La segunda Cumbre de las Américas en Santiago abrirá las negociaciones y, sobre todo, respaldará las iniciativas para liberar, y así incrementar, las inversiones y el comercio de bienes y servicios energéticos en el hemisferio.
"La energía es como el pegamento de la integración del hemisferio", dijo en la última reunión de ministros del área, en Caracas, el secretario de Energía de Estados Unidos, Federico Peña. "Es el motor del desarrollo", agregó su par de Venezuela, Erwin Arrieta.
Venezuela, principal exportador de petróleo del continente, y Estados Unidos, principal consumidor del producto del mundo, promueven desde la primera cumbre en Miami (1994) que la cooperación energética regional acompañe la negociación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Los 34 mandatarios darán en Santiago su aprobación al acuerdo de los ministros del ramo de "promover políticas y procesos que faciliten el comercio de bienes y servicios relacionados con el sector energético", según los compromisos que sus gobiernos asuman en el marco del ALCA.
La demanda de energía de América está en alta expansión, con un consumo de 25 millones de barriles diarios de petróleo y un déficit colectivo de cinco millones de barriles, que se duplicaría hacia el 2010.
Peña impulsó sin éxito en la reunión de Caracas, en enero, un compromiso para que los 34 países efectúen modificaciones legislativas, fiscales e instrumentales que faciliten el flujo más libre posible de energéticos "para el año 2000".
Estados Unidos pretende que los sectores energéticos del resto de América funcionen como el suyo, donde operadores privados son dueños de todos los segmentos de la industria, el Estado funciona apenas como árbitro y contralor y los mercados desde y hacia el exterior están abiertos en términos comerciales.
Ese esquema favorece un bajo costo de la energía que Estados Unidos necesita para alimentar su industria en competencia con Europa y Asia, abre campos a sus ventas de bienes de capital e intermedios, y eleva el valor de las acciones de sus compañías petroleras, provistas de nuevas reservas y horizontes.
Frente a las iniciativas y a la prisa de Peña, América Latina erige un muro, en la frontera misma con su gigantesco vecino. "México no discute y no programa discutir su legislación de hidrocarburos de aquí al 2005", afirmó el secretario (ministro) de Energía de ese país, Luis Téllez.
La industria mexicana de hidrocarburos está nacionalizada y cerrada a la inversión extranjera, la de Venezuela se abrió parcialmente, transitan ese camino Ecuador y Brasil, y ya lo transitaron Argentina y Trinidad y Tobago, mientras Colombia, novel exportador, tiene un régimen mixto.
México destina un porcentaje cada vez mayor de su producción petrolera al consumo interno. Si México se comporta como un protector de este negocio clave, Venezuela, en cambio, favorece la apertura comercial en paralelo con el ALCA.
La cumbre de Santiago debe establecer, según acordaron los ministros en Caracas, que las políticas y procesos que faciliten el comercio de energéticos marchen en consonancia con la negociación del resto del ALCA, es decir, que la liberación posible también esté lista para despegar como máximo en el 2005.
Altos funcionarios de la Cancillería explicaron a IPS que la Declaración de Santiago fijará además una "articulación" con el proceso del ALCA mediante "vasos comunicantes" con la negociación de los sectores energía, infraestructura, y ciencia y tecnología.
Mientras, en el arco cuyos extremos son Estados Unidos y Venezuela, como consumidor y proveedor de energéticos, se ubican otros gobiernos y sobre todo empresas que verían con buenos ojos una negociación más veloz e intensa para la energía que la del conjunto de bienes y servicios a ser tamizados en el ALCA.
Un primer mecanismo diferenciado, una "secretaría coordinadora" que seguirá la agenda energética americana, surgió en Caracas, integrada por un funcionario venezolano, uno estadounidense y un tercero de la Organización Latinoamericana de Energía.
Una característica destacable del sector energético es que el comercio y la inversión son casi siempre dos caras de una misma operación económica. Una empresa invierte en la extracción de petróleo, por ejemplo, para llevarlo a sus propias refinerías y venderlo en sus estaciones de servicio.
Además de atender este segmento de la agenda energética, la Cumbre de Santiago propondrá estimular el desarrollo de infraestructura física necesaria, incluso a través de fronteras, para el transporte de productos, tales como oleoductos y tendidos eléctricos.
Otros dos asuntos se incluyen en la agenda desde Miami. El primero es la cooperación para la electrificación rural y para la obtención y uso eficiente de los recursos financieros necesarios para desarrollar fuentes alternativas de energía.
El segundo es la promoción de una "alianza para el uso sustentable de la energía". Se trata de alentar proyectos que utilicen fuentes alterntivas, limpias y baratas, al tiempo que dispara contra los subsidios, abogando por precios de mercado que desestimulen todo despilfarro de energéticos.
Pero, sobre todo, la cita de Santiago recogerá la búsqueda de las empresas de energía para que el entendimiento hemisférico les sirva como palanca para aumentar y mejorar sus negocios, haciendo más comunes y compartidas las reservas, la producción, el transporte y los mercados. (FIN/IPS/jz/mj/en/98