PANAMA: Trabajo infantil, pan para hoy y hambre para mañana

La amarga presencia de 50.000 niños y niñas en el mercado laboral de Panamá aflora ante el público con la llegada a este país de la Marcha Global Contra el Trabajo Infantil que recorre varias naciones de América.

La directora regional del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Marta Maurás, afirmó en Panamá que la sociedad "tiene que tomar conciencia de que el trabajo infantil es pan para hoy y hambre para mañana".

A juicio de la funcionaria, que el martes inauguró en esta capital una reunión regional de Unicef dedicada a los medios de comunicación y la niñez, el trabajo infantil, intolerable desde el punto de vista ético, "es además ineficiente desde el punto de vista ecónomico".

Maurás indicó que 80 por ciento de los niños panameños que trabajan no van a la escuela, lo que confirma la regla de que los menores "no puede estudiar y a la vez aportar a la economía familiar".

"En lugar de mejorar la condición de la familia, eso aumenta las posibilidades de regenerar más pobreza", precisó Maurás.

El domingo llegaron a Panamá 20 adolecentes que partieron el 25 de febrero de Brasil en una marcha regional que culminará el 30 de mayo en México, desde donde viajarán hacia Ginebra para reunirse con otros del resto de los continentes que también han marchado con el mismo propósito.

Un canal de televisión y un diario local presentaron la semana pasada por separado varios reportajes que denunciaron que en los campos de caña, los cafetales y las grandes cadenas de supermercados se explota a niños de hasta ocho años.

En el caso del corte de caña y la recolección de café, los dueños de los campos no pagan el salario de forma directa al niño, pues lo incluyen en la paga de sus padres u otro familiar para eludir su responsabilidad legal.

Cuarenta por ciento de los 35.000 recolectores de café son niños indígenas en edad escolar que nunca se matricularon o que abandonan las aulas para ayudar a su familia en la recolección del grano, según diversos estudios.

Mientras tanto, en las cuatro principales cadenas de supermercados de Panamá unos 400 niños de entre ocho y 14 años de edad se dedican a empacar mercancías sin recibir salario alguno y sin que se le reconozcan sus derechos laborales.

Rolando, un niño de 13 años que hace alrededor de seis meses trabaja en un supermercado de la ciudad de Panamá, confirmó a IPS que los únicos ingresos que percibe por ese trabajo son las propinas que le dan los clientes del comercio.

Además de tener que pagar una gorra y un chaleco con el distintivo de la empresa antes de ingresar a su personal, los empacadores tienen que responder por los daños que sufra la mercancía que le entrega el cliente para envolver y someterse a la disciplina que rige para cualquier empleado regular.

Rolando explicó que necesita trabajar entre diez y doce horas diarias para reunir unos 200 dólares al mes, lo cual le impide asistir a la escuela.

Otros cientos de niños venden de frutas, verduras, pan y golosinas a los conductores y peatones detenidos frente a los semáforos de las avenidas de esta capital. "En un día bueno me gano como ocho dólares", dijo uno de ellos.

La mayoría de estos vendedores callejeros trabajan para un adulto que se encarga de proveer la mercancías y se queda con alrededor de 50 por ciento de la ganancia.

A pesar de que el actual código laboral prohíbe el trabajo de menores de 14 años, alrededor de 50.000 niños panameños de menos de esa edad, equivalente a cinco por ciento de la población económicamente activa del país, realizan hoy algún tipo de trabajo remunerado, según informes extraoficiales.

Los ingresos que obtiene Rolando están muy por encima del promedio salarial de los 50.000 niños trabajadores de Panamá, cuyo promedio es de 86 dólares mensuales, 43 por ciento menos que el salario mínimo establecido por la ley.

Sin embargo, en la explotación del trabajo infantil también incide la actitud de padres o tutores, que en muchas ocasiones obligan al menor a dejar sus estudios para obtener una remuneración, denunció el ministro de Trabajo y Bienestar Social, Mitchel Doens.

Dora Boyd de Pérez Balladares, esposa del presidente de Panamá, advirtió el lunes ante los participantes en la Marcha Global Contra el Trabajo Infantil, que la responsabilidad principal en poner fin a ese problema debe ser compartida entre el gobierno, las empresas privadas y la sociedad civil.

"Tenemos el compromiso de gestionar todos los recursos para convertir esa voluntad en acciones efectivas y en promover políticas que garanticen la erradicación de la explotación laboral de niños, niñas y jóvenes", afirmó Boyd.

No obstante, advirtió que esa meta "está condicionado a cambios sociales profundos que incidan en la disminución de la pobreza, causa esencial del trabajo infantil". (FIN/IPS/sh/mj/hd/98

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