El crecimiento económico de siete por ciento registrado por México en 1997, el resultado más exitoso desde 1981, esconde contradicciones sociales, inequidad y desórdenes productivos, según analistas y organismos internacionales.
Para el gobierno de Ernesto Zedillo, la virtud del ajuste y el fin de la crisis quedaron demostradas.
Sin embargo, expertos y técnicos de organismos internacionales desagregan cifras y ponen la versión en entredicho.
El repunte promedio de siete por ciento en el producto interno bruto en 1997, superior en dos puntos al de 1996 y muy por encima del registrado en 1995, cuando la economía se contrajo siete por ciento, significa aún poco para los más de 50 millones de pobres que existen en el país.
Deberá pasar al menos una década con un crecimiento sostenido superior al cuatro por ciento anual para que la situación de pobreza empiece a revertirse, advierten organismos empresariales.
Fuera del sector industrial, cuyo crecimiento de 9,3 por ciento en 1997 arrastró a otros, la mayoría del sistema productivo, especialmente la agricultura, sigue a niveles inferiores a los registrados en 1994, antes que estalle la crisis.
A pesar de la sensible caída del desempleo -en gran parte gracias al aumento de la informalidad- los salarios continúan 20 por ciento abajo en relación a los de 1994.
El nivel de ingresos de los mexicanos es actualmente mil por ciento menor al de Estados Unidos y 73,4 por ciento más bajo que hace 11 años.
Gastar más en pago de deuda externa y rescates bancarios que en programas de combate a la pobreza, mantener salarios rezagados y apoyarse en el sector exportador, dominado apenas por 0,025 por ciento de las empresas locales, son algunas de las claves que esconde la recuperación mexicana.
Así lo señaló a IPS el analista financiero Ignacio Catalán. "La gente de la calle debe estarse preguntando de qué recuperación se habla, pues a mí me va peor que antes", dijo.
Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), difundido en Oslo este lunes, indica que la crisis y las políticas de ajuste aplicadas en México aumentaron los contrastes sociales y la contradicciones del desarrollo.
La OCDE, organización de países industrializados a la que pertenece México desde 1994 afirma que las diferencias entre el nivel económico de la capital y estados como Oaxaca, al sureste del país, es de ocho a uno, mientras que entre el estado industrial de Nuevo León y el de Chiapas es de cuatro a uno.
Los estados con presencia indígena son los más pobres del país, recordó el organismo.
Las autoridades reconocen que aún hay importantes rezagos sociales, pero aseguran que con la recuperación y la estabilidad actual se están creando las bases de "una economía de mercado de alta responsabilidad social".
Según calculos extraoficiales, en 1997 el gobierno invirtió alrededor de 153 millones de dólares en su principal programa contra la pobreza, mientras en el pago de deudas gastó 16.000 millones de dólares y en un plan para restacatar a los bancos cerca de 4.400 millones.
Gracias al "saneamiento" de las finanzas públicas, estrategia que incluye una fuerte restricción del gasto del Estado, la inversión extranjera, los mercados bursátiles y la mayoría de las cifras macroeconómicas se mantienen estables.
El positivo comportamiento permitió incluso al presidente Ernesto Zedillo, cuestionado en el pesado por el estallido de la crisis, acudir a foros internacionales para aconsejar a otros países sobre cómo enfrentar momentos de inestabilidad financiera.
Lo que el mandatario no ha podido presentar como logro es la derrota de la pobreza y los conflictos sociales que alrededor de ella se generan, como el del estado de Chiapas, donde opera la guerrilla zapatista.
Como consecuencia de la crisis de fines de 1994, uno por ciento de las familias más acaudaladas del país, que antes de 1994 concentraban 11,3 por cieto del ingreso nacional, hoy concentran el 16,2, indica un estudio conjunto de las universidades Obrera y Autónoma de México.
La investigación añade que 90 por ciento de la población percibe 59,6 por ciento del total de ingresos del país. México tiene "sin duda" una de las más injustas distribuciones de la riqueza en el mundo, apunta.
"El crecimiento económico de siete por ciento es evidentemente una buena noticia, pero sólo para unos pocos", concluyó Catalán. (FIN/IPS/dc/dm/if-pr/98)