El presidente de Kenia, Daniel Arap Moi, no nombró una sola mujer en su gabinete de 25 integrantes, e incluso designó un varón, Maalim Mohamed, al frente de la cartera de Asuntos Femeninos y Juveniles.
La única mujer que obtuvo en las elecciones del 29 de diciembre un escaño por la gobernante Unión Nacional Africana de Kenia (KANU), Mwarere Wa Mwachai, fue nombrada ministra asistente de esa secretaría de estado.
La designación de Mohamed enojó a muchas keniatas. Pero las mujeres candidatas no recibieron una buena votación en las elecciones. De 50, solo cuatro lograron ingresar al parlamento de 200 escaños.
"Si cualquiera ve el parlamento creería que no hay mujeres en el país. Las keniatas son respetadas en todo el mundo y es muy embarazoso que tengamos tan magra representación", dijo Beth Mugo, una de las legisladoras elegidas.
La líder del Partido Socialdemócrata (SDP) y única candidata mujer a la presidencia, Charity Ngilu, quedó en quinto lugar en las preferencias pero retuvo su banca en el parlamento por la región de Kitui Central.
"Es difícil de creer que tengamos solo cuatro escaños cuando estamos preparadas para estar mejor representadas en el gobierno", dijo Caroline Masika, consultora de empresas de Nairobi.
Algunas acusan a los 26 partidos políticos, cuyas estructuras, afirman, impiden la participación de las mujeres.
"Las pocas que lograron continuar en la carrera electoral carecieron de respaldo adecuado de sus propios partidos y, por otra parte, fueron intimidadas y sufrieron violencia", dijo Julio Ongudi, de la no gubernamental Comisión Nacional de la Mujer (NCSW).
Otros creen que los malos resultados para las candidatas mujeres se debieron a irregularidades. "Se nos estafó a algunas de nosotras", se lamentó Betty Seth, que perdió en su distrito en Nairobi. Esas acusaciones fueron rechazadas por la gubernamental Comisión Electoral.
Desde la independencia de Gran Bretaña en 1963, las mujeres jugaron un papel marginal en la vida política keniata. En el mejor de los casos hubo seis representantes mujeres (1992-1997). En esa ocasión, una integró el gabinete y otra fue designada ministra asistente.
Alentadas por ese resultado, muchas mujeres se lanzaron a competir por escaños en el parlamento y los concejos locales en las elecciones de 1997. Varios grupos femeninos y organizaciones no gubernamentales desarrollaron talleres para adiestrar a las mujeres sobre sus derechos como candidatas y votantes.
Pero la historia no se puso de su lado. Ngilu perdió su carrera hacia la presidencia. La ambientalista Wangari Maathai, famosa en todo el mundo, perdió las elecciones presidenciales y al parlamento. Y la única mujer ministra en la historia de Kenia, Nyiva Mwenda, no logró ser postulada candidata a legisladora.
Las elecciones dieron como resultado cinco años más de escasa representación femenina en los cuales las mujeres recibirán poca atención del gobierno, que aún debe implementar la Plataforma de Acción de Beijing aprobada en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Mujer 1995, según Mugo.
La plataforma "saca a los varones de sus casillas" porque "toca el nervio de la superioridad del hombre en la sociedad", dijo el periodista Samson Midigo.
Las mujeres constituyen apenas 25 por ciento de la fuerza de trabajo keniata. En cuanto a educación, 27,1 por ciento de las mujeres no asistieron a la escuela, situación en la que se encuentran 16,1 por ciento de los varones.
La policía registra al menos seis casos de intento o violación sexual consumada contra mujeres en Kenia todos los días. (FIN/IPS/tra-en/ja/mn/pm/mj/ip hd/98