NEPAL: La corrupción pasó por el templo

El Pashupatinath es el principal templo de Nepal, pero el relevo del Mul Bhatta, su sacerdote máximo, dejó en evidencia que el terreno sagrado dedicado a la diosa hindú Shiva fue oscurecido por la sombra de la corrupción.

Los rumores sobre el manejo doloso de las ofrendas habían plagado las cercanías de los altares del templo, y la situación se desencadenó hace una semana cuando Subrahmanyam Shastri Markandeya, que había sido el Mul Bhatta durante siete años, abandonó su cargo.

Markandeya había presentado su renuncia al rey Birendra de Nepal con la esperanza que fuera rechazada, pero el monarca decidió aceptarla, un hecho sin precedentes pues es la primera vez que la realeza se ve obligada a intervenir en el templo desde su construcción, en el siglo XVII.

Nepal es el único país que abraza el hinduísmo como religión oficial. De sus 21 millones de habitantes, 85 por ciento profesan esta fe, que influye sobre todos los aspectos de la vida diaria.

El templo de Pashupatinath está a orillas del río Bagmati, en Katmandú, y recibe la visita de miles y miles de peregrinos hindúes de Nepal e India, que también se bañan en las aguas sagradas, realizan ofrendas y creman a sus muertos.

El fervor religioso alcanza la máxima intensidad en febrero y marzo, cuando los devotos llegan en masa para celebrar el Shivaratri, el cumpleaños de Shiva, diosa reverenciada como creadora y destructora.

Las celebraciones son presididas por el Mul Bhatta, quien tiene control total sobre todo lo que sucede en el recinto, incluso sobre el manejo de las ofrendas recibidas por el templo más rico de todo Nepal.

Los sacerdotes son solicitados por los devotos más ricos, que entregan millones de rupias, además de oro, joyas y piedras preciosas para ganar el privilegio de una oración o "puja" en su favor.

Markandeya estaba bajo severo cuestionamiento de muchos fieles para quienes su principal interés era acumular fortuna personal. "Le pagué y pronunció la 'puja' a toda velocidad para atender enseguida al que venía detrás de mí", se quejó Sumitra Devi, uno de los devotos que suelen asistir al templo.

Pero había acusaciones más serias, según las cuales el sumo sacerdote se apropiaba de casi medio millón de dólares anuales de las colectas religiosas. Esto detonó una intensa campaña en su contra que encontró tribuna en los diarios locales.

"La gente ya no tolera la corrupción", declaró una autoridad del Fondo para el Desarrollo del Area de Pashupati (PADT), entidad encomendada por el gobierno para conservar y administrar el templo.

Ante la presión pública el PADT aprobó en abril un nuevo reglamento que obligaba a registrar todas las pertenencias y las ofrendas recibidas por el templo, incluso las más pequeñas.

En vez de acogerse al reglamento, Markandeya lo desafió y no hizo ningún registro, de acuerdo con lo informado en el PADT.

Su próximo paso fue el de presentar su renuncia ante el rey, tal como lo manda la tradición religiosa, con la esperanza de que al rechazarla el monarca lo legitimara.

Sin embargo, el rey Birendra la aceptó, y en cambio rechazó la de otros tres jerarcas del templo que también habían renunciado. Uno de ellos, Ananta Krishna Tog Shastri, será ahora el nuevo Mul Bhatta. (FIN/IPS/tra-en/sp/an/lc-mj/ip cr/98

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