El fenómeno del Nino y la crisis asiática influirán negativamente en la economía de Perú en 1998, en tanto las aspiraciones reeleccionistas del presidente Alberto Fujimori se verán dificultadas por la caída de su popularidad y el conflicto con su principal apoyo: la cúpula militar.
Perú es uno de los países que salió mejor librado del impacto de la crisis financiera en Asia, pero probablemente tendrá problemas cuando los "tigres" comiencen a adoptar las medidas comerciales correctivas.
Según Elmer Cuba, economista principal de la empresa de consultoría Macroconsult, se puede anticipar una caída de la cotización de los productos de exportación tradicionales y una nueva devaluación de las monedas asiáticas que hará más agresivo el oleaje exportador de esa región.
El programa neoliberal de Fujimori redujo la protección arancelaria a un nivel promedio cercano a 15 por ciento y los industriales peruanos están obligados a reducir sus costos o desaparecer ante la marea de importaciones.
En ese marco, y según las cifras oficiales, el producto bruto interno de Perú creció 7,5 por ciento en 1997, aunque la población no se convence de ese notable éxito macroeconómico y la mayoría se quejan de la persistencia de bajos sueldos y desempleo.
El fenómeno del Niño -una alteración climatológica que este año tendrá características severas, provocará inundaciones, pérdida de cosechas y destrucción de carreteras- impedirá alcanzar la meta de crecimiento del PIB de seis por ciento prevista por el gobierno, según la mayoría de los economistas.
Tanto la previsible reducción productiva debida al fenómeno del Niño como el probable agravamiento de los términos de intercambio peruano por las medidas que adoptarán los países asiáticos para superar la crisis financiera, aumentarán el déficit externo, que alcanzó en 1997 a cinco por ciento del PBI.
Carlos Boloña, ex ministro de Economía de Fujimori y autor del programa neoliberal en curso, advierte otro riesgo económico de origen político: las ambiciones reeleccionistas del mandatario podrían impulsarlo a adoptar medidas populistas para recuperar posiciones electorales.
"Durante 1996 y 1997, el país pagó con reajuste la factura de los mayores gastos fiscales decididos por Fujimori para ganar las elecciones de 1995. Si vuelve a incurrir en la misma táctica electoral, en 1998 y 1999 habrá una relativa bonanza social, pero quedará un desastre para el próximo gobierno", opina Boloña.
El economista Elmer Cuba coincide con Boloña. "El riesgo macroeconómico principal de 1988 será el sector fiscal, si Fujimori adopta un presupuesto expansivo y abandona la disciplina fiscal estará poniendo en peligro la estabilidad económica", afirma.
Fujimori comenzó 1997 con un respaldo de 65 por ciento, pero su popularidad ya había comenzado a desgastarse, continuó en descenso pese a repuntes aislados -como el que obtuvo en abril, tras el rescate de los rehenes de la embajada de Japón- y ahora bordea 35 por ciento.
Ese porcentaje es, hasta ahora, superior al de cualquiera de sus probables competidores, pero no le alcanzará para ganar el referendo, necesario para postularse a una segunda reelección consecutiva.
Los opositores atribuyen a Fujimori la intención de superar ese obstáculo mediante una "interpretación maliciosa" de los artículos constitucionales efectuada por la mayoría oficialista en el parlamento, pero para ello necesitaría la garantía de que el Jurado Electoral o el Poder Judicial no se opondrán.
Fujimori no podría forzar a éstos, "constitucionalmente autónomos, sin el respaldo total e intimidante de la Fuerza Armada", asegura el parlamentario opositor Fernando Olivera.
Según César Zamalloa, profesor de Análisis Político de la Universidad de Lima, Fujimori pudo prescindir de partido para gobernar con más comodidad en base a dos apoyos claves: el ejército y los empresarios.
"De modo que en las proximas semanas tendrá que resolver sus discrepancias con el Jefe del Comando Conjunto de la Fuerza Armada, o encontrar la manera de reemplazarlo por un jefe militar que le proporcione la seguridad y confianza que le daba el general Nicolás Hermoza", opina Zamalloa.
Ese objetivo, en un país como Perú, donde las Fuerzas Armadas se consideran casi autónomas, se hizo más difícil desde que Fujimori tuvo que asociarse con Hermoza en 1992 para disolver ilegalmente el parlamento y reformar la Constitución, indicó el experto.
Alberto Verme, jefe del área de negocios para América Latina de Salomon Smith Barney, sostiene que "Perú debe concentrar sus esfuerzos en que su tasa de crecimiento en los próximos cinco años no sea inferior a cinco por ciento, para disipar las dudas sobre la estabilidad y solidez de sus reformas".
Verme también propone que el gobierno de Fujimori retome el impulso que parece haber perdido en el proceso de privatizacion de las empresas estatales.
"Si bien los inversionistas extranjeros vieron con simpatía el ritmo inicial de las privatizaciones peruanas, podrían considerar que tiende a paralizarse y orientar sus inversiones a países como Brasil, México y Venezuela, donde se están realizando similares procesos de privatización", advirtió. (FIN/IPS/al/ag/ip-if/98) = 12300806 NYC025