El ex presidente de Sudáfrica en la época del apartheid, Pieter Botha, desairó una vez más a la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, cuya autoridad rehúsa reconocer.
Aunque Botha ya había calificado a la Comisión de "circo" y jurado que nunca comparecería ante ella, se esperaba el martes que finalmente declarara ante el tribunal de estilo Nüremberg a cambio de la anulación de un juicio por desacato.
Miembros de la Comisión y abogados de Botha pasaron el martes negociando en la localidad de George, en la provincia del Cabo Occidental, pero, finalmente, en la mañana del miércoles Botha decidió no aceptar el acuerdo.
Botha fue enjuiciado por desobedecer una citación para comparecer el 19 de diciembre ante la Comisión, que fue establecida por el parlamento para investigar atrocidades cometidas durante el apartheid (régimen de segregación racial institucionalizada).
El abogado de Botha, Lappe Laubscher, había intentado proteger a su cliente alegando que, en el momento de la citación, la ley que extendió el mandato de la Comisión aún no había sido aprobada.
Botha advirtió que, si comparece ante la Comisión, despertará al tigre dormido del nacionalismo afrikaner. El ex presidente de 82 años aún es respetado entre los afrikaners (sudafricanos descendientes de holandeses) conservadores, resentidos hacia el gobierno negro y nostálgicos por la muerte del afrikanerismo.
Para la Comisión es sumamente importante que Botha testifique, porque como ex presidente, está en inmejorables condiciones de hablar en nombre del sistema que presidió.
El Partido Nacional llegó al poder en 1948, y al año siguiente se aprobó la Ley de Prohibición de Matrimonios, que marcó el comienzo de una serie de leyes restrictivas que institucionalizarían el racismo en Sudáfrica.
Durante el apartheid, Sudáfrica también desestabilizó a los países vecinos que apoyaban, real o supuestamente, al ahora gobernante Congreso Nacional Africano y otros movimientos de liberación. La institución acusada de encabezar la campaña de desestabilización es el Consejo de Seguridad del Estado (CSE).
La Comisión desea que Botha ofrezca detalles sobre invasiones transfronterizas, actividades de unidades secretas de seguridad y el CSE, al que presidió en los años 80.
"No creo que él sepa mucho", opinó el analista político Alfred Stadler, de la Universidad de Witwatersrand.
"Lo que puede guardar una mente de 82 años no es mucho. Esto no tiene que ver con información, sino con orgullo y obstinación. Se trata de una cuestión política", dijo.
Pero el arzobispo Desmond Tutu, presidente de la Comisión, afirmó que no hay ánimo de venganza. La Comisión no se propone castigar a Botha sino, como ha sucedido en otros casos, "simplemente que testifique; eso es todo", explicó Tutu.
Botha introdujo el concepto de "estrategia total" en 1975, mientras era ministro de Defensa. La estrategia implicaba la utilización de algo más que el ejército para apuntalar el apartheid.
Los detalles de la estrategia no se conocen, pero sí que estaba dirigida por el SSC, un organismo gubernamental creado en 1972 que habría aplicado un programa de guerra química y asesinado a numerosos activistas por la liberación.
En 1984, Botha se transformó en presidente de Sudáfrica y permaneció en ese cargo hasta 1989. Durante su mandato consideró la tarea del SSC como "un objetivo nacional primario, necesario para la perpetuación de la República de Sudáfrica y su pueblo".
De acuerdo con la Ley de Promoción de la Unidad Nacional y la Reconciliación, quien se niega a comparecer ante la Comisión es pasible de prisión, multa o ambas penas. Botha podría ser sentenciado a dos años de prisión y al pago de 4.000 dólares. (FIN/IPS/tra-en/gm/kb/ml/hd/98