La crisis que golpea al sudeste de Asia generó una ola de hostilidad contra las comunidades chinas de la región, lo que sembró dudas sobre la convivencia pacífica por la que estos países de composición multiétnica manifestaban orgullo.
El sudeste de Asia se promocionaba como un lugar donde era posible la armonía. Tras la superación de las tensiones raciales del pasado, los países de la región eran un ejemplo para el mundo, en especial cuando en los Balcanes se habla de "limpieza étnica".
Hace 30 años que no había problemas raciales en países como Indonesia, pero la peor crisis económica de la historia reciente las reavivó, lo cual dejó en evidencia que se trata de un asunto delicado en la región. "Ahora impera el miedo", advierten miembros de la comunidad china en ese país.
La ira de los indonesios por la crisis económica colocó en la mira a los comerciantes y pequeños negociantes chinos en los últimos meses.
En otros países de la región existen algunas señales de inquietud entre miembros de las minorías chinas, aunque por ahora siguen teniendo más suerte que los de Indonesia.
Más 20 millones de personas integran las comunidades chinas del sudeste de Asia, esparcidas en Filipinas, Indonesia, Malasia, Singapur y Tailandia, donde comenzaron a establecerse desde el siglo pasado.
Aunque los chinos están integrados a sus países luego de tantos años de convivencia, se los percibe como grupo que practica la discreción en materia política y que actúa con nerviosismo al sacar su capital de los países cuando hay indicios de problemas.
Pero esta actitud se relaciona con la historia de los chinos, que no han tenido una vida fácil en el sudeste asiático. El gobierno de Indonesia, por ejemplo, reprimió a esta comunidad en los años 50, lo que obligó a muchas personas a retornar al lugar de origen de sus familias en China.
Los chinos fueron parte importante de los cientos de miles de víctimas que se causó la ola de violencia posterior al golpe de 1965, que más adelante permitió la llegada al poder en Jakarta del presidente Alí Suharto.
Después de las acciones antichinas de los años 50 y 60, China envió algunos barcos para ayudarlos a escapar.
Desde entonces, los chinos de Indonesia han sido objeto de numerosas conspiraciones, aunque también es cierto que algunos se asociaron con poderosos empresarios. Por eso, muchos creen que todos los miembros de esta comunidad son ricos.
En Filipinas y en Tailandia la historia de represalias contra los chinos fue más suave, pero en Malasia esta minoría si fue objeto de saqueos y violencia en 1969. En ese año, cinco días de disturbios dejaron 169 muertos, de acuerdo con cifras oficiales.
La situación en Malasia fue redefinida con la estrategia económica aprobada en 1971, que garantizó a los malayos privilegios en la obtención de contratos, el traspaso de propiedades y la admisión a la universidad. Además, se puso como objetivo conquistar la armonía racial para el país.
Más de la mitad de los habitantes de Malasia son malayos, 30 por ciento son de ascendencia china y el resto está constituido de grupos indígenas. Los chinos malayos están mucho mejor que los indonesios, porque son considerados ciudadanos con derechos, comentó Tan Chee Beng.
"Es importante porque desarrolla un sentimiento de pertenencia entre los chinos", añadió Tan. Los chinos, por eso, se identifican con Malasia. El país ha dado señales de querer utilizar los recursos de la comunidad china para hacer frente a la crisis.
El principal asesor económico de ese país, Daim Zainuddin, anunció a fines de febrero que en vista de la crisis económica Malasia iba a suspender en forma temporal las medidas que garantizan privilegios a la comunidad de ascendencia malaya, permitiendo a los chinos realizar mayores inversiones.
Los chinos representan apenas cuatro por ciento de los 200 millones de habitantes de Indonesia, pero se los percibe como un grupo que ostenta un poder económico desproporcionado.
Observadores políticos sugieren que Jakarta no ha actuado con la firmeza necesaria para evitar la violencia racial.
"La política de asimilación de Indonesia mantiene a los chinos como si fueran extranjeros, lo que viola los derechos humanos. Eso convierte a los chinos en blanco de ataques y no contribuye al respeto y la armonía interracial", dijo Tan Chee Beng, profesora de antropología de la Universidad de Hong Kong.
Charles Coppel, de la Universidad de Melbourne (Australia), afirmó que la prohibición que rige contra los chinos en Indonesia de usar nombres en su lengua originaria, así como otras restricciones a sus expresiones culturales, constituyen "una violación de los derechos humanos más elementales".
"No se puede avanzar en la integración de una sociedad si la discriminación y el rechazo se institucionalizan", advirtió Coppel, autor del libro "Chinos de Indonesia en Crisis".
Pero el protagonismo económico de los chinos puede provocar reacciones hostiles en tiempos de crisis, como lo demuestran las turbulencias en Indonesia.
Los medios de ese país informan con frecuencia que los chinos poseen 70 por ciento de la riqueza nacional, pero Tan aseguró que no existen fuentes para respaldar estas afirmaciones.
Por otra parte, la académica consideró que no es apropiado vincular la tensión racial solo a factores económicos, pues también existen aspectos políticos que son fundamentales para comprenderla, entre ellas la negativa del gobierno a formular medidas tendientes a la integración de los chinos.
"Tampoco se preocupa de pedir a los indonesios que respeten a las minorías y promuevan la armonía racial, y no ha intentado evitar que los chinos sean utilizados como chivos expiatorios, ni tampoco ha explicado por qué esa actitud es equivocada", añadió Tan.
Si bien los factores económicos son importantes para explicar la crisis, "si no se resuelve el aspecto político los factores de tensión seguirán existiendo", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/js/ral/lc- mj/ip pr hd/98