El gran aumento de inversiones extranjeras directas favorecen la economía de Brasil en la actualidad pero, tal como la deuda externa, pueden crear dificultades futuras, con la fuerte expansión de las remesas de utilidades.
El alto costo de esos recursos se evidenció el año pasado, cuando salieron de Brasil 6.508 millones de dólares en utilidades y dividendos, según datos oficiales procesados por la Sociedad Brasileña de Estudios sobre Empresas Transnacionales y Globalización Económica (SOBEET).
Las remesas aumentaron 69,4 por ciento, en relación al año anterior. En 1992 se habían limitado a 649 millones de dólares, pero crecieron geométricamente a partir de 1993, decuplicando en cinco años.
Los próximos dos o tres años esa sangría debe estabilizarse entre 6.000 y 8.000 millones de dólares, pero se elevaría a cerca de 10.000 millones de dólares en cinco años, previó Octavio de Barros, director técnico de SOBEET.
Eso "condena" el país a hacerse un gran exportador, para obtención de abultado superavit comercial, como exigencia para evitar un mayor desequilibrio futuro de las cuentas corrientes externas, evaluó Antonio Barros de Castro, economista de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
Brasil viene registrando un déficit anual en esas cuentas que superan el cuatro por ciento de su producto interno bruto (32.000 millones de dólares), considerado un factor de vulnerabilidad de su economía a las turbulencias financieras internacionales.
La expansión explosiva de las remesas de utilidades acompañan igual tendencia en el ingreso de inversiones directas, que sumaron cerca de 17.500 millones de dólares el año pasado, en los cálculos de SOBEET, contra 9.580 millones en 1996 y sólo 3.285 millones de dólares en 1995.
El nivel de 1997 debe mantenerse hasta el 2001, sostenido por las privatizaciones y el agitado mercado de adquisiciones de empresas nacionales por extranjeras, estima Octavio de Barros.
La SOBEET explica el salto en las remesas al exterior en los últimos años por dos factores. Las empresas extranjeras pasaron efectivamente a obtener más utilidades, al estabilizarse la moneda nacional desde 1994.
Además, a partir de 1996 una ley desgravó la remesa de utilidades y dividendos, incluso como forma de estimular nuevas inversiones, al adoptar reglas similares a las de otros países.
Como las empresas aprovecharon intensamente la nueva legislación en 1997, lo más probable es una reducción de las remesas este año, según el director de la Sociedad de Estudios.
Las privatizaciones no justifican esa tendencia, como creen muchos analistas, según la SOBEET, porque la adquisición de empresas estatales por el capital extranjero representó sólo 27,6 y 29,4 por ciento de las inversiones externas directas en 1996 y 1997, respectivamente.
Para las autoridades brasileñas, el crecimiento de las salidas es menos preocupante por no representar un tendencia. Gran parte de las ganancias de las empresas extranjeras es "reinvertida en el país, en sus propias plantas o en la compra de otras", arguyó Altamir Lopes, jefe del Departamento Económico del Banco Central.
Pero el analista analista independiente Marcelo Allain recordó que las remesas de utilidades presentan un riesgo adicional, sobre los intereses de la deuda externa porque son menos previsibles, al no depender de contratos sino de decisiones de las empresas, presionando las cuentas externas en momentos inesperados.
Su comportamiento a lo largo de los años indican esa irregularidad. En 1989 las remesas alcanzaron 2.384 millones de dólares, cifra récord en la década pasada, bajando a 688 millones en 1991 y a 649 millones en 1992, antes de subir a 2.051 millones de dólares en 1993.
Pero el fuerte ingreso de inversiones es clave para impulsar el crecimiento económico del país, con la consecuente generación de empleos, destacó el presidente del Banco Central, Gustavo Franco, al divulgar el primer censo de capitales extranjeros en Brasil, concluido el mes pasado.
Cada dólar venido de afuera estimula la inversión de otros siete dólares en la economía nacional, según las estadísticas del Banco Central.
El censo indicó que los 42.530 millones de dólares de inversiones extranjeras acumuladas en Brasil hasta 1995 fueron invertidos en 6.322 empresas, cuyos activos totales sumaban 274.0000 millones de dólares.
Además, observó Barros, las empresas extranjeras instaladas en el país tienen más facilidades para exportar, contribuyendo para equilibrar el comercio exterior. El 42 por ciento de sus exportaciones se destinaron a empresas del mismo grupo, según el estudio del Banco Central.
Con la baja tasa de ahorro interno, estancado en cerca de 17 por ciento del PIB, sin el aporte externo será muy difícil a Brasil volver al crecimiento económico de seis por ciento, nivel considerado el mínimo indispensable para generar empleos suficientes para las nuevas generaciones y reducir la pobreza. (FIN/IPS/mo/ag/if/98