Dieciséis personas de origen étnico albanés fueron enterradas hoy en la provincia serbia de Kosovo, víctimas de un enfrentamiento con las fuerzas del gobierno en el fin de semana.
Cuatro policías serbios también murieron en el incidente. La población de origen albanés supera en Kosovo a la serbia por nueve a uno y sus organizaciones políticas se dividen entre las que exigen la autonomía y las que luchan por la independencia.
El aumento de la crisis amenaza con provocar un nuevo conflicto en la Yugoslavia, mientras la comunidad internacional condena la actitud de Belgrado.
Partidos políticos de origen albanés organizaron una manifestación pacífica el lunes, con la consigna de "Alto al terror, la violencia y la limpieza étnica", pero la policía dispersó a los miles de manifestantes con bastones y cañones de agua.
Un serbio habría muerto en el episodio. Este martes se informó de nuevos enfrentamientos entre los albaneses y la policía.
La violencia estallada es la peor desde que Belgrado suprimió la autonomía de Kosovo en 1989. El conflicto se insinuaba desde hace años, pero los líderes de la comunidad albanesa y el poder de la policía serbia.
Los hechos registrados son los más graves desde el surgimiento en 1996 del grupo guerrillero clandestino Ejército de Liberación de Kosovo (UCK), que combate por la independencia.
El UCK tiene fuerte implantación en la zona en que se verificó el enfrentamiento del fin de semana.
Veton Suroi, redactor del diario en lengua albanesa Koha Ditore, denunció a la radio independiente B-92 que él y otros periodistas fueron atacados por la policía durante un allanamiento en las instalaciones del periódico.
Suroi afirmó que los policías arrojaron a un reportero de televisión por una ventana del segundo piso cuando éste intentaba filmar el allanamiento. El agredido sufrió la fractura de una pierna.
Medios de comunicación independientes de Belgrado informaron que el primer enfrentamiento ocurrió el sábado entre la policía e integrantes del UCK. El Ministerio del Interior serbio aseguró que la violencia se debió a "ataques terroristas sincronizados contra automóviles policiales".
Los primeros choques ocurrieron cerca de la población de Srbica. Las vías de acceso fueron cerradas mientras policías, vehículos blindados y helicópteros cercaban siete centros urbanos y allanaban viviendas, informaron fuentes locales a la radio B-92.
La violencia se anticipa a las elecciones organizadas por la población albanesa de Kosovo para el 22 de este mes, que Belgrado se rehúsa a reconocer.
Los albaneses de Kosovo boicotearon todos los comicios realizados por el gobierno a partir de 1989. En su lugar, celebran sus propias elecciones y eligen un gobierno "paralelo" propio.
El presidente serbio Slobodan Milosevic envió un mensaje desafiante a las potencias occidentales, para exigirles que permanezcan al margen del conflicto. También rechazó las gestiones de mediación de Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
"El terrorismo dirigido a internacionalizar la cuestión (de Kosovo) se volverá contra quienes recurren a esos medios", advirtió Milosevic en un mensaje de pésame a los familiares de los policías muertos.
Milosevic pidió a los albaneses de Kosovo que "no derramen su sangre en nombre de arribistas políticos y mentirosos extranjeros".
Según la radio B-92, el ministro de Defensa yugoslavo Pavle Bulatovic dijo que no cree necesaria la intervención del ejército o la declaración del estado de emergencia en Kosovo.
El líder de los albaneses de Kosovo, Ibrahim Rugova, solicitó a Estados Unidos y la UE que presionen a Belgrado para impedir la violencia.
"Los actos de violencia contra los albaneses tienen el fin de causar el pánico de una población que ha optado por resolver el problema de Kosovo por medios pacíficos", declaró Rugova.
En Bruselas, la UE solicitó una mayor presión internacional sobre Milosevic.
Por su parte, el portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, James Rubin, dijo que las sanciones impuestas a Serbia seguirán en pie hasta que Belgrado adopte "medidas significativas para responder a las legítimas reivindicaciones de la comunidad albanesa de Kosovo".
Gran Bretaña, presidente de turno de la UE, enviará al canciller Robin Cook a Belgrado para discutir la crisis de Kosovo.
El representante especial de Estados Unidos, Robert Gelbard, quien visitó la semana pasada Pristina, la capital de Kosovo, criticó a la policía serbia y al UCK, al que denominó "grupo terrorista, sin lugar a dudas".
"La violencia complicará las gestiones para comenzar el diálogo necesario para aliviar la tensión y permitir que la provincia no sufra la represión que caracteriza al actual e inaceptable statu quo", declaró el Centro de Información Estadounidense, en Pristina.
Albania, que intentó mantenerse fuera del conflicto de Kosovo, también pidió a la comunidad internacional, a tarvés de su cancillería, que utilice su influencia en Belgrado, lo antes posible, "para impedir la guerra".
En Belgrado, el opositor Movimiento de Renovación Serbia culpó al UCK de poner en peligro a los albaneses de Kosovo con sus acciones contra la policía serbia.
Mientras, el Partido Democrático de Serbia solicitó el "diálogo inmediato entre las autoridades serbias y la comunidad albanesa".
El Partido Radical Serbio, del ultranacionalista Vojislav Seselj, exigió que los parlamentos serbio y de la Federación de Yugoslavia (integrada por Serbia y Montenegro) celebren sesiones de emergencia para "enfrentar el terrorismo albanés en Kosovo". (FIN/IPS/tra-en/vpz/rj/aq-ff/ip/98