América Central vivió en 1997 su primer año sin conflictos armados tras varias décadas de enfrentamientos, pero la paz no vino acompañada de mayor bienestar para los pueblos de la región.
A un año del acuerdo de paz en Guatemala, hay coincidencia entre expertos y organismos internacionales en que las causas de estos conflictos regionales (la injusticia social y la pobreza) no sólo persisten sino que se acentuaron.
La pobreza golpea a cerca de 60 por ciento de los casi 35 millones de habitantes de América Central y la población pierde sus derechos económicos y sociales, sostuvo Daniel Camacho, coordinador de la Comisión para la Defensa de los Derechos Humanos en Centroamérica.
"Hay un claro deterioro sobre todo de los derechos laborales. Muestra de ello es la maquila, que funciona como una esclavitud moderna por la extensión de las jornadas de trabajo, la vigilancia y hasta los tiempos otorgados para realizar las necesidades fisiológicas", señaló Camacho.
También recordó que se están derogando los derechos laborales en toda la región a través de contratos domiciliarios que implican la pérdida de vacaciones, aguinaldos y todas las garantías que tuvieron los trabajadores años antes.
En materia de justicia social, los centroamericanos han sufrido, durante la última década, condiciones peores a las que originaron las guerras.
El Consejo Superior Universitario Centroamericano tiene en proceso de edición un libro que muestra que América Central vive actualmente una de sus épocas de mayor pobreza.
"Se logró la paz pero no la justicia social, pues los graves problemas que generaron las guerras en el área se mantienen", dijo a IPS el analista y ex diputado socialista costarricense Alvaro Montero.
"Sigue pendiente la solución al drama social y la falta de democracia económica, porque los pueblos no sólo lucharon por tener acceso a una urna electoral sino, fundamentalmente, por mejorar sus condiciones de vida", afirmó.
El politólogo Francisco Barahona, rector de la Universidad para la Paz, adscrita a la Organización de las Naciones Unidas y con sede en Costa Rica, coincidió en que las motivaciones de la guerra siguen vigentes.
"No puede negarse que hay grandes avances y el solo hecho de lograr la paz es extraordinario, pero debemos ser conscientes de que las causas estructurales de la violencia todavía esperan solución", dijo.
El ex diputado Montero insiste en que "los procesos llamados democráticos deben demostrar capacidad para solucionar grandes cuestiones sociales, como la desigual distribución del ingreso y de la tierra".
Indicó que si bien es necesario educar a la población centroamericana, también lo es que "antes deben ser creadas las condiciones sociales para que la enseñanza caiga en terreno fértil"
Un estudio auspiciado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo mostró que de la década de 1980 a la de 1990 la pobreza aumentó 60 por ciento en Guatemala, 59 por ciento en Nicaragua, 56 por ciento en Honduras, 30 por ciento en Panamá, 26 por ciento en El Salvador y 20 por ciento en Costa Rica.
El análisis muestra también un grave desequilibrio en la distribución del ingreso en todas las naciones centroamericanas .
En Guatemala, 20 por ciento de la población más pobre sólo capta una vigésima parte de los ingresos, mientras que 20 por ciento más favorecido se queda con 54 por ciento de la riqueza.
El mismo porcentaje más pobre capta sólo dos por ciento de los ingresos en El Salvador, mientras el más rico recibe 60 por ciento. En Honduras, por su parte, el sector más paupérrimo tiene acceso sólo a 4,3 por ciento de los ingresos y el privilegiado a 59,3.
En Nicaragua, 20 por ciento de la población más pobre recibe tres por ciento de la riqueza y el más rico 58 por ciento, mientras en Costa Rica la relación es de cuatro a 49 por ciento, y en Panamá se ubica en 2,7 y 60,3 por ciento. (FIN/IPS/mso/dam/if ip pr/98