El mundo supo de la importancia de la ciencia forense para la investigación de crímenes de guerra a fines del verano boreal de 1996, cuando un tribunal internacional creado por la ONU envió un equipo de científicos a estudiar restos hallados en fosas comunes en la antigua Yugoslavia.
Los especialistas simplemente continuaban el trabajo que había iniciado varios años atrás Médicos por los Derechos Humanos (MDH), una organización de profesionales de la salud, científicos y ciudadanos preocupados con sede en Boston, Estados Unidos.
MDH utiliza los conocimientos y las técnicas de las ramas forenses de la medicina, antropología, arqueología, patología y otras ciencias para investigar y prevenir violaciones a los derechos humanos.
Desde su fundación en 1986, MDH realizó diversos estudios, incluidas exhumaciones y autopsias, de restos de personas presuntamente torturadas y ejecutadas extrajudicialmente en Brasil, Checoslovaquia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Israel, el Kurdistán iraquí, Kuwait, México, Panamá, Ruanda y Tailandia.
Durante la guerra de Yugoslavia, unas 200 personas que se habían refugiado en 1993 en el hospital Vukovar, en Croacia, fueron subidas a camiones por la fuerza, llevadas a una granja remota en la localidad de Ovcara, ejecutadas y apenas enterradas en una fosa común.
En 1992 y 1993, un grupo de arqueólogos, antropólogos y patólogos forenses de MDH desenterraron restos de esos cuerpos y permitieron así que el Tribunal de Crímenes de Guerra para la Ex Yugoslavia procesara en 1995 a tres oficiales serbios del ejército yugoslavo.
El antropólogo forense Clyde Snow había descubierto los huesos en Ovcara tras ser guiado hacia allí por un hombre que afirmó ser sobreviviente de la masacre.
"Los huesos son a menudo nuestros últimos y mejores testigos: nunca mienten y nunca olvidan", comentó Snow.
A mediados de los años 80, Eric Stover, quien se transformó en vicedirector ejecutivo de MDH, se dio cuenta de la contribución única que puede hacer la ciencia a la causa de los derechos humanos.
Mediante la exhumación de fosas comunes, análisis antropológicos de huesos y de ADN (ácido desoxirribonucleico), científicos forenses pudieron establecer la causa y la forma del deceso, proveer pruebas físicas de asesinatos políticos e identificar los cuerpos de "desaparecidos".
En los 10 años siguientes, científicos de MDH encabezados por Stover y Snow recabaron pruebas de ejecuciones extrajudiciales en Guatemala, Brasil, Honduras y México, y de masacres en la categoría de crímenes contra la humanidad en el Kurdistán iraquí, así como de los genocidios en la ex Yugoslavia y Ruanda.
La comunidad internacional, en gran parte sobre la base del trabajo de MDH, y por primera vez desde los juicios de Nüremberg, estableció tribunales internacionales en 1993 y 1994 para juzgar individuos por los crímenes de guerra cometidos en la ex Yugoslavia y Ruanda.
Tras reconocer el valor de las pruebas forenses para estos juicios, los fiscales de esos tribunales solicitaron a MDH que les asistieran en la exhumación y el examen de restos sacados de fosas comunes.
En 1996, el antropólogo forense William Haglund y Robert Kirschner, director del Programa Forense Internacional de MDH, encabezaron un grupo de unos 90 científicos voluntarios que desenterraron cerca de 650 cadáveres de cuatro sitios en la ciudad de Srebrenica y sus alrededores, en Bosnia.
La mayoría de los cuerpos presentaban múltiples orificios de bala y muchos tenían vendas en los ojos y las manos atadas a la espalda.
Para ayudar a los familiares de las víctimas a recobrar los restos, MDH estableció un proyecto de identificación bajo la dirección de Laurie Vollen.
En Ruanda, equipos de MDH reunieron pruebas del genocidio ocurrido en 1994 al desenterrar 450 cuerpos de una fosa común de la localidad de Kibuye que presentaban heridas de machete y traumatismos varios.
MDH también presionó en 1993 para obtener el reconocimiento del pleno alcance de los crímenes de guerra cuando Shana Swiss, entonces directora del Programa de la Mujer de MDH, presentó pruebas de una violación masiva en Bosnia-Herzegovina al tribunal para Yugoslavia.
Swiss urgió al tribunal a clasificar la violación como un crimen de guerra, lo que hizo formalmente en 1996.
El trabajo forense de MDH también permitió a huérfanos de guerra reunirse con sus familias en El Salvador. Desde 1994, la organización trabaja con el sacerdote Jon Cortina y la Asociación de Búsqueda de Niños Desaparecidos para reunir con sus familiares a niños secuestrados por militares a comienzos de los años 80.
Las pruebas de ADN se realizan ahora en el nuevo laboratorio de genética de MDH en Seattle, bajo los auspicios de la genetista Mary-Claire King, profesora de Medicina y Genética de la Universidad de Washington.
King patrocinó el uso de la tecnología genética para la promoción de los derechos humanos cuando trabajó en casos de desapariciones en Argentina, en la década de 1980.
Se trata del primer laboratorio dedicado exclusivamente a la aplicación de la genética a la investigación de violaciones a los derechos humanos. Está dirigido por Michele Harvey, genetista molecular de la Universidad de Harvard y miembro del Consejo Directivo de la Universidad de Washington.
El laboratorio es capaz de trabajar con ADN mitocondrial, que se encuentra en el citoplasma. A diferencia del ADN de los genes nucleares, sólo se transmite de madre a hijo.
Este análisis es particularmente útil para identificar a víctimas de violaciones a los derechos humanos cuando no existen registros médicos ni odontológicos o cuando los restos óseos no son suficientes para una identificación positiva.
La prueba exige la comparación del ADN extraído de los dientes o los huesos del cadáver con el obtenido de la sangre o los cabellos de sus familiares por línea materna. Para tales trabajos, la ONU (Organización de las Naciones Unidas) continuará dependiendo del MDH.
Las investigaciones a menudo enfrentan obstáculos, señaló Myriam Dessables, de la oficina del portavoz del secretario general de la ONU.
Los estados miembros del foro mundial deben ponerse de acuerdo para enviar investigadores al lugar de los hechos, y aun con la bendición del Consejo de Seguridad, el equipo investigador puede tener dificultades para obtener financiación. "A la gente le cuesta entender eso", dijo Dessables.
Hasta ahora, por ejemplo, la ONU no ha podido investigar la masacre de indígenas ocurrida el pasado diciembre en el estado de Chiapas, México, ni las matanzas sistemáticas de civiles en Argelia. Pero cuando se decida, MDH estará listo para ayudar. (FIN/IPS/tra-en/jmp/mom/rj/ml/hd-sc/98