La emergencia que vive Perú a consecuencia del fenómeno climático del Niño, con un notable aumento de enfermedades infecciosas y la aparición de males desconocidos que causaron la muerte a 39 niños, ha puesto al sistema de salud en alerta rojo.
Más de 500 personas afectadas de malaria y 20 niños muertos por neumonía en la costa norte, 50 casos diarios de diarrea aguda en todo el país, 20 de los cuales a causa de cólera, y 120 enfermos de conjuntivitis al día sólo en Lima, son algunas cifras que ilustran la grave situación.
El epidemiólogo Rolando Maldonado dijo que, pese a que desde el año pasado se sabía que habría que hacer frente a una alta incidencia de enfermedades, "la realidad superó todos los pronósticos'.
Maldonado señaló que la aparición de enfermedades graves, como la malaria o el dengue, y de males desconocidos, que ya se cobraron la vida de 39 niños y bebés en el norte del país, causó gran preocupación a los profesionales de la salud.
Escenas de madres desesperadas que señalan enormes abscesos en la piel de sus bebés, personas con hongos en el cuerpo y expuestos a altas temperaturas, y niños que deben permanecer en los brazos de sus padres para evitar que el lodo las cubra, se han vuelto cotidianas en los noticieros de televisión.
Poblaciones enteras han permanecido sin agua potable por más de 10 días debido al colapso de las redes de agua y alcantarillado y el corte de rutas.
Residentes de varias localidades del interior del país permanecieron parados encima de los techos de sus viviendas por varias horas, tras perderlo todo en inundaciones, mientras abajo sólo quedaban charcos de agua y lodazales.
La acumulación de aguas estancadas en extensas zonas preocupa a los especialistas, pues se teme que en los próximos meses estalle una epidemia de malaria de grandes proporciones, en un país donde esa enfermedad es endémica.
El mosquito anofeles, trasmisor de la malaria, vive en zonas tropicales, pero el agua estancada producto de las últimas lluvias permite su reproducción en el país, advirtió Hernán Vildosola, director del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad de San Marcos.
Otros especialistas hacen esfuerzos desesperados por evitar la propagación de extrañas enfermedades surgidas en zonas del interior.
Hemorragias nasales, fiebres altas, dolores de cabeza y estómago son los signos del mal que se presenta en las poblaciones afectadas por inundaciones y deslizamientos.
Víctor Linares, director de Salud de la Región Nororiental del Marañón, una de las más afectadas, dijo que podría tratarse de una virosis por resfriado. El profesional aclaró que, al no disponer del instrumental ni personal necesario, sólo se limita a curar los casos que se presentan.
También se registran diarreas persistentes acompañadas de fiebre alta que no cede al tratamiento convencional y afecta principalmente a niños pequeños y bebés.
Esta enfermedad tiene su foco en Chimbote, un puerto pesquero ubicado a 440 kilómetros de Lima y calificado como la localidad más contaminada del país, donde tuvo su origen la epidemia de cólera en 1992.
Las autoridades de salud realizan constantes "barridos sanitarios" en las zonas inundadas, pero son conscientes de que no llegan a atender ni a 10 por ciento de los afectados.
"Lo ideal sería ir a cada casa, pero es imposible porque éstas ya no existen y la población ha huido", dijo Iris Velásquez, enfermera de la seguridad social de Trujillo, donde se teme el brote de una epidemia, ya que el agua arrasó con un cementerio y arrastro los cadáveres hacia la ciudad.
En Lima es ahora común encontrarse con personas con los ojos hinchados y totalmente enrojecidos. Son los afectados por la conjuntivitis, un mal que va en aumento, pasando de 25 casos diarios a comienzos de enero a más de un centenar en la actualidad.
Pese a ello y al desplome de algunas casas solariegas centenarias por efecto de las persistentes lluvias que se registraron en los últimos días en una ciudad famosa porque nunca llueve, los limeños siguen siendo privilegiados, porque los estragos que el Niño causa en el interior aún no los han tocado.
El desabastecimiento y la suba de precios de los artículos de primera necesidad hasta 80 por ciento son los efectos inmediatos en Lima. Pero en comparación con la crítica situación de millones de personas en 20 de los 25 departamentos, esos problemas resultan casi irrelevante.
Expertos internacionales han señalado que este país es el más afectado por el fenómeno del Niño. Los datos oficiales dan cuenta de 200 personas muertas, decenas de desaparecidos, 50.000 viviendas arrasadas y 300.000 afectados por diversos problemas, además de la red vial del país destruida en tres por ciento.
El gobierno invirtió 100 millones de dólares en obras de prevención, que entraron en colapso casi de inmediato, y hasta el momento ha gastado otros 250 millones de dólares en tareas de reconstrucción.
Según los analistas, las pérdidas ascenderán a 1.800 millones de dólares, lo que significará un enorme retroceso en los planes de alivio a la pobreza.
La agricultura lleva la peor parte. Milciades Ruiz, presidente de la Convención Nacional del Agro Peruano, afirmó que el Niño ha arrasado hasta el momento casi 35.000 hectáreas de cultivos y las pérdidas ascienden a 545 millones de dólares.
Los cultivos más afectados son el arroz, la caña de azúcar, menestras, algodón, espárragos, mangos, uvas, papa de costa y frutales diversos. Muchos de estos productos son destinados a la exportación.
Aunque Perú aparece como el más afectado por el fenómeno del Niño, otros países latinoamericanos afrontan problemas parecidos. El último informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentacion (FAO) anuncia grandes pérdidas en la agricultura de América Central y del Sur y en el Caribe.
De acuerdo con la FAO, los países centroamericanos y del Caribe fueron los primeros en sentir los efectos del Niño en la agricultura, ya que están cosechando entre 15 y 20 por ciento menos de cereales que el año pasado, debido al aumento de la temperatura.
La FAO también prevé que la sequía que soporta Colombia reducirá la producción de leche y determinará una mayor presencia en ese país de plagas en el café, papas y frutales.
La sequía ya ha inutilizado 100.000 hectáreas de cultivos y 130.000 hectáreas de pastizales fueron consumidas por incendios atribuidos al mismo fenómeno climático.
En Ecuador, otro país gravemente afectado, las pérdidas de la agricultura se calculan en 252 millones de dólares. Los daminificados llegan a 6.000, los daños en las carreteras ascienden a 400 millones de dólares y 110 personas han muerto. (FIN/IPS/zp/dm/en-he/98