El acuerdo marco que suscribirán este jueves en Buenos Aires ministros de la Comunidad Andina (CA) y el Mercado Común del Sur (Mercosur) es precedido del entusiasmo de las diplomacias andinas y la precaución de sus técnicos.
El acuerdo tiene un abanico de objetivos en materia de cooperación y coordinación, pero su gran meta es establecer el primer día del 2000 una progresiva zona de libre comercio sudamericana.
El entusiasmo diplomático es expresado por figuras como el ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Miguel Angel Burelli, quien afirmó que este jueves nace la integración andina al Mercosur, cuando se trata de pactar una zona de libre comercio y no hay proyecto de que confluyan los dos bloques en uno solo.
Del otro lado están los técnicos andinos que desde 1995 han intentado sin éxito negociar esa liberalización, que, se aseguró, entraría en vigor en enero pasado, y que llegan a dudar que el acuerdo sea posible e incluso que haga falta a la CA, ahora que arranca el proceso del ALCA.
Las negociaciones para abrir desde el 2005 el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) serán lanzadas formalmente el domingo, al concluir en Santiago la II Cumbre Hemisférica.
Los técnicos de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, que conforman la CA, declaran bajo anonimato que en realidad el Mercosur ha manejado la negociación con ellos como "una ficha" que tomaban o dejaban según sintieran que les servía para consolidar su posición ante el proyecto del ALCA.
El Mercosur está integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay y es el bloque latinoamericano más importante por dimensión económica y por su cohesión política.
En medio de esas posiciones está el secretario general de la CA, el venezolano Sebastián Alegrett, que califica el acuerdo marco entre los dos bloques de "protozooario", porque como estos seres vivos va a multiplicarse en acuerdos de gran alcance para los dos grupos, siempre que haya voluntad para ello.
El texto de cuatro páginas que será suscrito en Buenos Aires por deseo expreso del presidente Carlos Menem, presidente de turno de Mercosur, fija dos fases para la liberalización.
Hasta el 30 de septiembre, la Comisión Negociadora Especial que dirigirá las negociaciones deberá pactar la extensión a todos los participantes de las preferencias arancelarias concedidas en forma bilateral entre los países de los dos bloques.
Se trata en la práctica de la multilateralización del llamado patrimonio histórico de acuerdos de desgravación parcial trenzados entre los miembros de la Asociación Latinoamericana de Integración, que también integran Chile y México.
Bolivia actuará a lo largo de todo el proceso como observador activo, por cuanto desde abril de 1997 tiene un acuerdo de asimétrica desgravación con el Mercosur, que deberá converger más adelante con lo pactado bloque a bloque.
La extensión multilateral del patrimonio histórico deberá entrar en vigor en octubre, según el texto del acuerdo.
Desde ese momento y hasta el ultimo día de 1999 se negociará la zona de libre comercio, pero el documento no se pronuncia sobre ninguno de los puntos que obstaculizaron las discusiones en la fracasada ronda de negociaciones previa.
Entre esas discrepancias figuran los plazos para la progesiva desgravación. La CA aspira a que sean de 18 años para los sectores más sensibles y el Mercosur, de 12 años, sin concesiones especiales para los rubros agrícola y automotor, como quieren los andinos.
Además los dos grupos discrepan sobre las normas de origen, que fijan el porcentaje de componentes nacionales que debe tener cada producto para beneficiarse de un intercambio sin aranceles.
La CA lo tiene fijado internamente en 40 por ciento y aceptaría llegar hasta 50 por ciento, mientras el Mercosur plantea 60 por ciento.
Desde el Mercosur se señala que de aceptar los flexibles planteamientos andinos se estaría dando vida a un acuerdo "débil" y que para ello es mejor no tener ninguno. Desde la parte andina se subraya que la inflexibilidad del Mercosur intenta subyugar sin negociar.
Según las declaraciones políticas, la intención es que Chile se sume también a la zona liberalizada sudamericana, ya que tiene un acuerdo de apertura con el Mercosur como bloque y convenios bilaterales de desgravación total con Colombia, Ecuador y Venezuela.
Además de la huidiza liberalización comercial sudamericana, el acuerdo marco fija otros cinco objetivos específicos, entre los que se destaca un amplio esquema de cooperación, el impulso de corredores de integración y otros elementos de integración vial en el área, y el impulso de las inversiones recíprocas.
Además se decide impulsar la complementación económica, energética, científica y tecnológica, y la coordinación de los dos bloques en el proceso de integración hemisférica y foros multilaterales.
En la negociación del ALCA que se iniciará en mayo, cada bloque negociará por su cuenta y con voz propia, pero Alegrett ha precisado que existirán "vasos comunicantes" en objetivos comunes.
La negociación de todos esos objetivos deberá ser "entre pares", pese a la diferencia de peso económico de los dos grupos que conforman ya una unidad aduanera y tienen como meta la constitución de sendos mercados comunes.
El Mercosur suma 200 millones de personas en 11 millones de kilómetros cuadrados, un producto interno bruto (PIB) de 900.000 millones de dólares y un comercio intrazonal de 20.339 millones de dólares, dentro de exportaciones totales de 82.267 millones de dólares.
La CA congrega a 104 millones de habitantes en cuatro millones de kilómetros cuadrados, con un PIB de 248.000 millones de dólares y un intercambio interno de 5.785 millones de dólares, dentro de un total de exportaciones de 49.839 millones. (FIN/IPS/eg/mj/if/98)151825 BCP012 = 04151837 NYC150