La II Cumbre de las Américas, que reunirá a 34 jefes de Estado y de gobierno los días 18 y 19 en la capital de Chile, debe trazar una agenda común para el ingreso del continente al siglo XXI.
Si bien el lanzamiento formal del Area de Libre Comercio de América (ALCA) absorberá la atención de la reunión de mandatarios, hay otros asuntos tanto o más trascendentales en la carpeta que recoge los desafíos para el continente.
El ex ministro chileno y embajador especial para la organización de la cumbre, Genaro Arriagada, resumió esos desafíos afirmando que en América "no hay ya problemas de instauración de la democracia, sino problemas de la democracia".
El comienzo de esta década coincidió con el fin de las dictaduras militares en América Latina, pero hoy los regímenes constitucionales deben consolidarse en un difícil contexto de desprestigio de la política y de instituciones como los partidos y los parlamentos, explicó el ex ministro.
Y el gran desafío, añadió Arriagada, está en el plano social, "donde hemos avanzado poco o nada", como lo demuestran los índices de pobreza y la distribución regresiva de los ingresos, así como la inequidad en el acceso a mejores condiciones de vida.
"La gente quiere la democracia, pero considera que funciona mal", resumió el embajador chileno, para quien esta próxima cumbre representa un esfuerzo en la búsqueda de un proyecto comunitario para todo el continente.
Hacia ese objetivo se orientan los borradores de la Declaración de Santiago, un texto político de unas cinco páginas, y el voluminoso Plan de Acción, de unos 80 folios, que firmarán los mandatarios de los 34 países convocados a la II Cumbre.
La primera cumbre, realizada en Miami en diciembre de 1994, tuvo un sesgo predominantemente comercial con la oferta del anfitrión de entonces, el presidente estadounidense Bill Clinton, de gestar un gran mercado común "de Alaska al Cabo de Hornos".
Nació así la idea del ALCA, que se convirtió en el eje referencial del futuro de las relaciones económicas entre América Latina y los Estados Unidos, donde Clinton se empantanó desde 1995 en la lucha con el Congreso de su país por conseguir el ya célebre "fast track" (vía rápida).
Al carecer Clinton de la potestad de la vía rápida para negociar directamente acuerdos comerciales con otros países, surgieron dudas sobre la suerte de esta segunda cumbre, que debió celebrarse en diciembre de 1997 pero fue postergada.
El presidente chileno Eduardo Frei, anfitrión de la cita, tuvo un buen motivo para posponer la reunión por las elecciones parlamentarias del 11 de diciembre, y a la vez pudo ganar tiempo para asegurar un lanzamiento honroso para el ALCA.
Desde mediados de 1997 el gobierno de Chile advirtió la necesidad de abrir la agenda de la cumbre hacia una perspectiva estratégica y propuso que el futuro de la educación en América fuera el "tema vertebral" de la cita en Santiago.
"Esperamos que la cumbre adopte un conjunto de iniciativas en el ámbito de la educación, promoviendo la cooperación hemisférica, aportando recursos y utilizando las tecnologías modernas de que algunos más que otros disponen", dijo Frei.
"Se trata de estimular un área que efectivamente se constituya en la columna vertebral de nuestro desarrollo", remarcó el presidente chileno.
Educación es el primer tema que mencionará la Declaración de Santiago, que incluirá también como aspectos fundamentales justicia y gobernabilidad, lucha contra la pobreza y la discriminación y el comercio y la integración económica.
Estos puntos serán ampliados en propuestas y compromisos específicos en el Plan de Acción, para poner un marcha un sistema continental de mejoramiento y reforma educacional con el apoyo de organismos multilaterales de crédito.
En el ámbito de la preservación y fortalecimiento de la democracia y los derechos humanos se abordará la crisis de los sistemas judiciales y carcelarios, también con metas de promover y generalizar reformas ya emprendidas por 14 países en América.
La cooperación hemisférica en la "planificación de estrategias contra la corrupción, el narcotráfico y el terrorismo" es parte también de los objetivos que se trazarán en el capítulo sobre democracia, justicia y gobernabilidad.
En cuanto a la delicada cuestión del narcotráfico es inminente la aprobación de una suerte de alianza hemisférica contra las drogas y el establecimiento de un sistema multilateral para certificar la acción de los gobiernos en este ámbito, con el fin de reemplazar la certificación unilateral de Estados Unidos.
El acceso a la salud, la educación y la capacitación laboral, el combate al hambre y la desnutrición, la creación de empleos de calidad, el resguardo de los derechos de los trabajadores y el apoyo a la mediana y pequeña empresa son las tareas centrales en la lucha contra la pobreza.
En materia comercial y económica se prevé que la cumbre, además de lanzar las negociaciones del ALCA, abordará asuntos delicados, como la circulación de capitales en el marco de la crisis asiática y las normas laborales y ambientales.
Las normas supranacionales sobre derechos de los trabajadores y ambiente son temas difíciles, en los cuales los gobernantes harán pronunciamientos genéricos, cuidándose de que aparezcan, al menos por ahora, como determinantes para la creación del ALCA.
"Nuestra agenda es clara y las controversias sobre lo que interesa a nuestra región han quedado de lado. Tenemos la gran oportunidad de iniciar el nuevo milenio como una nueva era de cooperación hemisférica", sostuvo el ministro de Relaciones Exteriores de Chile, José Miguel Insulza.
En los anfitriones chilenos hay optimismo en cuanto al éxito de esta cumbre, que más allá de los masivos despliegues de seguridad debería dejar en Santiago el germen de una "comunidad americana", al estilo de la Unión Europea.
Para muchos, este objetivo es ilusorio por las diferencias entre Estados Unidos y América Latina. El presidente del Parlamento Latinoamericano, el diputado uruguayo Juan Singer, prefiere postular una "comunidad latinoamericana de naciones" para una interlocución en pie de mayor igualdad con Washington. (FIN/IPS/ggr/mj/ip/98