La ayuda humanitaria que la comunidad internacional brinda a Indonesia para reforzar la red de seguridad social tras la crisis económica y reducir la pobreza sólo fomentará la represión y la corrupción, advierten activistas del país del sudeste asiático.
Un número creciente de indonesios creen que "la crisis económica es una oportunidad para reconstruir la sociedad, pero la misma se perderá si los donantes hacen fila para apoyar (al presidente Alí) Suharto", dijo Emmy Hafild, directora de la organización WALHI, el Foro Indonesio para el Ambiente.
El Banco Mundial aprobó la semana pasada 360,7 millones de dólares en préstamos para el ambiente, la educación y la infraestructura de pequeña escala en Indonesia y está reuniendo mil millones de dólares de "fondos sociales" cuya aprobación está prevista en los próximos meses.
Estos fondos no estarían ligados al cumplimiento por parte de Jakarta de los términos del rescate financiero fijados por el Fondo Monetario Internacional (FMI), explicó a IPS Jean Michel Severino, vicepresidente del Banco Mundial para Asia oriental y el Pacífico.
Funcionarios de Washington estarían considerando permitir que estudiantes de Indonesia y otros cuatro países asiáticos que estudian en Estados Unidos puedan trabajar en el país hasta que mejore la situación económica en sus patrias.
Un anuncio al respecto se espera para este mes y afectaría a unos 80.000 estudiantes universitarios de Corea del Sur, Filipinas, Indonesia, Malasia y Tailandia, señalaron observadores.
El mes pasado, Washington añadió 70 millones de dólares de asistencia alimentaria y médica a los más de 500 millones de ayuda humanitaria que otorga a Indonesia.
El FMI, criticado por recortar programas sociales y subsidios de alimentos y combustible de uso doméstico, adoptó un enfoque más flexible en sus negociaciones con Jakarta.
El primer director gerente adjunto del FMI, Stanley Fischer, estimó, tras su reunión del viernes con Suharto, en Jakarta, que "en una semana" habrá un acuerdo con Indonesia sobre un nuevo paquete de estabilización económica.
Algunos temas quedan por resolver, pero su solución está cercana, "con la posible excepción de la deuda empresarial", Fischer dijo a la prensa en Jakarta, en referencia a la propuesta de refinanciar 80.000 millones de dólares en préstamos privados extranjeros.
Nadie niega la necesidad de la ayuda humanitaria. Según algunas estimaciones, la crisis podría dejar sin empleo a 12 millones de trabajadores, lo que pondría en riesgo hasta a 60 millones de personas dependientes, casi un tercio de la población del país.
"Aliviar el sufrimiento económico de la gente es esencial", arguyó Mari Pangestu, directora ejecutiva del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Jakarta.
Algunos de los objetivos del paquete de rescate financiero, como elevar la transparencia gubernamental y financiera, por ejemplo, gozan del apoyo de la población, "pero no hay forma de llevarlos a la práctica en Indonesia. Estamos empantanados porque no podemos cambiar a la gente que decide la política", sostuvo.
La ayuda humanitaria mantendría en el poder a Suharto porque se destinó en principio a contener futuros disturbios sociales y asegurar la estabilidad política, y no a la reforma, afirmó Hafild.
Funcionarios de Washington y el Banco Mundial aseguran que, tras debatir la forma de responder a la crisis, concluyeron que no tiene sentido retener la ayuda porque la probabilidad de un cambio político rápido y sin problemas es nula.
Pero la comunidad internacional no hace nada para aumentar dichas probabilidades, sostienen los detractores de la ayuda a Suharto.
Funcionarios de Estados Unidos, Europa, Malasia y Australia visitaron Jakarta para hablar con el gobierno, pero se negaron a reunirse con la oposición política y fuentes independientes, señaló Hafild.
Como resultado, la importancia de Suharto como garante de la estabilidad salió fortalecida, junto con las fuerzas represoras del Estado, aseguró Hafield.
La ira política hacia Suharto y sus financieros extranjeros aumentó entre los indonesios. "Dejen de brindarle ayuda financiera (al presidente) y nosotros haremos nuestra parte" para cambiar al gobierno, dijo Hafild.
"Nuestro apoyo económico tuvo consecuencias políticas", reconoció el vicepresidente de Relaciones Exteriores del Banco Mundial, Mark Malloch Brown. "Pero ello se tiene que sopesar con el gran avance, en los últimos 30 años", del crecimiento económico y la reducción de la pobreza en Indonesia, añadió.
La tarea inmediata es restaurar la confianza en la economía indonesia, según el Banco Mundial.
La comunidad internacional debe reconocer que la "crisis de confianza (de los inversores) también significa que la gente perdió la confianza en la capacidad del gobierno para generar crecimiento económico y asegurar una distribución más justa de los beneficios", declaró Aristides Katoppo, ex director del diario Sinar Harapan, clausurado por el gobierno.
La inclusión en el gabinete, el mes pasado, de una de las hijas de Suharto, encargada de los programas de alimentos y alivio de la pobreza, no contribuyó a reforzar la confianza de la gente, reconocieron funcionarios del Banco Mundial y el FMI.
En un encuentro de organizaciones de Estados Unidos y Asia, realizado el viernes, Malloch Brown aseguró que "no habrá corrupción con los nuevos préstamos". Cuando Hafild le preguntó cómo podía estar tan seguro, el funcionario del Banco Mundial sólo respondió con una sonrisa. (FIN/IPS/tra-en/aa/mk/aq-lp/dv/98