AMBIENTE: Inversión privada amenaza recursos naturales del Sur

Fuertes inversiones privadas se orientan a países con grandes recursos naturales y débil legislación ambiental, una combinación potencialmente desastrosa para el ambiente y la economía del mundo en desarrollo, advirtió hoy el no gubernamental Worldwatch Institute.

El billón de dólares invertido en la última década en países en desarrollo puede salvar o condenar el ambiente y la economía, según el informe de Worldwatch, un centro de investigación ecológica de Washington.

Inversionistas privados destinaron 244.000 millomes de dólares al mundo en desarrollo en 1996, casi seis veces más que la ayuda de los organismos públicos, según cálculos del Banco Mundial incluidos en el documento.

Pero la crisis financiera del sudeste asiático detuvo repentinamente la corriente de capitales internacionales que ingresó en esa región desde el comienzo de la década.

Ese hecho hizo descender el valor de la inversión privada en los mercados emergentes a 175.000 millones de dólares el año pasado, de acuerdo con información preliminar del Fondo Monetario Internacional.

De pronto, los expertos advirtieron que la corriente financiera privada al Sur en desarrollo había desbordado las estructuras que regulan los sistemas financieros de esos países.

Pero Hilary F. French, redactora del informe y vicepresidenta del Worldwatch Institute, subrayó que pocas personas se preguntan hasta qué grado el flujo de capital afecta las bases ecológicas de la economía de esos países.

"El éxito económico a largo plazo sólo surgirá de las inversiones que exploten la riqueza natural sin perjudicar la base de recursos" naturales, opinó French.

"La economías en crecimiento del mundo en desarrollo elevaron el ingreso nacional, pero devastaron el ambiente", agregó.

"La contaminación del aire en las ciudades de muchos países de América Latina y Asia es de las mayores del mundo y los recursos naturales, como los bosques y los bancos de pesca han sido depredados", destacó French.

Pero la inversión internacional no siempre tiene impacto negativo en el ambiente.

Los inversionistas privados están deforestando la Amazonia brasileña y financian centrales de energía a carbón en China, pero también apoyan empresas de turismo ecológico en Costa Rica y proyectos de energía eólica en India.

El documento del Worldwatch Institute identifica una serie de estrategias para trasladar la inversión de actividades nocivas para el ambiente hacia tecnologías más limpias.

"La protección de la base de recursos naturales que sostiene la economía mundial debe tener prioridad en la elaboración de políticas internacionales para un mundo globalizado", afirmó French.

La mayor parte del dinero que ingresa a los países del Sur respalda proyectos nocivos para el ambiente, asegura el informe.

La inversión internacional en la extracción de recursos, como la minería, por ejemplo, crece rápidamente en países con valiosos recursos naturales como bosques vírgenes, reservas minerales y petrolíferas y diversidad biológica.

Entre 1991 y 1997, el gasto internacional en exploración de metales no ferrosos se multiplicó por seis en América Latina, por cuatro en la región del Pacífico y por dos en Africa, según Worldwatch.

Las grandes compañías internacionales de petróleo y gas también extienden sus intereses en las repúblicas de Asia central y en las selvas tropicales de América del Sur.

Empresarios asiáticos, con sus propios bosques en retroceso, se disputan la explotación maderera en Africa, América Latina y en países de su región, y amenazan así algunos de los últimos bosques vírgenes del mundo.

Brasil, Camboya, Congo, República Democrática de Congo (ex Zaire), Guyana, Nicaragua, Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón y Suriname son algunos de los países que cedieron o parecen dispuestos a ceder derechos de explotación de grandes extensiones de bosques vírgenes.

La industria manufacturera propició el gran crecimiento de las economías del sudeste de Asia a principios de los años 90, una estrategia que muchos países en desarrollo intentan imitar. Pero, advierte French, el crecimiento de la industria manufacturera es un arma de doble filo.

"La inversión internacional puede facilitar el acceso a nuevas tecnologías que minimizan el uso de energía y la generación de desechos y ayudar a los países en desarrollo a saltear las etapas más nocivas de la industrialización", observó.

"Pero estos fondos también pueden promover industrias muy contaminantes, que ponen en riesgo la salud humana y el ambiente", añadió French.

Industrias contaminantes, como las fábricas de baterías, las compañías químicas y de ensamblado y manufactura de computadoras, se están concentrando en los países en desarrollo, donde las normas de seguridad, de control y respeto del ambiente son precarias, en el mejor de los casos, indica el informe.

Una revisión de 22 compañías de computadoras con base en países industriales, citada por el Worldwatch Institute, concluyó en que más de la mitad de las operaciones de manufactura y ensamblaje, procesos con elevado uso de ácidos, solventes y gases tóxicos, están ubicados en países en desarrollo.

Las grandes compañías multinacionales automovilísticas también se instalan en los mercados emergentes de América Latina, Asia y Europa oriental.

Si las proyecciones actuales son correctas, cerca de tres cuartas partes de las fábricas de automóviles que se construirán en los próximos tres años estarán ubicadas en esas zonas, señala el informe.

"Si los países en desarrollo adoptan masivamente el automóvil como medio de transporte, a ejemplo de Estados Unidos, las consecuencias para la contaminación del aire y la seguridad alimenticia serán graves, y se agudizará el problema del cambio climático planetario", dijo French. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/aq/en- if/98

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