Los habitantes de Malasia, acostumbrados a lluvias torrenciales y ríos caudalosos, enfrentan una dramática escasez de agua que puso en evidencia las consecuencias ambientales de un modelo de desarrollo equivocado.
Aunque autoridades y meteorólogos atribuyen la escasez a la inusual sequía atribuida a los efectos del fenómeno de El Niño, los ambientalistas la consideran consecuencia de una década de talas indiscriminadas en la selva para impulsar la economía.
La crisis del agua se inició hace un mes, y es tan seria que en la región central de Selangor y en la capital Kuala Lumpur hay al menos 600.000 personas que están sometidas a un riguroso racionamiento del líquido.
Algunas personas, desesperadas por la falta de agua, forzaron las tomas de agua de los bomberos, mientras un hospital informó que usa el líquido producido por los aparatos de aire acondicionado para las labores de limpieza. Muchas zonas dependen sólo del paso de camiones-cisterna.
El gobierno decidió enfrentar la crisis mediante un Consejo Nacional del Agua creado el 1 de abril, que tiene como misión el manejo de la distribución del recurso, para asegurar que "estados afectados de la sequía puedan adquirir agua de otros que sí tienen reservas".
Pero el nivel de las represas de agua sigue bajando. En Penang ya no hay reservas y se usan las de una represa en el estado vecino de Kedah, donde se advierte que el agua durará sólo dos o tres meses. En la región de Sabah las reservas alcanzarán para apenas un mes.
Los pronósticos sugieren que las lluvias esperadas en abril tal vez no llegarán, y por lo tanto el período de sequía en Kuala Lumpur, Selangor y otras zonas del oeste de Malasia podría durar hasta octubre.
"En enero, febrero y marzo tuvimos menos lluvias que años anteriores, y pensamos que ocurrirá lo mismo en abril", advirtió un portavoz del Departamento de Servicios Meteorológicos.
Según dijo, el fenómeno climático de El Niño es culpable por la disminución en las precipitaciones. "La próxima estación de lluvias comenzará recién en octubre", agregó.
Pero hay quienes dicen que El Niño no es el único culpable de esta situación.
"Nuestras prioridades apuntaron hacia el lado equivocado", denunció la activista ecológica Jubal Lourdes. "Tenemos las Torres Gemelas, que son los edificios más altos del mundo, y otros proyectos muy sofisticados, pero a nadie se le ocurrió diseñar un plan para enfrentar una eventual escasez de agua".
Los ambientalistas arremetieron contra las talas indiscriminadas de las selvas de este país. Los visitantes a Penang, que antes eran recibidos con la visión exuberante de colinas verdes cubiertas por una jungla tupida, ahora se encuentran con que varios sectores han sido despojados de la naturaleza.
Se trata de proyectos inmobiliarios, que contribuyen a mantener una tasa de crecimiento económico de ocho por ciento anual, pero que al mismo tiempo reflejan la aplicación de un modelo de desarrollo equivocado pues no toma en cuenta la conservación del ambiente.
La selva de Malasia es talada para construir casas y edificios, e incluso para fundar campos de golf. "El corte de todos esos árboles afecta las cuencas de captación de aguas", dijo Lourdes.
Hace ya dos décadas que los expertos advertían sobre la posibilidad de enfrentar situaciones de escasez si no se protegían los ríos y las fuentes de agua subterráneas.
En 1982, un Estudio sobre los Recursos de Agua reveló que de los 990.000 millones de metros cúbicos de agua que llueven cada año sobre Malasia, sólo 10 por ciento es aprovechable para el uso humano.
Los ríos, largos pero poco profundos, están afectados por fenómenos como el exceso de fango debido a movimientos de tierra, mientras que el clima, la deforestación, la industria y la alta densidad de población contribuyen a comprometer la cantidad y la calidad del agua.
Uno de los obstáculos para enfrentar estos problemas es que las autoridades ambientales nacionales no tienen jurisdicción sobre los gobiernos estatales, que ejercen un poder suficiente como para decidir sobre la extensión de reservas forestales y la realización de proyectos.
En la Malasia peninsular hay 4,7 millones de hectáreas de reservas forestales, pero sólo 1,9 millones están bajo la categoría de áreas protegidas. El resto se consideran como reservas "productivas", y por lo tanto pueden ser taladas.
Las áreas forestales que comprenden cuencas de captación de agua abarcan un total de 1,37 millones de hectáreas, de las cuales sólo 0,5 millones son protegidas.
La crisis de agua se ha visto agravada por la mala manutención de los sistemas de distribución. Se estima que en algunas zonas las malas condiciones de las tuberías causan la pérdida de hasta 60 por ciento del líquido.
Entretanto, se proyecta un aumento en la demanda de agua, que pasaría de 2.200 millones de metros cúbicos anuales en la actualidad a 5.800 millones en el año 2020. (FIN/IPS/tra-en/an/js/lc-ml/en/98