AMERICA LATINA: La política es cosa de jóvenes

El tan mentado rechazo de los jóvenes por la política se tomó unos días libres para que 140 líderes latinoamericanos de nuevas generaciones reflexionasen juntos sobre cuáles son los valores de una regenerada acción pública.

Dirigentes juveniles de partidos y organizaciones sociales de América Central, Colombia, México y Venezuela fueron convocados a Caracas por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la estatal Comisión para la Reforma del Estado (Copre).

Al comienzo, un grupo numeroso parecía ansioso por recibir recetas de cómo afianzar un nuevo liderazgo en su país y dar respuestas a las complejas necesidades de sus sociedades, comentó Armando Vargas (27 años), de la oficina del PNUD en Venezuela.

Pero el académico y comisionado de la Copre Heinz Soantag les alertó el primer día del encuentro, el miércoles 1, que toca a ellos generar respuestas y ser la herramienta para la creación de nuevos valores que reconstruyan la democracia en tiempos de globalización y posmodernidad.

Aída Batista (32), segunda vicepresidenta del panameño partido Papa Egoro, comentó que el nuevo liderazgo regional tiene en común la necesidad de construir un nuevo espacio en que la política asuma una dimensión de servicio de la sociedad donde se inserta.

"Todas las realidades que sostuvieron a generaciones anteriores cambiaron y las estructuras que las sostenían se agotaron, así que el papel de quienes llegamos ahora es dar respuestas nuevas a situaciones nuevas y sociedades en cambio", apuntó Batista.

"El modelo tradicional de partido está igualmente agotado y hay que responder a la exigencia de la gente de una nueva cultura política, más participativa y más flexible, donde sus cuadros no sean sólo un número sino actores reales", explicó la dirigente de Papa Egoro, un partido fundado por el cantautor Rubén Blades.

Para Batista, un punto de identidad evidenciado en los tres días de reunión fue la tesis de que los partidos mantienen su vigencia como espacio determinante de acción y conducción política, pero están en extinción como estructuras cupulares, porque dejaron de representar a la sociedad en que actúan.

Otro elemento aglutinante fue que "compartimos los mismos sueños de una sociedad más justa, equilibrada y humana, donde las cosas funcionen y regida por una democracia participativa, moderna y ética que nos integre al mundo pero preserve nuestra identidad multiétnica de pueblos", explicó Batista.

En diferentes diálogos con IPS, Batista y otras mujeres participantes coincidieron en expresar una identidad que las une en su tentativa de transformarse en líderes de relevo: el doble esfuerzo que ellas tienen que realizar para actuar en política.

Palabra más o palabra menos, todas resaltaron que su condición de mujer, actúen dentro de partidos tradicionales o fuerzas renovadoras, "supone una doble y triple exigencia".

"En los hombres se presume su capacidad, nosotras debemos demostrarla todo el tiempo y aún así se nos imponen techos visibles e invisibles para subir como líderes", apostillaron.

Lourdes Salgado (25), del Partido Arnulfista de Panamá, Virginia Cerón (28), de la colombiana Alianza Democrática M-19, Mercedes Umaña (27), del salvadoreño y ex guerrillero Frente de Liberación, y Batista, entre otras, consideraron que esa es "una cuenta pendiente" en la política latinoamericana .

Todas criticaron que sólo 10 por ciento de las participantse fuesen mujeres y que en las ponencias, salvo la realizada por una mujer, el aspecto del equilibrio de género como una necesidad social o de participación política no fuera mencionado.

René Aguiluz (20), del salvadoreño Partido Demócrata Cristiano, reconoció que en el espacio privado hay entre los jóvenes latinoamericanos una activa conciencia de la igualdad de derechos y de oportunidades que debe existir entre mujerse y varones.

"Pero en política cuesta mucho romper los tabúes que la consideran cosa de hombres, pese a que la capacidad sea igual", añadió el secretario general juvenil de su organización.

Aguiluz expuso otro elemento de coincidencia en el encuentro: la antipolítica es sólo una expresión de falta de identificación con las opciones de participación en organizaciones que representen el cambio indispensable en la política regional.

Resaltó que los jóvenes exigen además de participación una dimensión ética como actores sociales y políticos, algo que insertó en "una nueva espiritualidad", como respuesta a la deshumanización, la corrupción y el materialismo prevaleciente, "donde el éxito paso a ser sinónimo de tener".

Para Anguiluz, la gente necesita valores y en Europa, por ejemplo, el materialismo está dando paso a un pensamiento más humano. "Y eso queremos nostros", afirmó.

Cerón resaltó el trabajo de base, en las áreas urbanas y rurales, como un paso esencial para que los nuevos líderes se fogueen y "para que entiendan la realidad tan commpleja y crítica en la que hay que actuar y construir".

La ex guerrillera colombiana reinsertada a la actividad política legal consideró que la lucha armada en la región y en su propio país dejo de ser un proyecto político e ideológico, para "degenerar en una forma de vida, basada en lo delictivo".

Los participantes coincidieron en que en la región hay un "fervor de cambios" y que algunos se están dando, impulsados por las organizaciones no gubernamentales y las fuerzas políticas y sociales.

También aseguraron que esos cambios deben producirse desde la democracia y para regenerar la democracia.

La salvadoreña Umaña alertó que en América Latina la estabilidad política tiene el peligroso ingrediente de la exclusión social y económica, con crecientes masas de población sin participar de los proyectos de los gobiernos.

"Y mientras exista exclusión, los pueblos se rebelarán y lo harán con violencia si no encuentran respuesta dentro del sistema", aseguró.

El mexicano Estebán Zamora (26), dirigente de la juventud del derechista Partido Acción Nacional, aseguró que el liderazgo emergente es consciente de que "en América Latina hay situaciones que no se pueden seguir soportando".

La contrapartida para esa realidad es sólo una: un cambio que se fundamente en la participación y promueva una regeneración política y un reequilibrio social, con la economía como instrumento y no como fin disfuncional.

El venezolano Ronald Suárez (21), que trabaja en la sección regional de la Organización Internacional del Trabajo, comentó que los participantes en la reunión son conscientes que la región vive un momento "criticamente dilemático", que requiere actores nuevos, ideas nuevas y acciones nuevas. (FIN/IPS/eg/ff/ip/98) = 04041904 NYC089

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