La sequía atribuida en Honduras al deterioro ambiental y el manejo inadecuado del suelo dejó pérdidas de 100 millones de dólares en los últimos dos años, informó el ministro de Recursos Naturales y Ambiente, Enrique Arias.
Reunidos en un taller sobre desertización y sequía en la ciudad de Choluteca, 189 kilómetros al sur de Tegucigalpa, funcionarios estatales y de la Organización de las Naciones Unidas analizan los alcances en Honduras de la convención contra ese daño ambiental, firmada en 1994.
Arias comentó el miércoles que la reunión es la primera en el país que trata de "sensibilizar a los diversos sectores sobre la magnitud de un problema sobre el cual no ha existido conciencia" y que las pérdidas obligan a adoptar "acciones precisas que impidan un mayor deterioro".
Estudios realizados hace ocho años por la estatal Universidad Nacional Autónoma de Honduras alertaban sobre la posibilidad de que el sur del país se convirtiera en el primer desierto de América Central si no se tomaban medidas al respecto.
El sur es una de las áreas más pobres y deprimidas del país, caracterizada por altas temperaturas, constantes sequías y pérdidas de cosechas.
Los expertos atribuyen esos daños a un mal manejo de los recursos naturales, un uso inadecuado de las tierras y las constantes quemas y talas de árboles para labores agrícolas y domésticas.
Una de las regiones donde el deterioro es evidente es el golfo de Fonseca, frontera marítima que comparten Honduras, Nicaragua y El Salvador, donde la destrucción de los manglares para favorecer a la industria del camarón deja severos daños en el ecosistema marino.
Ambientalistas han advertido de este problema al gobierno, que comenzó a imponer vedas al cultivo del camarón, así como a limitar la expedición de licencias a las empresas camaricultoras.
Oscar Aramas, representante para América Latina de la Convención de las Naciones Unidas contra la Desertificación, dijo que la quema de árboles realizada por los campesinos para la siembra de sus cultivos crea serios trastornos al equilibrio ecológico.
Como consecuencia de la desertización, los suelos se vuelven menos productivos, disminuye la diversidad biológica, baja la producción de alimentos y ello trae consigo enormes costos sociales, advirtió Aramas.
"Todas estas acciones nos llevan a situaciones de hambruna, presión demográfica y otras secuelas que obligan a los países a establecer estrategias para promover el desarrollo humano sustentable", agregó.
Aramas sostuvo que las quemas de tierras para cultivos en el sur de Honduras están "liquidando los nutrientes de la tierra, algo que a corto plazo no se ve pero que con el tiempo provoca erosiones en la tierra".
El funcionario recomendó medidas preventivas para evitar mayor sequía y deterioro ecológico, como actividades educativas a los pobladores sobre manejo adecuado de los suelos y sobre la importancia del ambiente para garantizar la vida de las personas.
La desertización es la degradación de las zonas áridas, semiáridas y sub húmedas que se produce como consecuencia de diversos factores, como variaciones climáticas y las actividades humanas.
Honduras sufre serios problemas ambientales producto de la presencia del fenómeno climático del Niño, que ha obligado al gobierno a declarar una emergencia enérgetica y practicar racionamientos de agua que permitan mantener los niveles de las principales represas que abastecen a la capital. (FIN/IPS/tm/mj/en/98