/CIUDADES DEL MERCOSUR/AMERICA/CUMBRE: ALCA no ofrece ventajas a Brasil

Brasil no se interesa en el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) a corto plazo, lo que explica su postura ambigua de adherir pero actuar como una fuerza de dilación, moderando el afán estadounidense.

Hay por lo menos tres "razones cristalinas" para la resistencia de Brasil en las actuales condiciones, según Gilberto Dupas, coordinador del Area de Asuntos Internacionales del Instituto de Altos Estudios de la Universidad de Sao Paulo.

Brasil es un "comerciante global" cuyo intercambio es más importante con Europa y Asia que con Estados Unidos. El ALCA representaría ofrecer al bloque norteamericano un privilegio no extensible a los principales socios comerciales.

La probable represalia de mercados preferidos y vitales haría "explotar" la balanza comercial que ya enfrenta un déficit insostenible, razonó Dupas. Brasil registró un intercambio negativo de 8.372 millones de dólares el año pasado y 818 millones en el último mes.

Con el ALCA, Brasil perdería también inversiones directas, cuyo flujo se desviaría para América del Norte. Con arancel cero en el continente, las transnacionales preferirán establecerse en Estados Unidos, cerca de la frontera con México, según el economista, atento a los procesos de integración.

Las transnacionales aprovecharían así las ventajas "sistémicas" estadounidenses, como infraestructura, tecnología y costos financieros mejores, y a la vez la mano de obra barata de los mexicanos, en una producción destinada al mercado hemisférico libre de fronteras comerciales, explicó.

Una tercera razón es que "Brasil nada tiene para ganar" con una desgravación en el comercio con Estados Unidos, porque los aranceles de la potencia norteña ya son muy bajos y reducirlos a cero no favorecerá mucho las exportaciones brasileñas, agregó.

Brasil, que ya registra un creciente déficit en su comercio con Estados Unidos, tendrá que renunciar a más del doble de protección arancelaria, tal como los demás países sudamericanos en general.

Por otro lado, "funcionan muy bien las políticas no arancelarias estadounidenses", que afectan rubros destacados de las exportaciones latinoamericanas como la carne y el azúcar, sujetos a cuotas, y el jugo de naranja brasileño que paga un elevado impuesto específico, observó Dupas.

En tal situación, el esfuerzo diplomático brasileño apunta a "mantener las relaciones con Estados Unidos y el Tratado de Libre Comercio Norteamericano, mirando a largo plazo, para un eventual acuerdo en un futuro lejano", mientras el país trata de mejorar su "competitividad sistémica", concluyó.

La adhesión brasileña al ALCA "carece de sentido político o económico", sentenció, más radical, la economista Maria Conceiçao Tavares, diputada del opositor Partido de los Trabajadores.

"Brasil tiene una estructura industrial y agrícola no complementaria a la de Estados Unidos y un nivel de integración productiva, desarrollo tecnológico y producción sustancialmente menores". Por lo tanto, no puede competir con la industria norteamericana, según un artículo de Tavares.

El gobierno brasileño debería, por lo tanto, abandonar el proyecto ALCA y concentrar sus esfuerzos en consolidar el Mercosur y la integración latinoamericana, recomendó.

Pero la realidad no es tan sencilla para la diplomacia brasileña, cuya capacidad y eficacia son reconocidas por todos, incluso la oposición. Ni se puede imaginar Brasil fuera de un proceso como el ALCA.

Aislarse sería negar la opción por una inserción económica internacional, aunque el proceso del ALCA contraría la estrategia de los círculos concéntricos, de integración sucesiva en bloques cada vez más amplios, que empezó en el Mercosur y debería ampliarse a América del Sur, antes de pasar a hemisférica.

Lo importante es obtener las mejores condiciones posibles en las negociaciones, que sólo terminarán en el 2005. Si la industria brasileña no logra prepararse hasta entonces para una desgravación que será gradual, "no lo hará nunca", arguyó el canciller Luiz Felipe Lampreia.

Brasil perdería mucho más excluyéndose del ALCA y alejándose de los flujos crecientes del comercio, según el embajador José Botafogo Gonzalves, uno de los principales negociadores en las reuniones del ALCA, recién nombrado ministro de Industria y Comercio.

La perspectiva de menor protección arancelaria dentro de ocho años estimula al país a acelerar las reformas que fortalecerán la economía y a las empresas a elevar su competitividad, explicó.

Además, para el futuro se juega con muchas piezas. Un avance en el ALCA puede favorecer acuerdos entre la Unión Europea y el Mercosur, que podrán ampliar el acceso de productos brasileños a su principal mercado, añadió Botafogo. (FIN/IPS/mo/ml/if/98

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