Una nueva técnica agrícola patentada en Estados Unidos amenaza con hacer aun más férrea la dependencia de los agricultores a las empresas productoras de semillas, pues permite impedir la germinación de una segunda generación.
"Sería una bomba de neutrones contra la agricultura. Los gobiernos del mundo deberían declararlo ilegal", dijo Camila Montesinos, agrónoma del Centro para la Educación y la Tecnología de Chile que.
El director de investigaciones de la Fundación Internacional para el Progreso Rural de Estados Unidos, Hope Shand, advirtió que esta técnica "es terriblemente peligrosa".
La patente fue registrada por el Departamento (ministerio) de Agricultura de Estados Unidos y una poderosa empresa de semillas de algodón.
Con este nuevo mecanismo, las empresas productoras de semillas tienen la posibilidad de manipular la capacidad de reproducción de las plantas al inhibir el potencial de germinación.
Por lo tanto, si un agricultor intenta sembrar las semillas que ha cosechado por su cuenta de las plantas cultivadas con semillas compradas descubrirá que son completamente estériles.
"El uso de recursos de los contribuyentes de Estados Unidos para el desarrollo de este tipo de técnica es un crimen. La mitad de los campesinos del mundo son pobres y dependen de las semillas cultivadas para su subsistencia pues no pueden adquirir las variedades que venden las empresas", opinó Shand.
"A pesar de su pobreza, esos mismos campesinos producen entre 15 y 20 por ciento de los alimentos del planeta, lo que significa darle comida a 1.400 millones de personas, 100 millones en América Latina, 300 millones en Africa y 1.000 millones en Asia", agregó.
La mayor productora de semillas de algodón de Estados Unidos, Delta and Pine Land, dice que esta técnica sería aplicable a una gran variedad de vegetales en el futuro. La firma investigará más a fondo la producción de alimentos básicos como el arroz y el trigo.
"Esta patente posibilita la apertura de mercados muy importantes para cosechas que en este momento se realizan cultivando y almacenando las semillas", informó esta empresa, que participó en el desarrollo de la tecnología.
Las empresas de tecnología agrícola son hoy reacias a invertir en investigaciones sobre productos que no tienen semillas "híbridas", como el arroz y el trigo.
El maíz es atractivo para las empresas porque existe una semilla híbrida, lo cual significa que esta planta es incapaz de reproducirse. Eso les asegura ganancias, pues los agricultores deben abastecerse del producto en sus puntos de venta cada vez que siembran.
Los agricultores no pueden cultivar semillas híbridas, pero sí pueden las de variedades reproducibles. La nueva patente podría cambiar este panorama.
Hasta ahora, esta técnica solo fue aplicada al tabaco, pero después del 2000 se espera que haya resultados con el arroz, el trigo, el sorgo y la soja. La estrategia de las empresas que realizan la investigación apunta de fora especial a los mercados del mundo en desarrollo.
El portavoz del Departamento de Agricultura, Michael Ruff, admitió que los agricultores deberán pagar más para abastecerse de semillas cada año, pero consideró que aún es prematuro afirmar si la nueva técnica es positiva o negativa.
"Hasta ahora solo hay especulaciones. Mientras no se realicen nuevas investigaciones ni siquiera sabremos si es posible usar esta tecnología para otro tipo de semillas", dijo Ruff a IPS.
Ruff admitió que si la tecnología resulta aplicable a productos como el arroz o el trigo, muchas compañías se sentirán estimuladas a invertir en otros productos que aún no cuentan con semillas híbridas en busca de medios para aumentar sus ganancias.
Delta and Pine Land argumentó que el estímulo a nuevas investigaciones agrícolas podría generar variedades de plantas más productivas en beneficio de los agricultores y de la seguridad alimentaria mundial.
Pero, mientras tanto, se acumulan las dudas en torno a los "milagros" de la nueva fórmula.
"Es una tecnología inmoral que priva a las comunidades agrícolas de su derecho ancestral a almacenar las semillas que cultivaron y a desempeñar su papel de reproductores de plantas", afirmó Montesinos.
Las organizaciones no gubernamentales que reaccionaron ante el descubrimiento temen que la introducción de nuevas variedades en el mercado traiga consigo imposiciones tecnológicas, cobro de licencias y desarticulación de relaciones tradicionales del campo, como el intercambio de productos entre cultivadores.
Montesinos añadió que algunos investigadores agrícolas están preocupados por la posible esterilización de las semillas tradicionales, cuando en las cercanías haya campos sembrados con las nuevas variedades.
"Afirman que el polen procedente de las plantas surgidas de nuevas semillas puede infectar a los cultivos tradicionales de los que rechazan o no pueden pagar la tecnología, quienes al poco tiempo descubrirían que parte del material almacenado para sus futuras cosechas está estéril", explicó.
Si algo así sucediera, las nuevas semillas también causarían pérdidas, años de cosechas irregulares y un descenso generalizado en la seguridad alimentaria de los campesinos más pobres. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/lc/mj/dv/98