MERCOSUR: Uruguay pierde peso como centro financiero regional

El proyecto de hacer de Uruguay el centro financiero del Mercado Común del Sur (Mercosur), una meta oficial fijada hace más de una década, parece devanecerse por dificultades para competir con redes bancarias más dinámicas.

El Mercosur está integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay que, con sus 3,1 millones de habitantes, es el más pequeño de ese mercado de casi 200 millones de habitantes y un producto interno bruto (PIB) de 1,1 billones (millones de millones) de dólares.

En 1985, cuando Uruguay recuperó la democracia luego de 12 años de dictadura, el gobierno creyó ver la posibilidad de convertir el país en un centro financiero del Mercosur y de alguna forma lo consiguió, captando fuertes depósitos de los dos gigantes de la región, Argentina y Brasil.

Así, el mercado no sólo recibió dinero en efectivo sino que también fue una "plaza refugio" de capitales, procedentes especialmente de Argentina, que huían de la inestabilidad y la hiperinflación.

La condición de la plaza financiera uruguaya como puerto seguro ante tormentas pareció confirmarse en ocasión de la crisis de México, de 1994-1995, cuya onda expansiva amenazó la estabilidad que Argentina había logrado a partir de 1991.

Los elementos básicos para la captación de capitales son un rígido secreto bancario, la condición de plaza financiera libre y un mercado con pocos sobresaltos

En Uruguay operan actualmente 23 bancos privados, dos de propiedad estatal, 11 casas financieras no bancarias y seis cooperativas de ahorro y crédito.

Según los especialistas, el rezago respecto de los países vecinos, la lentitud operativa y la rigidez laboral hipotecaron las posibilidades de Uruguay en el ámbito regional.

Así quedó de manifiesto esta semana, en un seminario en el que participaron varios expertos locales, entre ellos ex presidentes del Banco Central del Uruguay, y que fue patrocinado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

El presidente del BID, Enrique Iglesias, que asistió al seminario, había advertido en 1995 a los banqueros radicados en Uruguay que tendrían "dificultades" para competir en la región, debido a "una estructura ineficiente de costos" y a la lenta incorporación de tecnología.

Un estudio comparativo de la banca del Mercosur, realizado por el economista Jorge Caumont a pedido del BID, indicó que el sector financiero, incluidos los círculos de ahorro, compañías de crédito y corredores de bolsa, genera ocho por ciento del PIB.

Caumont señaló que las ganancias del sistema fueron crecientes hasta 1995, pero a partir de 1996 empezaron a debilitarse, y mencionó los altos costos laborales como elemento negativo.

La insuficiente dimensión económica de Uruguay y su escasa población, que pautan la oferta y demanda de recursos y servicios financieros, perfilan "la imposibilidad de desarrollar a costos razonables un sistema financiero" para el Mercosur, dijo Caumont.

Ramón Díaz, ex presidente del Banco Central, dijo que comparte ese diagnóstico y señaló como dificultad adicional la falta de flexibilidad laboral en el sistema financiero.

La Asociación de Bancarios del Uruguay (AEBU) es el más poderoso sindicato del país, sin el cual la Central Unica de Trabajadores, el PIT-CNT, vería comprometida su existencia.

Cada puesto de trabajo en la banca es defendido a rajatabla por AEBU, que difícilmente pierde una confrontación con la banca.

"Si Uruguay se mantiene en estas coordenadas no tiene futuro", advirtió Díaz, que preconiza desde hace décadas la plena liberalización de todos los sectores de actividad y la desregulación de las relaciones entre empleados y empresarios.

La rigidez laboral se mantiene porque "el sindicato, la patronal y el gobierno" lo admiten. La banca "ha sido blanda" a las presiones sindicales, afirmó Díaz, en cuya opinión, el problema no es sólo de altos costos salariales, sino que debido a la presión sindical "no se puede cambiar (ni) un gerente".

Juan José Ramos, dirigente de AEBU, replicó que los sindicalistas se oponen de modo "terminante" a todo proyecto de flexibilización de las relaciones laboral.

Ramos señaló a IPS que Díaz tuvo la oportunidad de promover medidas de flexibilización y desregulación cuando estuvo al frente del Banco Central. No lo hizo "porque sabía que lo habríamos enfrentado", agregó.

En cuanto a los costos laborales señalados por Caumont como obstáculo para el desarrollo del sistema financiero, el dirigente sindical dijo que sólo se observan en el área gerencial.

La gran mayoría de los empleados bancarios no perciben altos ingresos, afirmó. Según Ramos, el proyecto de convertir a Uruguay en plaza financiera del Mercosur fue siempre inviable.

Ricardo Pascale, también ex presidente del Banco Central, advirtió que Uruguay no acompañó los profundos cambios operativos verificados en los últimos 15 años en la banca de todo el mundo.

Pasacale dijo que la banca tradicional dejó paso a los inversores institucionales, a los fondos de inversión y a otras modalidades, y puso como ejemplo la fusión entre Citicorp y Travelers Group, "la más importante ocurrida hasta hoy en el mundo financiero".

Citibank, una institución que estaba ligada a la modalidad bancaria tradicional "da una señal clara hacia donde van las tendencias", asociándose con operadores fuertes y seguros, arguyó Pascale, economista y profesor universitario.

Agregó que la ventaja regional de Uruguay basada en el prestigio de sus instituciones financieras y la calificación de "investment grade"(grado de inversión no especulativa) obtenida en 1997 no son argumentos suficientes.

"No podemos quedarnos sólo en eso" ya que el sistema de intermediación financiera que surgió en el siglo XVI y que se mantuvo durante 500 años "se cayó en los últimos años por obsoleto", dijo Pascale.

Uruguay, precisó el experto, intenta caminar en esa dirección, pero lo está haciendo con "rezago" y "lentitud". (FIN/IPS/rr/ff/if/98

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