SUDAN: Jóvenes refugiados sin educación por falta de fondos

La guerra civil de Sudán interrumpió la educación de Michael Tong, de 19 años, truncó su infancia y lo obligó a refugiarse fuera de su país, separado de su familia.

Tong nació durante el interludio de paz que duró 11 años tras la primera guerra civil del país africano, pero, cuando cumplió seis años, el conflicto se había desencadenado de nuevo.

Tong y otros jóvenes que hallaron refugio en Zimbabwe afirmaron a IPS que su principal deseo, mientras esperan que llegue el día en que puedan volver a su patria, es recibir una buena educación laica, en inglés y no en árabe.

Sudán está dividido entre el norte, con mayoría de población musulmana y de idioma y cultura árabes, y el sur, poblado, en general, por cristianos o fieles de religiones africanas tradicionales.

La primera guerra, entre 1955 y 1972, tuvo el mismo propósito que la actual, comenzada en 1983, de liberar al sur de la dominación del norte, donde está situada la capital.

El gobierno enfrenta la insurgencia del Ejército Popular de Liberación de Sudán, comandado por el coronel John Garang.

Más de tres millones de personas huyeron de sus hogares como resultado del conflicto, algunos por temor a perder la vida, otros para evitar el reclutamiento forzoso de los bandos en conflicto.

Tong, junto a 10 expatriados más, algunos no mayores de 15 años, llegaron a Zimbabwe después de un largo viaje que atravesó varias fronteras internacionales.

Los refugiados huyeron de sus hogares en los estados sureños de Alto Nilo y Bahr el Ghazal en 1989, cuando el régimen islámico de Jartum intensificó sus ofensivas militares contra el Ejército de Liberación Popular.

"Los insurgentes nos reclutaron y llevaron a la frontera con Etiopía para recibir entrenamiento militar, donde aprendimos a utilizar armas complejas", narró Tong.

Tras dos años de entrenamiento, durante el cual, aseguró, algunos de sus compañeros murieron de hambre, los jóvenes fueron destinados a las unidades insurgentes. "Allí mantuvimos varias batallas contra las fuerzas del gobierno en el sur", dijo.

En 1995, Tong y otros jóvenes abandonaron las armas y buscaron refugio en Uganda y Kenia.

El boletín de los rebeldes informó en diciembre que unos 1.000 niños sudaneses, sin la compañía de adultos, se encuentran en campamentos fuera de la capital ugandesa, Kampala, donde reciben alimentos, mantas, atención médica y educación del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

El boletín, publicado en Nairobi, Kenia, informó que más de 100 niños cuyos padres murieron durante los combates en Sudán también son asistidos en campamentos kenianos, pero no reciben ayuda de las agencias internacionales.

Los ex soldados y actuales refugiados abandonaron Nairobi porque, denunciaron, eran mantenidos como objetos en el campamento y no pudieron continuar sus estudios secundarios, interrumpidos por la guerra en Sudán.

"Queremos quedarnos en Zimbabwe para tener una educación. Es nuestra última arma o esperanza", manifestó uno de los jóvenes.

La importancia de contar con enseñanza en inglés surge en forma reiterada durante la conversación con los jóvenes refugiados.

Hasta 1989, el árabe era el idioma empleado en las escuelas del norte de Sudán, mientras el inglés se utilizaba en el sur. Pero cuando el régimen del presidente Omar al Bashir tomó el poder ese año, extendió el uso del árabe a los centros de enseñanza de todo el país.

El fundamentalista Frente Islámico Nacional es la columna vertebral del gobierno, que lanzó una campaña de "islamización" en las zonas del sur bajo su control.

"Si queremos asistir a un colegio en Sudán, debemos aprobar un examen que incluye no sólo el árabe, sino también estudios del Corán, el libro sagrado del Islam", explicó Wilson, de 16 años.

Pero en Zimbabwe los jóvenes no hallaron una organización que financie su educación. Un integrante del grupo, Emmanuel, dijo que recurrió a agencias humanitarias el año pasado pero no recibió ayuda.

"Estamos otra vez sin enseñanza, como en Nairobi", declaró. "Me parece que la situación aquí es la misma. Estas organizaciones nos dicen que no tienen fondos".

Entre las organizaciones que no pudieron darles ayuda se encuentran el Servicio Jesuita para los Refugiados, brazo de la Comisión Católica de Zimbabwe por la Justicia y la Paz, y ACNUR. (FIN/IPS/tra-en/jd/kb/aq-ml/pr-ed/98

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe