Los países del Caribe angloparlante se quejaron por los procedimientos utilizados en Estados Unidos para deportar a sus ciudadanos, que no se ajustan a lo pautado en el Acuerdo de Barbados.
El acuerdo, firmado hace un año en la Cumbre de Barbados entre la Comunidad del Caribe (Caricom) y Estados Unidos para estrechar las relaciones entre ambas partes, fue sometido a escrutinio durante una reunión de seguimiento realizada en esta capital.
El veredicto fue que, si bien el tratado tiene el potencial de impulsar las relaciones, hasta ahora no produce efectos concretos.
Los delegados caribeños se mostraron especialmente preocupados por la deportación de sus ciudadanos, un tema que se aborda en el Acuerdo, donde se establece que Estados Unidos debe "informar sobre deportación de criminales con debida antelación a las autoridades correspondientes".
El primer ministro de Santa Lucía, Kenny Anthony, lamentó que se aplique con tanta lentitud la disposición de informar con antelación a las autoridades caribeñas.
Por su parte, el primer ministro de Trinidad y Tobago, Ramesh Maharaj, planteó a IPS que se trata de un tema preocupante para toda el área. En el caso de este país, 150 personas llegaron deportadas desde Estados Unidos en dos años.
El Acuerdo de Barbados establece que los gobiernos deben "informar adecuadamente sobre las personas deportadas", mientras hacen lo posible para que "tengan acceso a sus pertenencias cuando se hallen en el país que los está deportando".
El enviado especial de Estados Unidos para América Latina y el Caribe, Thomas McLarty, dijo que las relaciones deben enfrentarse a "asuntos y problemas que son complicados".
Aunque no se refirió en forma explícita al tema de los deportados, McLarty destacó que si bien las relaciones entre Estados Unidos y el Caribe se basan en valores compartidos e intereses comunes, "existen algunos problemas que son complejos de resolver".
Precisó que la construcción de la cooperación hemisférica hace necesario desarrollar una sensibilidad hacia los inmigrantes que buscan una vida mejor, "aún cuando debamos aplicar nuestras leyes".
Cada año, cientos de criminales e inmigrantes ilegales procedentes del Caribe son deportados de regreso a esta región desde Estados Unidos. Los países más golpeados son Jamaica y Guyana, donde las autoridades atribuyen el aumento del crimen organizado al regreso de delincuentes que no han sido rehabilitados.
Jamaica recibió a 1.699 deportados de regreso al país durante 1997, de los cuales 1.238 provenían de Estados Unidos. En 1996 la cifra había sido de 1.765 personas, con 1.193 expulsados por las autoridades de Washington.
En el caso de Guyana, cifras disponibles indican que 700 personas llegaron deportadas durante el primer trimestre de 1997, la mayoría desde Estados Unidos.
El ministro de Relaciones Exteriores de Trinidad y Tobago, Ralph Maraj, sostiene que en las relaciones entre el Caribe y Estados Unidos existe un "vínculo irresoluble" entre los asuntos de justicia y seguridad y aquellos de índole económica.
Uno de los aspectos importantes a considerar es la calidad de vida de la gente del Caribe, un tema que se relaciona con el tráfico y el consumo de drogas por parte de los jóvenes.
Los altos niveles de desempleo, que en algunas naciones del área supera el 10 por ciento, contribuyen a estimular el uso y tráfico de drogas, advirtió Maraj.
La secretaria de estado de Estados Unidos, Madeleine Albright, dijo que en las negociaciones de su país con el Caribe se insistirá sobre la necesidad de leyes que contribuyan a los decomisos de drogas.
El Acuerdo de Barbados pone énfasis en la necesidad de reducir la demanda de estas sustancias, y llama al Caribe a hacer un esfuerzo para lanzar programas de educación que permitan advertir a los jóvenes sobre el peligro del consumo y del abuso de drogas.
Entretanto, McLarty dijo en la reunión en Puerto España que las dos partes necesitan avanzar hacia un nuevo tipo de relación "más moderna", si es que pretenden alcanzar las metas trazadas en el Acuerdo.
El ministro Maraj, por su parte, dijo que el encuentro en Trinidad y Tobago fue, por sí solo, una demostración de la voluntad de seguir adelante. (FIN/IPS/tra-en/wg/cb/lc-ml/ip-pr/98