El mercado negro de fármacos florece en Camerún, dado que en hospitales y farmacias estatales de este país africano las medicinas son inexistentes o demasiado caras. Pero el uso de estas medicinas baratas puede provocar la muerte.
Aunque la existencia de fármacos a bajo precio es una buena noticia para la mayor parte de la población, el ministro de Salud Pública, Gottlieb Monekosso, advirtió que muchas de las medicinas, ocultas en ocasiones en paquetes de cigarrillos, pueden ser muy peligrosas.
La ofensiva del gobierno contra los vendedores ilegales de fármacos comenzó hace tres años, cuando un periodista de Radio Camerún, de la localidad de Ebolowa, en la provincia del Sur, denunció la muerte de cuatro personas por haber ingerido medicinas adquiridas en la calle.
Pero la ofensiva se limitó a las ciudades, y la policía realizó su labor a medias. Algunos agentes incluso realizaron acuerdos comerciales con los vendedores.
"Esta es la única manera de que yo sobreviva", sostuvo un universitario egresado de la Universidad de Yaoundé I. "No hay trabajo. Mis padres son pobres y no pueden pagar para que continúe mis estudios, ni otorgarme dinero para abrir un negocio".
Los vendedores tienen poco o ningún conocimiento de los fármacos que venden. El resultado es que miles de personas toman la medicina equivocada, o la correcta, pero en dosis inadecuadas.
La mayoría de los fármacos vendidos en las calles de Camerún son productos falsificados importados de la vecina Nigeria o de países de Asia meridional, según funcionarios del Ministerio de Salud Pública.
Pero el estudiante vendedor niega que sus medicinas sean nocivas. "Mis fármacos proceden de Nigeria. Si son baratos, es porque ese país tiene un gran mercado y los remedios se producen en forma masiva y a bajo costo. Son las mismas que consumen los nigerianos, autorizadas por el gobierno", aseguró.
Muchas personas conocen los riesgos, pero explican que no tienen otra opción. La oferta de fármacos baratos en los hospitales estatales no es adecuada y tras la devaluación del franco, en 1994, los precios de las farmacias sufrieron un aumento superior al 100 por ciento.
El funcionario Peter Tamfu dijo a IPS que las personas deben elegir entre comprar los fármacos en la calle o permitir que muera un ser amado.
"Tengo seis hijos, dos en la universidad, tres en secundaria y uno en primaria. Mi salario es muy bajo. Cuando voy al hospital, me recetan una larga lista de fármacos. Pero debido a los altos precios de las farmacias, no los puedo pagar", dijo.
"¿Quiere que me quede sentado mientras mis hijos se mueren? No, tengo que hacer algo", añadió Tamfu.
"Lo importante de los fármacos, aunque procedan de Nigeria o de otro lado, es que funcionen. El efecto quizá sea psicológico, pero lo importante es que alivien el dolor", afirmó.
El gobierno redujo en gran medida su gasto de salud debido a una prolongada recesión económica y a la devaluación de la moneda.
Yaoundé destina tres por ciento de su presupuesto anual a la salud, según algunas estimaciones. La oficina en el país de la Organización Mundial de la Salud recomendó al gobierno que eleve el gasto a 10 por ciento.
El legislador Aka Amuam, del opositor Frente Social Democrático, señaló que el gobierno sigue gastando más del doble en defensa que en la salud, según el nuevo presupuesto presentado al parlamento la semana pasada por el primer ministro Peter Mafany Musonge.
El país tampoco ejerce un control de calidad de los fármacos, permitiendo que el mercado sea vulnerable a la aparición de medicinas falsificadas y peligrosas. La Oficina Nacional Farmacéutica, principal organismo de control, sucumbió debido a las deudas y la mala administración.
El Laboratorio Nacional, sucesor del organismo fallido, no tiene los fondos necesarios para realizar su labor con eficacia.
Funcionarios de salud pública estiman que existen unos 4.000 fármacos en el mercado de Camerún. En 1995, el Laboratorio Nacional sólo pudo analizar 85 remedios, y 22 resultaron ser falsificaciones. De las 102 medicinas analizadas en 1997, 17 no eran legítimas.
El desafío de Camerún radica en proponer un nuevo sistema de salud pública que proporcione los fármacos básicos a los centros de salud, a precios razonables, quitándole el negocio a los vendedores ilegales, declaró el ministro Monekosso. (FIN/IPS/tra-en/tm/pm/aq-lp/he/98