SALUD: Rusia resiste política de OMS contra la tuberculosis

Rusia forma parte de la lista de 16 países que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) no progresaron en la lucha contra la tuberculosis, un hecho comprobable mediante estadísticas nacionales: el año pasado la enfermedad mató a más de 25.000 rusos.

La batalla es descomunal después del aumento de la tuberculosis durante esta década y tras la aparición de variedades resistentes a los antibióticos.

Además, hay problemas para aplicar la estrategia de combate recetada por la OMS, en algunos casos por falta de recursos, en otros porque los médicos cuestionan su efectividad.

Para enfrentar este problema, el gobierno ruso lanzó el mes pasado un programa de "Medidas urgentes para combatir la tuberculosis en Rusia entre 1998 y el 2004". La meta es reducir la incidencia nacional de esta enfermedad de 67,5 a 50 casos por cada 100.000 habitantes.

También se pretende reducir de 17 a 12 por cada 100.000 personas la mortalidad por tuberculosis.

La OMS recomienda una estrategia conocida por sus siglas en inglés como DOTS, que implica cinco elementos: compromiso político para aplicarla, detección de casos a través de la saliva, tratamiento bajo observación directa, entrega regular de medicamentos y sistemas de monitoreo.

El DOTS (tratamiento de observación directa) llegó a Rusia hace algunos años, pero su aplicación ha sido lenta.

Por un lado se vio afectada a causa del colapso del sistema centralizado de salud, pero también enfrenta resistencia por parte de los médicos, que prefieren utilizar tratamientos tradicionales diseñados en este país.

La mayoría de las 25.000 víctimas de tuberculosis del año pasado tenía entre 30 y 45 años. Los centros de atención de la enfermedad tienen registrados a 2,2 millones de pacientes.

En Rusia, la presencia de la tuberculosis había disminuido a un ritmo de 2,5 por ciento anual entre 1976 y 1990. Pero a la llegada de esta década la situación cambió y, según el Comité de Salud de Moscú el número de casos aumentó 42 por ciento entre 1991 y 1994.

Durante ese mismo período, la tasa de mortalidad subió 87 por ciento. La situación ya era preocupante, pero se vio agravada por la aparición de variedades de la enfermedad resistentes a los medicamentos.

Una investigación en la cual participaron la OMS y la Unión Internacional contra la Tuberculosis y Enfermedades Pulmonares, más instituciones de cooperación de Estados Unidos, determinó en octubre que en la región analizada siete por ciento de los pacientes tenían un tipo de tuberculosis resistente a los tratamientos conocidos.

Los pacientes no reaccionaban ante la administración de los antibióticos tradicionales, isoniazida y rifampicina, un hecho que convierte a la tuberculosis en una enfermedad incurable para aquellos que no tienen acceso a métodos más sofisticados.

En los países occidentales, el tratamiento de este tipo de tuberculosis puede costar 100 veces más que el de la enfermedad tradicional, hasta 250.000 dólares por paciente.

El Comité de Salud de Moscú había advertido en abril de 1996 que "el aumento de la tuberculosis es ocasionado por el empeoramiento de las condiciones sociales y económicas, por la baja calidad de vida y el aumento de personas sin hogar ni empleo".

Rusia aún utiliza una estrategia tradicional y costosa para combatir la tuberculosis. Se toman radiografías de tórax a los mayores de 15 años, mientras los niños son vacunados al nacer, revisados anualmente mediante tests cutáneos y vueltos a vacunar al entrar al colegio.

Sin embargo, en las regiones de Ivanovo y Tomsk y en la república de Marii-El, perteneciente a la Federación Rusa, se inició una campaña para aplicar la estrategia de DOTS recomendada por la OMS.

La coordinadora de la OMS en Rusia, Malgorzata Grzembska, informó que se busca introducir un nuevo método que reemplace las técnicas tradicionales. Para comenzar, será probado en las prisiones.

Las cárceles rusas son un caldo de cultivo para la tuberculosis, y se estima que la incidencia allí es 40 veces superior a la del resto del país.

La táctica propuesta por la OMS implica una redistribución más eficiente de los fondos y el tratamiento de pacientes en casas de salud, no en hospitales. "Será importante estar atentos para que los recursos no se derrochen", dijo Grzembska.

El director de un proyecto antituberculosis de la Fundación Soros y representante del Instituto de Salud de Nueva York, Alexander Goldfarb, destacó que para Rusia es importante lograr que los medicamentos contra la tuberculosis sean distribuidos por entidades oficiales y no por farmacias.

Goldfarb dijo que algunas farmacias rusas venden medicinas contra la tuberculosis de origen desconocido, que también son usadas contra enfermedades venéreas. Planteó que este tipo de tratamiento favorece la aparición de variedades resistentes a los antibióticos.

Uno de los desafíos consiste en mejorar la atención de la tuberculosis, que apenas empieza a entrar al sistema nacional de salud, pero en su mayor parte aún es materia de especialistas. El tratamiento no está estandarizado, y se recetan medicamentos de acuerdo a la disponibilidad.

En algunos lugares no hay microscopios para hacer los análisis de saliva, mientras que una cuarta parte de los pacientes terminan en el quirófano, donde les quitan parte de sus pulmones, una práctica erradicada en el resto de Europa desde los años 60.

Aunque las propuestas de la OMS son bienvenidas, algunos dicen que no se puede descartar el tratamiento tradicional. El director del Instituto de Investigaciones Fisicopulmonares, Alexei Priymak, estima que los exámenes, las vacunas y los rayos X siguen siendo esenciales en el combate contra la tuberculosis.

El método de la OMS "puede servir para pacientes que no hacen peligrar a otras personas, o para los casos más leves de la enfermedad".

Priymak considera que todos aquellos enfermos que rechacen el tratamiento deberían ser procesados como delincuentes, al tiempo que destacó el peligro representado por ex prisioneros, inmigrantes y personas sin hogar.

En Rusia abundan las personas sin hogar, de las cuales 57 por ciento han pasado por las cárceles. Pero nadie los obliga a tratarse cuando están enfermos, y como resultado de esto cada uno de ellos contagia de 10 a 30 personas por año, agregó Priymak.

"El examen y el tratamiento obligatorio de personas sin hogar, refugiados y otros grupos de riesgo es una necesidad… los que interpretan esto como una violación a los derechos humanos sólo están practicando la demagogia", afirmó.

La OMS asegura que si se consiguen recursos suficientes para aplicar el DOTS en toda la Federación Rusa, en dos años habrá un progreso evidente, primero con una reducción de la mortalidad y luego con una disminución en el número de casos.

Pero para Priymak no es tan simple. "Estamos agradecidos por su ayuda, pero no aceptaremos que se destruya toda la valiosa experiencia acumulada por el sistema ruso de tratamiento de la tuberculosis", declaró. (FIN/IPS/tra-en/ai/jmp/rj/lc-ml/he/98

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