AMERICA LATINA: Innovadores sin eco

Los científicos latinoamericanos producen innovaciones sin contar con apoyo de las estructuras estatales. Tampoco encuentran eco en las revistas especializadas.

Científicos de varias disciplinas y países de América Latina reunidos este mes en Buenos Aires reclamaron a los gobiernos respaldo para seguir investigando.

"La ciencia y la tecnología no son un lujo que deba ser reservado a los especialistas de los países ricos. Son básicas para encarar soluciones a problemas que aquejan a nuestros países y encaminarlos al desarrollo", dijo Patricio Garrahan, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, de Argentina.

Globalmente, los países latinoamericanos consagran menos de 0,5 por ciento de su producto bruto interno a este rubro, cuando en las naciones ricas se sitúa en una media superior a 2,5 por ciento.

"Salvo excepciones, como Brasil, México y en menor grado Argentina, no hay conciencia en América Latina de que la creación de un sistema nacional de innovación, de un andamiaje que permita el desarrollo de la investigación científica, es vital para estos países", señala la tecnóloga uruguaya Judith Sutz.

"En muchos laboratorios del continente se generan continuamente innovaciones adaptadas a nuestras necesidades, sin que la mayor parte de los Estados les brinden respaldo", sostiene Sutz.

Un caso de ese tipo es un dispositivo ideado en Uruguay para el control de las heladas, un fenómeno que a este país le produce pérdidas por valor de 10 millones de dólares al año.

El invento, que es 50 por ciento más barato que el sistema estadounidense que Uruguay importa y más adaptado a las características del clima en el país, fue desarrollado por una empresa sin apoyo alguno del Estado o de la Universidad.

"Ese es sólo un ejemplo de situaciones que se repiten a lo largo del continente, aunque también es verdad que algunos países, como Chile, han ido aprendiendo la lección y están avanzando hacia un sistema de innovación integrado", destacó Sutz.

"Construir un tejido que permita vincular entre sí a Estado, universidad y sector privado es esencial", señala también Fernando Lema, un veterinario uruguayo que dirige en París la Asociación Latinoamericana de Científicos.

Lema, que con ese organismo apunta a que los especialistas latinoamericanos residentes en el mundo industrializado establezcan nexos con sus países de origen, considera que hay que evitar la repetición del éxodo de científicos de los años 70.

"Muchos en aquella época se iban por razones políticas, pero también porque no tenían campo de acción en sus países. La recuperación democrática de los 80 determinó que buena parte de ellos retornaran, pero se corre el riesgo de que la fuga se vuelva a producir, por los escasos ingresos que (los científicos) perciben", advirtió.

En un artículo aparecido este viernes en la revista científica Science, el profesor brasileño José Goldemberg opinó que los profesionales latinoamericanos del sector deberían concentrarse sólo en las necesidades de sus países y abandonar los patrones de crecimiento propios de las naciones desarrolladas.

Según dijo, en Brasil y en otras naciones en desarrollo, una pequeña elite científica formada en países ricos impulsó la investigación en sectores de punta, como energía nuclear, electrónica e industria espacial, y se despreocupó de profundizar en áreas como la salud, que requerían más de su aporte.

Los científicos latinoamericanos, y en general del Sur, deberían concentrarse en investigaciones directamente aplicables en sus países, sostuvo, citando como un buen ejemplo de esa actitud el desarrollo en Brasil de un combustible a partir del etanol.

Otros científicos latinoamericanos rechazan esa "especialización" del Sur en ciencia aplicada, que supondría reservar a Europa, Estados Unidos y Japón las investigaciones en ciencia básica.

"No hay una ciencia del pobre y otra del rico. También aquí se puede hacer ciencia básica, sin que ello signifique dar la espalda a los problemas de nuestros países. Lo que hay que fomentar es la actividad científica en general", estima el uruguayo Lema.

Un estudio realizado en Canadá establece que los científicos radicados en el Sur representan la cuarta parte del toral mundial, sus investigaciones casi nunca aparecen en las principales publicaciones especializadas.

Una de las causas de ese fenómeno es precisamente que esos especialistas llevan a cabo investigaciones tan aplicadas a sus realidades nacionales que no interesan a los editores de las revistas, todas del Norte.

Brasil es el único país latinoamericano que tiene cierta presencia en las revistas, pero sus científicos son autores de apenas 0,6 por ciento de los trabajos registrados por el Science Citation Index, elaborado a partir de 3.500 publicaciones especializadas.

El país en desarrollo mejor situado es India, con sólo 2,5 por ciento del total.

"Hay un evidente desfasaje, porque las investigaciones desarrolladas en el Sur representan un nada desdeñable 20 por ciento de lo que se llama 'ciencia global", indica Jean Marc Fleury, del Centro de Investigación para el Desarrollo Internacional (CRDI) de Ottawa.

Otro canadiense, el periodista David Spurgeon, destacó en "Vientos del Sur", un libro publicado en 1996 por el CRDI, la "contribución del mundo en desarrollo a la ciencia".

Allí, Spurgeon cita por ejemplo, la construcción de satélites en Brasil (México le siguió poco después), la concepción de una "banana ecológica" resistente a diversos virus en Honduras, un sistema para colectar lluvia en las zonas montañosas ideado en Chile, y el desarrollo de un remedio contra el paludismo en Perú.

"Hay más investigadores en agricultura en los países en desarrollo que en todas las naciones industrializadas", señala Spurgeon.

"Sería estúpido que el mundo industrializado despreciara o no prestara atención a los trabajos que tienen lugar en Asia y América Latina", observa.

Jean Luc Montagnier, el científico francés que descubrió el virus del sida, dijo la semana pasada en Montevideo que los trabajos desarrollados en Uruguay y en Argentina en esta materia no están muy lejanos de los que son impulsados en Europa o en Estados Unidos en medios financieramente mucho más sólidos.

Montagnier anunció en esa ocasión la probable instalación en 1998 o 1999 de un cemtro regional de investigación sobre el sida, en Buenos Aires o en Montevideo. (FIN/IPS/dg/ff/st-dv/98

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