BRASIL: Cardoso pierde a su principal ministro

El presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, perdió a su principal colaborador, el ministro de Comunicaciones, Sergio Motta, fallecido el domingo de noche, quien realizó una auténtica revolución en su área y fue coordinador político del gobierno.

Conocido por su franqueza agresiva, muchas veces dirigida a sus propios colegas del gobierno, Motta protegió también la identidad del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), afectada por la alianza con fuerzas derechistas y ambigüedades de Cardoso.

El ministro, muerto en Sao Paulo, padecía una enfermedad pulmonar de origen desconocido. Sufrió un paro respiratorio en el hospital en que se hallaba desde el 7 de este mes. Una serie de infecciones, la diabetes y un infarto en 1995 destruyeron su salud.

Cardoso estuvo a punto de suspender este fin de semana su participación en la Cumbre de las Américas, ante el agravamiento de Motta, su amigo durante 30 años.

"Mi hermano" (Motta) será siempre "inspiración para el cambio", dijo Cardoso luego de recibir la noticia de la muerte del ministro.

También reveló el último mensaje que recibió de Motta desde el hospital, que lo instaba a seguir "el destino histórico de coordinar las transformaciones del país".

La importancia de Motta para el gobierno fue reconocida por todos los políticos y analistas, por tratarse del "articulador político de hecho" del oficialismo, constituído por una coalición de varios partidos y fuerzas muy heterogéneas.

La desaparición del "Tractor", apodo que el ministro de Comunicaciones recibió por su estilo de actuación y físico obeso, puede afectar la reelección de Cardoso en octubre, coincidieron el senador Eduardo Suplicy, del opositor Partido de los Trabajadores (PT) y el secretario general del PSDB, Artur Virgilio.

Ingeniero de 57 años, Motta era "un tecnócrata vestido de político y un político vestido de tecnócrata", dijo un conocido comentarista económico de televisión y prensa, Joelmir Betting.

Su obra principal fue impulsar la privatización de las telecomunicaciones, un programa de concesiones que debe asegurar ingresos por más de 60.000 millones de dólares y casi triplicar en cinco años la cantidad de teléfonos disponibles en Brasil.

Su éxito mayor fue legitimar las privatizaciones ante la opinión pública, por los comprobados beneficios para la población. El modelo que adoptó evita monopolios privados, promueve abultadas inversiones y una competencia que reduce los costos para los usuarios.

Es "una revolución en las telecomunicaciones", reconocen incluso algunos opositores. Una terminal telefónica, que podía costar más de 5.000 dólares en el mercado negro de Sao Paulo y Río de Janeiro, ya se anuncia a 44 dólares o poco más por las nuevas concesionarias de telefonía celular.

Las líneas ya no son una propiedad negociada entre particulares, sino un servicio a precios cada día más bajos, contratado a las empresas telefónicas. En ese sector no hay manifestaciones contrarias a la privatización, como las ocurridas en el caso de siderúrgicas o la minera Compañia Vale do Rio Doce.

El modelo y reglas definidas aseguran que el proceso seguirá sin problemas, con la venta al sector privado de las 27 empresas estatales de telecomunicaciones a mediados de este año, divididas en tres de telefonía fija, ocho de servicio celular y una especializada en larga distancia y comunicación internacional.

El mercado mostró esa confianza al reaccionar con tranquilidad a la muerte del ministro. Las acciones de las compañías telefónicas no perdieron terreno este lunes, como sería de esperar en casos similares.

Con el capital político conquistado, Motta sostenía el programa de privatizaciones que la oposición izquierdista tilda de "neoliberal". Y se permitía atacar a la petrolera Petrobrás, la única empresa estatal protegida por ley, a la que consideraba "un paquidermo burocrático".

"El PT defiende las elites al criticar las privatizaciones", respondía a militantes izquierdistas de quienes fue compañero en la juventud y como empresario, antes de coordinar la campaña electoral de Cardoso en 1994 y ser nombrado ministro.

Por "el coraje de decir lo que piensa", Motta era respetado por opositores como Luis Inacio Lula da Silva, ex obrero metalrúgico y principal adversario de Cardoso en las elecciones de 1994 y en las fijadas para el 4 de octubre.

Criticaba duramente a sus propios pares. Por ejemplo, declaró que el Programa Solidaridad, encabezado por la primera dama Ruth Cardoso, practica una "masturbación sociológica sin resultados", y dijo que el presidente del Banco Central, Gustavo Franco, se equivoca al mantener la sobrevaluación del real.

Su "transparencia a veces asustaba", admitió el senador José Roberto Arruda, del PSDB. "Era demasiadamente libre para ser un gran poltico", pero esa era su gran cualidad, resumió el cardenal de Sao Paulo, Paulo Evaristo Arns. (FIN/IPS/mo/ff/ip/98

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