El crecimiento económico acelerado de Brasil, meta del gobierno de Fernando Henrique Cardoso para los próximos años, debe tener como factor clave el aumento de productividad.
Dado que su productividad y el consumo de Brasil son bajos en comparación con países del Norte industrial, su mejoramiento puede dar lugar a un rápido crecimiento económico, después de superar los problemas actuales, como las altas tasas de interés y el déficit externo.
Un plan diseñado por técnicos del Ministerio de Planificación apunta a un crecimiento anual de cinco por ciento a partir del 2000 y de siete por ciento entre el 2004 y el 2006. Dos tercios de ese incremento del producto interno bruto (PIB) se deberá al aumento de la productividad.
Ese proceso se puso en marcha con la apertura del mercado a partir de 1990 y con la renuncia al modelo de desarrollo por sustitución de importaciones, que se apoyaba en una fuerte protección de los productores nacionales.
En los últimos siete años, la industria manufacturera elevó su productividad 8,6 por ciento al año, según el Instituto Brasileño de Geografia y Estadística, que tomó en cuenta el volumen producido por cada trabajador empleado.
El propósito definido por la Confederación Nacional de la Industria (CNI) es mantener esa tendencia de 1998 al 2002, con un mejoramiento anual de seis por ciento. De esa forma se acumularía un aumento de 150 por ciento de la productividad en el período de 1990-2002.
Para eso, la CNI pretende relanzar en mayo, junto con el gobierno, el Programa Brasileño de Calidad y Productividad, creado en 1990 y olvidado en los últimos años.
Esa "etapa de gran esfuerzo para alcanzar patrones internacionales" es indispensable para que Brasil gane condiciones de "competir en el proceso de globalización", advirtió José de Freitas Mascarenhas, presidente del Consejo de Política Industrial de la CNI.
La baja tasa de ahorro y de inversión no es obstáculo insuperable para un gran crecimiento económico, que se puede lograr por la vía de la productividad, concluyó también la empresa consultora estadounidense McKinsey.
El estudio de McKinsey, que se concentró en ocho sectores de actividad considerados decisivos, entre ellos las telecomunicaciones, la fabricación de vehículos, la construcción y el sistema bancario, comprobó que la productividad brasileña actual se limita a 27 por ciento de la estadounidense.
A partir de esa realidad, la economía de este país podrá crecer aceleradamente, sin necesidad de la alta inversión que sostuvo la expansión de algunos países asiáticos, según el estudio.
Una inversión equivalente a 26 por ciento del PIB determinaría en Brasil un crecimiento de 8,5 por ciento al año. En Corea del Sur, igual promedio exigió en los primeros años de esta década una tasa de inversión de 37 por ciento, destacaron directores de McKinsey.
Es que las empresas brasileñas podrían ser mucho más productivas con simples mejoras en su gestión. El país duplicaría así su producción en diez años, aún sin destinar muchos recursos para superar las reconocidas deficiencias de su infraestructura, aseguró Alexandre Gouvea, director de McKinsey en Brasil.
Es algo que depende más de las empresas que del gobierno, argumentó.
La industria automovilística brasileña, que actualmente presenta solo 30 por ciento de la productividad del mismo sector en Estados Unidos, tiene potencial para llegar a 132 por ciento dentro de diez años, sostienen los consultores. En otras áreas de actividad puede lograrse igual desempeño.
Las previsiones más modestas del Instituto de Investigación Económica Aplicada, órgano del Ministerio de Planificación brasileño, también se basan en un fuerte incremento de la productividad, pero exigen acciones y esfuerzo en varios frentes.
La privatización de sectores antes monopolizados por el Estado, como telecomunicaciones, siderurgia, puertos y energía eléctrica, representarán un fuerte impulso en esa area. Las empresas ya privatizadas redujeron drásticamente su personal, en muchos casos incrementando incluso la producción.
Además, el estudio establece la necesidad de una intensa capacitación de la mano de obra brasileña, estímulos a avances tecnológicos y a la concentración de empresas por fusiones, adquisiciones o asociaciones, y la reducción de costos tributarios, financieros y de transportes.
El gran problema de esa estrategia es el desempleo. En los últimos diez años, la agricultura casi duplicó su producción sin ampliar el area sembrada y empleando menos mano de obra, aunque más maquinaria.
La industria automovilística presentó resultados similares en los cinco últimos años y los bancos despidieron a más de 300.000 empleados en ese período. Las 300 mayores redes de supermercados ampliaron sus ventas 15 por ciento de 1987 a 1996, reduciendo su personal de 324.000 a 254.000 trabajadores. (FIN/IPS/mo/ff/if/98