El referendo del acuerdo de paz en Irlanda del Norte fue solo uno de los primeros pasos del proceso. El próximo será el 25 de junio, cuando la ciudadanía elija una nueva asamblea en la que participarán todas las partes en conflicto.
Luego del abrumador 71 por ciento del viernes a favor del acuerdo de Viernes Santo, la paz continuará "avanzando a los tropiezos", como lo describió Mark Durcan, alto dirigente del partido nacionalista irlandés moderado SDLP.
La intención de quienes elaboraron el acuerdo es generar, a través de instituciones que trasciendan las fronteras, alianzas entre británicos e irlandeses en Irlanda del Norte, así como entre los administradores británicos de la provincia y los gobernantes de la independiente República de Irlanda en el sur.
El territorio se dividió cuando los seis condados del norte, de mayoría protestante, permanecieron bajo régimen británico tras la independencia del resto de la isla al final de la primera guerra mundial.
El conflicto entre los nacionalistas católicos y los "unionistas" protestantes se arrastró durante décadas.
Un acuerdo negociado con grandes dificultades entre ambos bandos en Irlanda del Norte y los gobiernos de la República de Irlanda y Gran Bretaña fue refrendado el viernes por la población de toda la isla.
Pero más de la mitad de los protestantes del Norte rechazaron los acuerdos. Si la mitad de los candidatos que elija la colectividad unionista el 25 de junio mantiene esa posición, será imposible establecer un consenso intercomunitario en la nueva asamblea, y todo el sistema se tambaleará.
Aun cuando la asamblea sobreviva a la amenaza, otras dos grandes dificultades permanecen en pie.
Los partidos políticos asociados con grupos paramilitares deberán declarar el fin de la beligerancia antes de asumir sus escaños en el comité ejecutivo de la nueva asamblea.
Pero estos partidos se rehúsan a asumir su responsabilidad en materia de desarme, por lo que buena parte del debate en ese órgano se referirá a ese asunto en exclusiva.
Más adelante se producirá la "temporada de desfiles", tradicional en el verano boreal en Irlanda del Norte, en la que se sucede un episodio de violencia atrás del otro.
Los "orangemen" protestantes celebran cientos de marchas al ritmo del tambor para conmemorar la batalla de Boyne en 1690, cuando el holandés Guillermo de Orange triunfó frente al rey católico inglés.
Los desfiles derivan en actos de violencia cuando los católicos intentan impedir que los británicos marchen por sus barrios.
Todos en Irlanda del norte saben que una enorme conflagración se asoma en julio en torno a un desfile programado en el poblado de Portadown, pues nadie parece tener poder para impedirlo.
De todos modos, el sábado 23 fue un día histórico, pues ocurrió lo que se consideraba imposible. Una sociedad dividida alcanzó una decisión coherente.
En el Salón Real de Belfast, donde se contaron los votos del referendo el viernes, viejos paramilitares de ambos bandos saludaron con algarabía el mismo resultado, algo inconcebible hace algunos meses.
Muchos votantes se muestran perplejos por el modo en que partidos opuestos exponen interpretaciones irreconciliables del mismo acuerdo.
Gerry Adams, líder del partido nacionalista Sinn Féin asociado al paramilitar Ejército Republicano Irlandés (IRA), explicó que su grupo pretende llegar a una Irlanda unida sin apartarse de lo firmado el Viernes Santo.
Esto significa que Adams prevé la derrota de los unionistas y el colapso de la asamblea, mientras habla, al mismo tiempo, de un gobierno en el que ambos bandos operarán juntos.
Los unionistas, por su parte, no hablarán con él pues lo consideran un asesino y un subversivo. La única alianza que están dispuestos a asumir es con el moderado partido SDLP, que no está involucrado en actos de violencia.
Quienes respaldan el acuerdo se dividen en dos grupos. Por un lado, los que pretenden que se restablezca una vida política tranquila y que desaparezcan las aspiraciones a una Irlanda unida o a una retauración de la hegemonía protestante.
El segundo está integrado por quienes pretenden resquebrajar el acuerdo y crear un vacío que requeriría medidas políticas extremas para restablecer la paz.
En la nueva asamblea habrá representantes de ambas tendencias.
Al mismo tiempo, algunos militantes republicanos disidentes continúan preparando atentados con explosivos en Irlanda del Norte. (FIN/IPS/tra-en/mod/rj/mj/ip/98