS/mv/ag/if/98