El primer ministro de Israel, Binyamin Netanyahu, viajará a Estados Unidos esta semana, pero no para asistir a la cumbre israelo-palestina propuesta por el presidente estadounidense Bill Clinton.
En cambio, Netanyahu se reunirá este miércoles con la secretaria de Estado Madeleine Albright para dialogar sobre la negativa de Israel a aceptar una propuesta de Washington para un nuevo repliegue de tropas israelíes de Cisjordania.
El portavoz del Departamento de Estado, James Rubin, declaró en Washington este lunes que, tras reunirse con Netanyahu, Albright estará "en condiciones de decirle al presidente si ella considera que existe una base para lanzar conversaciones de paz permanentes".
El viaje de Netanyahu originalmente estaba previsto para que pronunciara sendos discursos ante el Comité Judío Estadounidense y el Comité Estadounidense de Asuntos Públicos de Israel, dos influyentes agrupaciones pro-israelíes con sede en Washington.
Pero sin duda también utilizará la ocasión para recabar apoyo hacia su línea dura sobre el proceso de paz de Medio Oriente, que llevó las relaciones entre su país y Estados Unidos a su punto más bajo en muchos años.
Netanyahu no dialogará con Clinton directamente, ya que el mandatario estadounidense viajará a Gran Bretaña en la noche de este martes para un encuentro del Grupo de los Ocho en Birmingham.
Varios observadores de Medio Oriente señalaron que, siempre que un primer ministro de Israel se traba en una disputa con cualquier presidente de Estados Unidos, sale perdiendo.
Un ejemplo es la ocasión en que el primer ministro israelí Yitzhak Shamir se enfrentó públicamente en 1991 con el presidente estadounidense George Bush porque éste le negó la garantía de un préstamo de 10.000 millones de dólares que Israel pretendía obtener en el mercado financiero internacional.
El dinero sería utilizado para construir nuevas viviendas para inmigrantes judíos de la ex Unión Soviética.
Bush exigió que Shamir detuviera la construcción de asentamientos judíos en los territorios palestinos ocupados para que Washington garantizara el crédito, a un costo de 800 millones de dólares para el Tesoro de Estados Unidos. Shamir se negó.
Fue en ese marco que tuvieron lugar las elecciones generales israelíes de 1992, en que el derechista Partido Likud de Shamir fue derrotado por el Partido Laborista de Yitzhak Rabin.
Sin embargo, aquellos que se refieren a ese episodio pasan por alto las enormes diferencias entre Shamir y Netanyahu. El actual primer ministro es el más joven y más "americanizado" de la historia de Israel.
Observadores israelíes creen que Netanyahu sabe más sobre el funcionamiento del Congreso estadounidense que del parlamento israelí.
Netanyahu vivió 16 años en la costa oriental de Estados Unidos en carácter de estudiante, empresario y luego diplomático.
Llegó a Estados Unidos junto a su familia en 1964, cuando su padre, el académico de derecha Bentzion Netanyahu, abandonó la Universidad Hebrea de Jerusalén para enseñar en una universidad de Filadelfia, luego de que le negaron la condición de profesor numerario.
Tras concluir su educación secundaria en Filadelfia, Netanyahu cumplió tres años de servicio militar obligatorio en las fuerzas armadas israelíes.
Luego concurrió al Instituto Tecnológico de Massachusetts, donde obtuvo una maestría en administración de empresas. Al egresar, Netanyahu trabajó como consultor, entre otras cosas, en Estados Unidos y luego en Israel, donde se convirtió en ejecutivo de ventas de una compañía mobiliaria.
En 1982, el primer ministro Menachem Begin nombró a Netanyahu, entonces de 32 años, embajador de Israel ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por recomendación de Moshe Arens, representante israelí ante Washington e ingeniero egresado del Instituto Tecnológico de Massachussets.
Netanyahu pasó dos años ante la ONU y, al volver a Israel, dirigió el Jonathan Institute, un centro de investigación especializado en terrorismo.
No fue hasta 1988 que se convirtió en legislador por el derechista Partido Likud. En un lapso de cinco años se convirtió en líder del grupo político, en gran medida gracias a la colaboración financiera y profesional de sus amigos judío- estadounidenses de derecha.
De los cuatro candidatos para dirigir el Likud, Netanyahu era el más joven y menos conocido. Se había desempeñado como subsecretario del canciller David Levy, uno de sus rivales para la presidencia del partido, y luego como asesor de Shamir.
Por primera vez, en marzo de 1993, los miembros del Likud pudieron elegir su presidente por vía directa, de forma similar a lo que ocurre en las elecciones primarias de Estados Unidos.
Los rivales de Netanyahu, entre ellos Levy y Benny Begin, hijo del ex primer ministro, no contaban con los recursos financieros y profesionales de aquél.
Unos 142.000 de los 216.000 miembros del Likud votaron y, de ellos, 52 por ciento lo hizo por Netanyahu, frente al 27 por ciento que respaldó a Levy.
Lo que convierte a Netanyahu en un político más al estilo de Estados Unidos que de Israel es su habilidad para utilizar la televisión como medio de transmisión de su mensaje. Su rival, el veterano Shimon Peres, parecía un principiante en el único debate televisivo que mantuvieron durante la campaña electoral.
No es de sorprender que algunos políticos de Estados Unidos hayan acogido a Netanyahu como a ningún otro de sus contemporáneos en Israel. Lo consideran uno de los suyos. Hace dos años, cuando Netanyahu habló ante el Congreso, en Washington, los aplausos interrumpieron su discurso 14 veces.
Luego de que Albright no pudo conseguir la semana pasada que Netanyahu aceptara la propuesta de Washington para retirar las tropas israelíes de parte de Cisjordania, una mayoría de los 435 legisladores de la Cámara de Representantes escribió a Clinton que Israel no debía aceptar el plan de Estados Unidos.
El presidente republicano de la cámara baja, Newt Gingrich, declaró que al presionar al estado judío, Clinton pone en riesgo la seguridad de Israel y se alinea junto con los palestinos en contra de ese país. (FIN/IPS/tra-en/dh/rj/mk/ml-aq/ip/98