"El cuidado del medio ambiente no es un costo, es una inversión". Esa es la consigna del Club ISO 14000, formado por 14 grandes empresas privadas de todos los sectores económicos de Perú.
Esta asociación promueve la idea de que incorporar el cuidado ambiental es bueno para los negocios.
El Club ISO 14000 toma su nombre de la certificación internacional que acredita la calidad de un producto y garantiza que en su elaboración no se utilizan procedimientos perjudiciales para el ambiente.
Esta certificación es cada vez más importante pues, desde la conferencia internacional de Estocolmo sobre ambiente en 1972, se extiende en los mercados de los países industrializados la exigencia del uso de las llamadas "tecnologías limpias".
Jorge Picasso, ex presidente de la Confederación de Empresarios del Perú, dijo que "Estados Unidos, la Unión Europea y otros bloques económicos están planteando políticas ambientales cada vez mas duras, que tienden a cerrar el paso a las exportaciones que no cumplen con las pautas ecológicas".
Picasso fue uno de los empresarios que respaldó la iniciativa del Consejo Nacional del Medio Ambiente (CONAM) de incorporar a las empresas en la promoción de la responsabilidad ambiental.
Resultado esa iniciativa fue la creación del Club ISO 14000, asociación civil que se propone superar la percepción de que las cuestiones ambientalistas son solo "discursos políticos, preocupación de ONG verdes y un costoso fastidio para las empresas".
Desde 1993 se exige en Perú que todas las inversiones mineras, pesqueras y de algunas industrias sean precedidos de un estudio de impacto ambiental.
Las empresas deben, además, elaborar un Programa de Adecuación del Medio Ambiente (PAMA) cuyo cumplimiento es supervisado por los respectivos ministerios.
Perú tiene seis zonas geográficas que han sido declaradas críticas en materia ambiental. Se trata de Chimbote, Lima y las cuencas de cuatro ríos de la sierra y la selva.
Por otro lado, las siete actividades consideradas críticas son la explotación artesanal de oro, la explotación y transporte de hidrocarburos, la fabricación de harina de pescado, las industrias del cemento, cerveza y alcohol y las curtiduría.
Una encuesta reveló en 1996 que la mayoría de los empresarios peruanos consideraban que las normas ambientales eran engorrosas exigencias oficiales "que se deben cumplir para evitar multas, pero que al elevar los costos perjudican la competitividad en el marco de una economía cada vez mas abierta".
"Esa actitud tenía que cambiar. Las empresas son protagonistas centrales de la producción, y si se quiere regular el proceso productivo hay que concienciarlas no solo de las metas y objetivos sino también de sus beneficios", expresó Gonzalo Galdos, presidente de CONAM.
"El nivel de conciencia ecológica es todavía reducido entre los empresarios peruanos. Estamos por debajo inclusive de lo que ocurre en otros países latinoamericanos, pero la perspectiva tiende a la mejora", afirma Galdos.
Ya hay algunos resultados, en especial en la industria de la harina de pescado, que demuestran que el cuidado ambiental no solo es bueno para la sociedad en su conjunto, sino que también puede ser rentable a corto plazo para las propias empresas.
El cumplimiento de las normas ambientales, que fueron al principio resistidas por las empresas, permitió recuperar 300.000 toneladas de harina de pescado que eran tiradas al mar en forma de "sanguaza" (liquido sanguinolento) y desechos sólidos producidos por la trituración de peces.
"Para poner en práctica las normas, las empresas pesqueras invirtieron en conjunto poco más de 150 millones de dólares en nuevos equipos y tecnologías, pero 300.000 toneladas de harina recuperadas les generó un ingreso adicional de 142 millones de dólares", informó en octubre el Ministerio de Pesquería.
La investigadora de la Universidad del Pacífico Elsa Galarza señaló, en un estudio sobre cinco grandes empresas pesqueras peruanas que participaron en un programa de adecuación tecnológica, que la inversión necesaria en cada planta fue de dos millones de dólares.
"Los empresarios asumían la adquisición de tecnologías limpias como un costo, actitud que los responsables del programa hicieron cambiar demostrando que era una inversión recuperable, que les ahorraba materia prima", expresa.
Una fuente del Ministerio de Pesquería reveló que no todas las 374 plantas industriales pesqueras han efectuado ya las inversiones necesarias para trabajar con tecnologías limpias.
Se estima que las inversiones pendientes para cumplir los compromisos de adecuación ambiental ascienden a 33 millones de dólares. (FIN/IPS/al/mj/en/98